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Jueves, 30 de marzo de 2006

CINE › “BAJOS INSTINTOS 2”, CON SHARON STONE

Las piernas bien abiertas

 Por H. B.

En Bajos instintos 2, esa perversa polimorfa de Catherine Tramell vuelve a abrir sus piernas de par en par, mientras clava la mirada en la víctima ocasional. Pero esta vez, lo que se ve (o se adivina) entre ellas no es el rubio vello púbico de Sharon Stone... sino el negro respaldo del sillón, que Mrs. Tramell ha usado como apoyo. Ese hiato, entre lo que los anglosajones llaman the real thing (“la posta”, diríamos acá) y la copia berreta, es el que define la entera relación entre la Bajos instintos original y esta secuela. Otra vara para medir las diferencias consistiría en medir las capacidades del siempre revulsivo Paul Verhoeven (director de la original) y las del inane Michael Caton-Jones (Rob Roy, El chacal), que dirige ésta. Y si no, se puede comparar a la portentosa Stone versión 1992 con esta caricatura de flequillito, rostro estirado y pechos rehechos.

Establecida en Londres vaya a saberse por qué, la señorita Tramell es una consagrada autora de policiales eróticos, cuyas tramas se inspiran casi literalmente en sus propias experiencias, tal vez por falta de inspiración. A falta de Nick Curran, aquel policía de San Francisco (Michael Douglas no aceptó participar de esta reincidencia, lo mismo que Verhoeven), Catherine cuenta ahora con un psicoanalista británico (encarnado por David Morrissey, un verdadero Smith de la actuación) como mosca en la red. Como si todo el mundo no lo supiera a esta altura, allí está la doctora Gardosh (Charlotte Rampling, sin los pruritos de Douglas & Verhoeven) para diagnosticarla como perversa, manipuladora y peligrosa. Ah, asiente el Glass que no es Philip ni Seymour, y que se pasa toda la película sin darse cuenta de nada. Tal vez lo hayan mareado las vueltas de tuerca del guión, que sobre el final barajará todas las alternativas posibles para resolver este whodunit clase C.

Al final, el asesino podrían ser la rubia, el psicoanalista o el inspector (David Thewlis, único alivio del elenco). Como suele suceder en los que todo es posible, da lo mismo que sea una, el otro o el de más allá. Un jugador de fútbol, la ex del psicoanalista y el policía están entre las víctimas, con la autora de best sellers buscando un orgasmo (vía dedo medio) mientras maneja a 175 km/h por las calles de Londres. Y termina cayendo al Támesis desde un puente (¿hipótesis sobre la muerte de Lady Di?). Esa, la inicial, es la única escena más o menos ratonera de una película tan erótica como puede serlo una sesión de terapia conducida por el Dr. Glass.

Aunque la que las conduce es aquí la paciente, que las interrumpe cuando se le antoja, diciendo el clásico: “Terminamos acá”. “Es muy lacaniana”, comenta la Rampling, en el único buen chiste de BI2. A menos que se considere como tal el acento pseudovienés de cierto desgreñado gurú del psicoanálisis, que más que de Bajos instintos 2 parecería escapado de Scary Movie 5.



4-BAJOS INSTINTOS 2: ADICTOS AL RIESGO
Basic Instinct 2. EE.UU./Gran Bret./Alemania, 2006.
Dirección: Michael Caton-Jones.
Guión: Leora Barish y Henry Bean.
Intérpretes: Sharon Stone, David Morrissey, Charlotte Rampling y David Thewlis.

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