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Martes, 31 de agosto de 2010

CINE › ESTE JUEVES SE ESTRENA FRAGMENTOS DE UNA BúSQUEDA

“Susana Trimarco instaló la trata en la agenda pública”

El documental dirigido por Pablo Milstein y Norberto Ludin, y producido por Eduardo Aliverti, refleja la lucha de la madre de Marita Verón, desaparecida desde abril de 2003, cuando cayó en manos de una red de trata de personas.

 Por Oscar Ranzani

El 3 de abril de 2003 cambió abruptamente la vida de la familia Verón, residente en la ciudad de Tucumán: Marita, de 23 años, le había dicho a su madre, Susana Trimarco, que iba a hacerse unos estudios al hospital, y nunca más volvió. Con mucho dolor pero, a la vez, con una fortaleza admirable, Trimarco comenzó una intensa búsqueda que le permitió conocer que Marita fue víctima de una trata de personas. Como se sabe, desde entonces Marita permanece desaparecida. El caso puso sobre el tapete la discusión acerca de esta problemática: al menos, los medios comenzaron a mencionar con mayor frecuencia el tema, incluso desde la ficción, con la telenovela Vidas robadas. Políticamente también se avanzó: se sancionó una ley contra el delito de la trata, para la que actualmente se están discutiendo modificaciones. Pero si hay algo para resaltar en este asunto es que todo el avance que hubo en relación al combate a la trata de personas se debió casi exclusivamente a la batalla de Trimarco, quien juntando un coraje impresionante y transformando el dolor en esperanza y persistencia decidió crear una fundación que investiga la problemática, asesora a familias y asiste a chicas recuperadas del infierno de la trata. Ahora, es el cine el que se ocupa del tema: Fragmentos de una búsqueda, documental dirigido por Pablo Milstein y Norberto Ludin, se estrena este jueves en la cartelera porteña, tras haber sido presentado hace cuatro meses en Tucumán, con una notable repercusión. Con producción ejecutiva de Eduardo Aliverti, el film no consiste en una investigación periodística que establezca un racconto del caso, a pesar de que contiene información importante, ya que desfilan un sospechoso “arrepentido” de sus testimonios anteriores, el abogado de la familia Verón y también la fiscal de la causa, entre otros. Pero el corazón del documental radica en el trazo íntimo de una familia desintegrada, con la valorable actitud de sus directores de evitar frente a las cámaras cualquier tipo de golpe bajo. Al contrario, es la lucha de Susana Trimarco la que embellece la narración con su impulso, su sed de justicia, su esperanza de reencontrarse con Marita y su solidaridad con quienes viven o padecieron situaciones similares. Esa lucha, casi en soledad, ilumina la película. Junto a ella, también aparecen Daniel Verón, el padre de Marita (fallecido en junio de este año), y la pequeña hija de la joven secuestrada, Micaela, cuyos abuelos se preocupan porque tenga una vida saludable. Y también entra en escena un personaje clave en la investigación: el comisario Jorge Tobar que, al momento de realizar el documental, buscaba con tenacidad conocer la verdad, pero terminó renunciando a la fuerza policial, cansado de tantas trabas.

Milstein y Ludin ya habían trabajado con Aliverti en el recordado documental Malajunta (1996), que denunciaba el horror de la dictadura militar, y también en Sol de Noche, la historia de Olga y Luis, sobre la lucha de Olga Márquez de Arédez –esposa del médico desaparecido Luis Arédez– que batalló hasta el día de su muerte para que se supiera la verdad sobre “La noche del Apagón”, sucedida en Ledesma (Jujuy) en tiempos del terrorismo de Estado. En el caso de Fragmentos de una búsqueda, Milstein señala que “la idea comenzó mirando los medios durante mucho tiempo buscando temas”. Hasta que llamaron por teléfono a Susana Trimarco. Y como ella había visto Sol de Noche se generó una confianza casi instantánea. Esto era importante: esa confianza se nota en Fragmentos... cada vez que la cámara se mete en la intimidad de la vivienda de Trimarco. “Sabíamos que había una historia muy interesante, dolorosa, pero no sabíamos si había una película”, confiesan los cineastas, que se convencieron con posterioridad de que era posible hacer un documental. “Y aparte era todo un tema, después del circuito que cerraron Malajunta y Sol de Noche respecto de la dictadura, hallar una problemática emotiva y de denuncia que estuviera a la altura de esas dos, sobre todo de Sol de Noche”, agrega Aliverti.

–El film está más focalizado en la lucha de la madre. ¿Fue una manera de ser fieles a la realidad?

Norberto Ludin: –Sí, en principio la idea siempre fue registrar lo que pasaba para encontrar cómo contar esa historia en la etapa de la posproducción. Y lo que pasa es lo que se ve: la casa de Susana es como la sede central de toda una movida que ella organiza buscando a su hija. Y sobre todo, ya a esta altura, poniendo el tema en la agenda pública y solucionando cuestiones de otras chicas, víctimas de la trata. Y todo pasaba en la casa. Entonces, las primeras semanas de filmación nos fuimos dando cuenta de que la película estaba ahí: consistía en seguir lo que pasaba con Susana, ver lo que sucedía con su nieta y de toda la gente que circulaba alrededor de Susana.

–La lucha de Trimarco se complementa con imágenes de situaciones de su nieta, la hija de Marita Verón. ¿Buscaron mostrar con esto las dos generaciones que sienten su ausencia?

N. L.: –La búsqueda consistió en retratar lo que pasaba en la casa y ahí Micaela es también una protagonista. Por eso, ocupa el lugar que ocupa en la película. Quizás entre tanta sordidez, tanto drama y tanto dolor, apa rece el personaje de Micaela, que es casi pura luz, como un contrapunto. Y eso lo vimos desde el primer día: Micaela en cámara era luz y en esa historia podía funcionar así.

–Hay una figura clave que muestra el documental: el comisario Jorge Tobar. ¿Por qué se lo terminó apartando de la causa?

N. L.: –En todo momento sobrevuela la idea de que hay complicidad de los distintos poderes, entre ellos la policía. A medida que fuimos avanzando con el rodaje, Tobar era una manera de mostrar esto claramente: lo contaba solo. A medida que pasaba el tiempo, más solo lo dejaban, más trabas y piedras en el camino le ponían. Luego le iniciaron causas internas porque nos dio entrevistas a nosotros o a otros medios. Y terminó pidiendo la baja.

Eduardo Aliverti: –En realidad, Tobar es el decurso de la impunidad respecto del poder político en Tucumán, de la argamasa poder político-Poder Judicial-estructura policial. Cuando en abril se estrenó la película en Tucumán fue uno de los sucesos políticos más importantes de la provincia en los últimos años, incluso con título de portada y desarrollo en La Gaceta de Tucumán. Pero el tema como tal, en la sociedad tucumana, está oculto en el sentido de ser una pústula que no termina de reventar. Hay mucho miedo a hablar de esto. Y Tobar es la representación de la impotencia más allá de toda su lucha. En ese sentido, creo que es uno de los personajes clave de la película, más allá de que es una persona muy extrovertida, muy explosiva, hasta diría dicharachera. Pero termina chocando contra un muro infranqueable. Es una opinión personal: quizá como representatividad política, Tobar está en la película a la par de Susana, respecto de las imposibilidades de poder seguir avanzando.

–El film comienza con una premiación a Susana en Estados Unidos. ¿Creen que es valorado el trabajo de ella en la Argentina o no es suficiente el apoyo?

E. A.: –El caso de Susana Trimarco empezó a conocerse hace relativamente poco y supongo que la película va a servir para que termine de conocerse. Pero, como hecho social, es mucho más conocido en la provincia de Tucumán que a nivel nacional. En realidad, el propio tema de red de tratas solo está estallando en los últimos meses. Sí me parece que el apoyo del gobierno norteamericano, las premiaciones internacionales, etcétera, blanquearon la situación de Susana en términos informativos respecto del apoyo del gobierno argentino. Me parece que eso fue decisivo porque es, además, una problemática mundial. Cuando hurgás un poco te encontrás con que están las redes de tratas de la zona Pacífico, las de la zona atlántica, algunos “enclaves internacionales” que son como el centro de recepción de la distribución de la trata, como puede llegar a ser el caso de España, o algunos países centroamericanos. Pero sí fue valorable que hubiera ese apoyo internacional para que el caso terminase de estallar.

Pablo Milstein: –Desde que comenzó su lucha, Susana ejerce una presión tremenda sobre la política en sí misma que no hacía nada. Digo, sobre la política y sobre la Justicia. Era un tema que no existía a nivel político ni judicial; lo instaló Susana y lo hace cumplir. Salió la ley, hay diputados que se encargan del tema, el Ejecutivo está siguiéndolo y está la Embajada de Estados Unidos apoyándola.

E. A.: –Y a partir de su lucha, se rescataron alrededor de doscientas chicas de prostíbulos.

P. M.: –Y se crearon comisarías contra la trata que antes no existían en ninguna provincia.

–¿A qué atribuyen el crecimiento de este delito en Latinoamérica?

E. A.: –No sé si hay una sola causa para entender el crecimiento de este delito. La primera pregunta que me hago es si esto ha crecido o se ha destapado. Y, por lo tanto, no podríamos cotejar con cifras inmediatas o relativamente previas. Me da la sensación de que es algo que empezó a saltar a partir de la lucha de Trimarco, lo tengo casi absolutamente claro. Me inclino más a pensar que saltó ahora. En ese sentido, hasta diría que uno podría hacer el siguiente paralelismo: si pensamos en la época de la dictadura, cuando empezaron a conocerse los casos de los desaparecidos, no era que empezaron a incrementarse los casos, sino el conocimiento de los casos. Y creo que acá sucede exactamente lo mismo.

P. M.: –Cada tanto salen algunos artículos en los diarios señalando: “Rescataron a una chica de una banda”. Y hace algunos años, no existía como noticia. Y ahora, cada semana o cada quince días está.

E. A.: –Se me ocurre agregar una causa, que es el hecho de que las sedes de la trata tienen que ver más bien con el interior profundo del país. Y por lo tanto, el grado de repercusión mediática es más escaso porque además, en primer lugar, necesitás que el tema salga de la provincia. También en este caso se podría establecer una sinonimia con lo que fue el caso de Olga Arédez, algo que ni siquiera estaba en el interior profundo del país, sino en el interior profundo de Jujuy. Hace mucho tiempo que la monja Pelloni viene peleando contra el tema de la trata y con denuncias en todo el NEA. Y, sin embargo, es una lucha que no trasciende. El epicentro de la trata está donde informativamente no atiende Dios.

–¿Hay una toma de conciencia y un mayor conocimiento social del peligro a partir del impacto de este caso?

E. A.: –En el caso de Tucumán, presumo que hay más conocimiento. Contestar si hay más conciencia me resulta complicado. Casi hasta diría que no. La sociedad tucumana está profundamente estratificada, destruida, y no me animaría a hablar de que creció la conciencia en torno del tema. Por lo que pude detectar, en la provincia creció el conocimiento acerca del tema.

–En ese sentido, ¿cuánto ayudó la lucha de Susana Trimarco?

E. A.: –En el caso de la provincia de Tucumán fue clave, porque además es alguien que no tiene filtro. Es una mujer que no tiene off the record.

–A esta altura, ¿el sentido de su lucha trasciende la búsqueda de su hija?

N. L.: –Eso es lo que logró que Susana sea hoy la figura que es. No busca sólo a su hija, sino que instaló el tema y busca a cualquier persona por la que llamen por una desaparición, un secuestro. Sea la hora que fuere, ella está a disposición. El principal logro es que pudo trascender la propia búsqueda de su hija para instalar el tema y hacerlo nacional.

–¿Consideran que Susana Trimarco sigue luchando en soledad o hay un apoyo logrado?

E. A.: –Creo que está sola en la intensidad de su lucha. Ha logrado concitar el atractivo de muchos colectivos de mujeres, organizaciones feministas, ONG, pero está muy despegada del resto de las luchas que puedan haber.

P. M.: –Sigue siendo necesaria la presencia de Susana en la lucha. Sin Susana, la situación tendría otro peso.

N. L.: –Quizá falta que esto sea tomado como un tema de derechos humanos. Parece más un tema judicial, policial, político y no tanto un tema de derechos humanos.

“En la sociedad tucumana, el tema de la trata es como una pústula que no termina de reventar”, dicen Milstein, Ludin y Aliverti. Foto: Guadalupe Lombardo

El rol de los medios

Consultado acerca de cómo observa el tratamiento periodístico del caso, Aliverti señala: “Para ir de menor a mayor, en el caso de la provincia de Tucumán, de acuerdo con todo lo que se registró de archivo, había noticias siempre sueltas con relación al caso Marita Verón. De lo que vi de archivos de diarios de Tucumán, todo lo publicado respecto de red de tratas siempre remitió al caso Marita Verón y no a otra cosa”. El preestreno de la película “fue un acontecimiento político-periodístico muy importante en la provincia que no vi reflejado en la repercusión social. No sé qué puede pasar ahora con el estreno nacional”, se interroga. “Y en el panorama nacional, creo que esto se potenció con algunos episodios periodístico-artísticos de los últimos tiempos. Me parece que se potenció mucho más desde lo artístico como, por ejemplo, con Vidas robadas, que desde el tratamiento periodístico. Esto no lo despertó el periodismo, sino una lucha individual de una mujer a la que le secuestraron una hija”, concluye Aliverti.

Un componente de clase

Susana Trimarco trabaja incansablemente en su fundación. Ahora, ¿de qué manera se vuelve del infierno de la trata? Ambos cineastas pudieron ver el trabajo de Trimarco con las chicas recuperadas. “Sabemos que es muy duro y muy largo. Son chicas que quedan mal durante mucho tiempo, con mucha culpa y vergüenza. A las chicas se les complica volver a su lugar porque socialmente tampoco es aceptado que una chica pueda ser víctima de esto. La primera sospecha es que no es víctima. Entonces, es muy difícil la reinserción en su propio medio. Además de las complicaciones lógicas que todos imaginamos, hay otras a largo plazo que son muy difíciles”, señala el documentalista. Y Aliverti agrega que hay un componente de clase: “Son chicas mayoritariamente pertenecientes a sectores humildes, con escaso asesoramiento legal, con escasa contención desde el punto de vista familiar. Ese sentimiento de vergüenza al que hacíamos alusión está potenciado porque culturalmente están impedidas de poder asumir lo que les pasó”, analiza Aliverti.

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“Susana Trimarco no busca sólo a su hija, sino que instaló el tema.”
 
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