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Jueves, 26 de junio de 2008

CINE › SúPER AGENTE 86, DE PETER SEGAL, PROTAGONIZADA POR STEVE CARELL

La difícil tarea de resucitar a Maxwell Smart

 Por Horacio Bernades

Pudo haber sido peor. También mejor, claro. Entre la frustración módica y cierta forma de resignación aliviada, la versión cinematográfica de El superagente 86 no es un desastre ni da vergüenza ajena. Si más o menos funciona, es por una combinación de déjà vu prestado (por la serie original) y de actitud por parte del espectador, que hace fuerza desde la butaca para revivir a toda costa algo parecido a las carcajadas que de chico le despertaban aquellos episodios. ¿Es porque era chico que se reía así, por la serie en sí, o por las dos cosas? ¿Será el doblaje el que se lo impide ahora? Pero si la serie la veía doblada, y acá hasta el actor mexicano que le pone voz de Maxwell Smart es el mismo que lo hacía en la tele...

Torcida hacia el formato “comedia de acción de gran espectáculo” (toda la parte final está llena de explosiones, escenas de riesgo y efectos especiales), escrita por los guionistas de Bienvenido a casa (una comedia que aunque se estrenó hace un par de años, nadie recuerda) y dirigida por Peter Segal –que tampoco mostró grandes dotes cuando se puso al servicio de Adam Sandler en Locos de ira, Como si fuera la primera vez y Golpe bajo, el juego final– si algo no se le puede discutir a Súper Agente 86 (título con el que se estrena en Argentina, en 98 copias dobladas y 7 subtituladas) es que no debe haber sobre la tierra un ser más parecido a Don Adams que Steve Carell, a quien Virgen a los 40 convirtió en poco menos que superestrella cómica. Más allá de su indudable poder evocativo, ¿causa Carell tanta gracia como Don Adams, o se le va la mano con la cara de piedra? Este crítico vota por la segunda opción.

La película empieza con Maxwell Smart ingresando al cuartel central de Control. En el único signo de temporalidad (una veta que, trabajada más a fondo, pudo haber dado una versión melancólica de El superagente), el hall de entrada es ahora un museo. En él se alinean veneradas especies en extinción: el descapotable rojo, el zapatófono, el traje negro de Smart... El 86 todavía no es 86, sino apenas un simple archivista. Más avanzada la trama, el Jefe (un relajado Alan Arkin) lo elevará a la categoría de agente secreto. ¿Quiere decir entonces que la película transcurre antes de la serie? Daría la impresión de que no, porque el mundo que se muestra es el contemporáneo. ¿Entonces, se trata de una especie de universo paralelo al de la serie, en el que Smart todavía no es agente? No se sabe. Sí se sabe que Maxwell deberá trasladarse a Rusia, en compañía de 99 (Anne Hathaway, en plan más sexy que Barbara Feldon), para desbaratar un operativo de KAOS, que involucra un ataque radiactivo contra los Estados Unidos y es conducido por el maquiavélico Siegfried (Terence Stamp, siempre con la elegancia a full).

Viejos trucos, marca Brooks & Henry: además del zapatófono, hay una escena con el cono de silencio. Smart atraviesa, al comienzo, una sucesión de puertas metálicas de apertura automática, hasta llegar a un teléfono público. Cierto cómico muy querido asoma en otra escena como el agente 13. Aparece el agente-robot. Maxwell menciona, en un momento, “el viejo truco del habano cubano suelta-humo”, y hay un cameo de Bernie Kopell, el actor que en la serie hacía de Siegfried. En una palabra: todo lo que tiene que estar, está. Salvo mayores dosis de ingenio y de chispa, que en el Hollywood actual son tan fáciles de hallar como barriles de petróleo en oferta. ¿Quiere decir entonces que no hay ninguna escena graciosa en Súper Agente 86? Tampoco tanto. Aunque no represente una muestra de humor hipersofisticado, no deja de ser divertido verle la cara de piedra al 86 mientras baila el mambo con una señora a la que la palabra “obesa” le queda cortísima. O clavándose montones de dardos en la cara, mientras trata de dominar una miniballesta en el baño de un avión.

Están bien el ladero de Siegfried (Ken Davitian, el gordo que en Borat hacía de Sancho Panza del protagonista), varios aforismos bobos de Smart y dos o tres sarcasmos, dignos de Michael Moore, que la película lanza por elevación sobre la mismísima Conducción de la Nación. Sobre todo uno, en el que el presidente de los Estados Unidos (James Caan, que antes de hacerse famoso había aparecido en un par de episodios de la serie) papa moscas en un jardín de infantes, mientras el país está a punto de irse a pique. Que es lo que sucedió cierto 11 de septiembre, hace no tanto tiempo. Una antimención especial para el doblaje, que no sólo parecería querer disputarle protagonismo a la versión original, sino que además deja al espectador no mexicano en babia ante autorreferencias, localismos y chistes dudosos que sólo los propios dobladores estarán en condiciones de entender.

6-SUPER AGENTE 86

(Get Smart, EE.UU./2008)

Dirección: Peter Segal.

Guión: Tom J. Astle and Matt Ember.

Fotografía: Dean Semler.

Intérpretes: Steve Carell, Anne Hathaway, Dwayne Jonson, Alan Arkin, Terence Stamp y James Caan.

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La película pone esfuerzo, pero le falta chispa.
 
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