CINE › ROBERT DE NIRO, DE LA ACTUACIóN A LAS MúLTIPLES ACTIVIDADES
Terminada una nueva edición del Tribeca Film Festival que impulsa desde 2002 como manera de devolver la confianza a una ciudad golpeada, el actor expresa su preocupación por el cine independiente y se entusiasma por su nuevo proyecto con Martin Scorsese.
› Por James Mottram *
Cuando se piensa en Robert De Niro y Nueva York, ¿qué imágenes aparecen en la mente? Quizá la voladura de un buzón de Pequeña Italia en Calles salvajes, o las recorridas por el East Village en Taxi Driver, o llevando a Lorraine Bracco por un callejón de Brooklyn en Buenos muchachos. Pero, claro, hay otro barrio donde dejó su marca: Tribeca. El Lower Manhattan se convirtió en sinónimo de De Niro desde que fundó Tribeca Productions con su socia en la producción, Jane Rosenthal, en 1989. Desde entonces se ha diversificado con dos restaurantes, Nobu y Tribeca Grill; el hotel de lujo Greenwich Hotel, con 88 habitaciones; y, claro, el Tribeca Film Festival, que comenzó en 2002 como una manera de ayudar a regenerar el distrito tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 al World Trade Center. De Niro asegura que no toma parte del día a día del festival. “Me mantengo completamente afuera”, explica, una respuesta típicamente franca, con ese acento lleno de vocales de la Costa Este, que proviene de un hombre que prefiere operar fuera de las luces toda vez que puede. “Si una llamada mía ayuda en algo, entonces eso es lo que hago”.
De Niro cumple 70 años en agosto y no parece haber parado nunca de actuar. El año pasado apareció en El lado luminoso de la vida (David O. Russell), que le valió su séptima nominación al Oscar; la película coral Año Nuevo (Garry Marshall) y el thriller Luces rojas (Rodrigo Cortés), pero hoy es más un emprendedor. “Es una parte diferente de mi vida, que es muy importante y a la cual estoy muy comprometido”, señala. “Es un asunto completamente diferente, más parecido a la producción”. Una tarea por la cual parece sentir cierta debilidad, ya que ha respaldado numerosos proyectos, de la adaptación de Un gran chico (de Nick Hornby) a We Will Rock You, el musical de Broadway inspirado en Queen. En la edición más reciente del Tribeca Film Festival hubo una expansión con un nuevo servicio de video a pedido, que llevó al mundo un menú de seis películas del festival a través de una variedad de plataformas. El sexteto era bien diverso, ya que incluye títulos como Greetings from Tim Buckley, donde Penn Badgley (de Gossip Girl) interpreta a Jeff Buckley en los días previos al concierto homenaje a su padre: una manera novedosa de llevar películas independientes estadounidenses a lugares remotos.
Como parte de Tribeca Film, un sello de distribución dedicado a adquirir y lanzar películas independientes en Estados Unidos, el servicio a pedido lleva tres años operando, y alcanza a 60 millones de hogares. De Niro simplemente lo ve como parte del futuro en el arte de la realización cinematográfica. “Supongo que hay otras maneras de contar y compartir historias, y evolucionan con la tecnología. Ya nada será como era antes. Y simplemente cambiará, nos preocupemos por lidiar con eso o no. Será lo que tenga que ser”. Por supuesto, la mayor emoción para el último Tribeca fue estar allí, donde podía notarse el especial interés en hacer las cosas bien. En la 12º edición hubo un diálogo público entre el director Jay Roach y el actor Ben Stiller, colaboradores para que De Niro, en la serie de los Fockers (y junto a Analízame), se revelara como confiable actor de comedia. ¿Fue su idea esa charla?”. “No, no lo fue. ¡Ni siquiera estaba invitado!”, se ríe. “Prefiero sentarme a mirar, aunque tenga poco tiempo... este año intenté ir a más eventos, además de mostrarme en la carpeta roja”.
El festival cerró con una proyección “30º aniversario” de El rey de la comedia, para algunos la mejor de sus ocho colaboraciones con Martin Scorsese. “¿Yo estoy en esa? ¡Ah, sí, cierto!”, dice, y ante el recuerdo ensaya la postura de Robert Pupkin. “No había visto la película en al menos veinte años, con lo que tuve la oportunidad de verla con un punto de vista fresco, renovado. Supongo. Y me dio la posibilidad de recordar no sólo cosas que hice en la película, sino también ese momento en mi vida cuando la estaba haciendo. Treinta años atrás...”
En ese entonces, De Niro era, sin discusión, el mayor actor de su generación. Había ganado Oscars por El Padrino II y Toro salvaje, y la adoración de los críticos por su inquebrantable dedicación. Nacido en Greenwich Village, hijo de un pintor y una poeta, pasó años perfeccionándose en el Conservatorio Stella Adlery y en el Actor’s Studio de Lee Strasberg hasta que, en 1973, Calles salvajes le dio la oportunidad del gran salto, cuando tenía 29 años. “El pibe no actúa, se desliza entre los vapores”, escribió la periodista Pauline Kael. Entonces estaba casado con su primera esposa, Diahnne Abbott, y su foco estaba puesto únicamente en actuar. Ahora es multitarea, y en su agenda actualmente figura una secuela para televisión por cable de El buen pastor, la película sobre la CIA que dirigió en 2006, y la producción del biopic de Freddie Mercury protagonizado por Sacha Baron Cohen. Y está la paternidad. Con seis hijos repartidos en tres relaciones a través de los años, su pesada carga financiera lo lleva a actuar con cierta regularidad, incluso en películas que mellaron un poco su reputación.
Más allá de eso, para el momento en que llegó otro guiño del Oscar por El lado luminoso de la vida, su trabajo había recuperado peso en la industria; llegó la comedia familiar La gran boda, con Diane Keaton; Motel, un thriller con John Cusack, y Malativa, de Luc Besson, la historia de una familia mafiosa relocalizada en Francia bajo el sistema de protección de testigos. Pero a pesar de su trabajo en Tribeca y el exitoso servicio de películas a pedido, suena atribulado cuando se le pregunta si siente preocupación por el estado del cine independiente. “Es una buena pregunta... no sé qué es lo que va a pasar. De verdad, no tengo idea”.
De Niro suena más confiado al hablar de The Irishman, una adaptación del libro de Charles Brandt I Heard You Paint Houses, que se centra en el asesino a sueldo de la mafia Frank Sheeran. Es una película que sus fanáticos están esperando hace rato, no sólo porque vuelve a reunir a De Niro con sus viejos compañeros Al Pacino y Joe Pesci, sino también porque será su primera película con Scorsese desde Casino, de 1995. “Estoy muy entusiasmado con ella, creo que es una gran historia”, argumenta. Y la hace Marty, lo que hace que todos estemos comprometidos. Es sólo cuestión de encontrar el momento en el que podamos hacerla”. Parece una de esas ofertas difíciles de rechazar.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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