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Jueves, 22 de junio de 2006

CINE › GERARDO VALLEJO Y EL POEMA DE JOSE HERNANDEZ

“La denuncia del ‘Martín Fierro’ sigue muy vigente”

La Biblia gauchesca acompaña al director de El camino hacia la muerte del Viejo Reales desde su niñez en Tucumán y hoy estrena su versión cinematográfica, protagonizada por Juan Palomino.

 Por Oscar Ranzani

El primer contacto de Gerardo Vallejo con el Martín Fierro fue a los siete años. En su Tucumán natal, el director de la legendaria El camino hacia la muerte del Viejo Reales leía esos versos gauchescos a su abuelo, un pastor español analfabeto que llegó a nuestro país en 1912 y que se emocionaba y lloraba junto a su nieto. Desde entonces, la “Biblia gauchesca” fue una lectura que lo acompañó siempre. De hecho, durante su exilio en España, la lectura del Martín Fierro le ayudó a amortiguar la tristeza que le provocaba vivir en otro país, lejos de su gente durante los tiempos en que el terrorismo de Estado imperaba en la Argentina. Así fue como en 1982 comenzó a elaborar un guión cinematográfico. Pero el proyecto durmió en la memoria de Vallejo durante veinticuatro años ante la imposibilidad de ponerlo en práctica. Hasta que se hizo realidad: hoy se estrena Martín Fierro, el ave solitaria, versión libre del cineasta sobre el poema de José Hernández. El realizador argentino, que formó parte del grupo Cine de Liberación junto a Fernando “Pino” Solanas y Octavio Getino (fue asistente de dirección en La hora de los hornos), se siente tan identificado con esta historia que hasta destaca que escribió el libro en el exilio igual que Hernández su obra cumbre. Y que hace unos años visitó la casa donde vivió el poeta en Santa Ana do Livramento (Brasil) y que sintió una “emoción muy grande y lloré de estar ahí”, confiesa a Página/12. Vallejo buscó durante su exilio poder concretar su proyecto: “Intenté en España una posibilidad de producción en capítulos para televisión de distintas maneras, pero no tuve éxito y lo guardé”, afirma. Mientras tanto utilizó su guión como lectura en la enseñanza de “un taller de cine que hice en Moreno hace cinco años”. Hasta que pudo producir Martín Fierro, el ave solitaria, junto con el gobierno de San Luis, provincia donde filmó la película. Después de veinticuatro años, Vallejo asegura que modificó algunos aspectos del guión porque “en veinte años uno crece un poco. Pero las cosas esenciales estaban”, afirma.

El protagónico está a cargo de Juan Palomino. El director manifiesta que, en principio, lo eligió “por el physique du rôle” y porque “es un criollazo”. “El hizo una secuencia en Tucumán en Con el alma, donde aparecían Martín Fierro y el Quijote. El Quijote lo hacía Alfredo Alcón y a Martín Fierro lo componía Lito Cruz. Era un encuentro mágico en los valles calchaquíes de Martín Fierro y el Quijote, que están buscando sus tumbas como los 30 mil desaparecidos. Una metáfora. Ahí nos conocimos con Palomino, nos hicimos muy amigos, me pareció un tipo bárbaro y muy buen actor. Y creo que no me equivoqué en la decisión. La imagen que Juan hizo de Martín Fierro es imborrable”, sostiene Vallejo. En tanto, el Sargento Cruz –con quien Fierro establece una amistad– es interpretado por Alejandro García y el Viejo Viscacha está personificado por Oscar Di Sisto.

–¿En qué aspectos se mantiene vigente Martín Fierro?

–La denuncia social de Martín Fierro está vigente y es tremenda. Además, desde mi propia visión, tanto el indio como el gaucho fueron víctimas del mismo saqueo. Porque fue un saqueo: les quitaron sus tierras, su cultura, su identidad. Se les destruyó absolutamente todo. Y después se los demoniza como hoy a los pobres. Sigue la misma historia y es por eso que está vigente el Martín Fierro en el espíritu de la gente.

–Otro aspecto que se ve en la película y que tiene que ver con la vigencia de Martín Fierro es la corrupción política.

–Totalmente. Lo primero que hace el comandante cuando Fierro llega al fortín es robarle el caballo. Después lo manda a laburar dos años en sus tierras como peón y sin pagarle nada. Y no sólo le quita el caballo, también le quita la dignidad.

–¿En su película, Martín Fierro es un ejemplo de la hermandad de los seres humanos y, a la vez, una denuncia épica de la destrucción del hombre argentino?

–Es un ejemplo de hermandad que surge de una identidad, de una cosmovisión, de una cantidad de cosas que se unen por el amor. ¿Qué es lo que divide? El odio. Hay una frase de Perón que dice: “El amor une y construye; el odio divide y destruye”. Es fantástico cuando una poética envuelve a un pueblo, lo cobija. Y eso pasó con Martín Fierro, que se vendía en las pulperías y lo compraban los analfabetos y hacían que se lo leyeran. Después lo cantaban y les pertenecía a los analfabetos.

–¿Y con respecto a la denuncia épica?

–Hubo un saqueo territorial a todos los originarios de esta tierra. Yo asumo que son igualmente pobres y que vivieron un destino igual. Y uno en la denuncia al indio y al gaucho porque los dos fueron víctimas del mismo proyecto de saqueo de su riqueza, que era su propia tierra, su identidad, su lengua, su cultura. Se destruyó todo con la mentira de la civilización y el progreso.

–¿Martín Fierro expresa la ideología de un pueblo libre?

–La aspiración de libertad de un pueblo. La libertad es el símbolo máximo en Martín Fierro, el más alto de todos. Y la libertad es lo que cobija a los hombres, lo que los dignifica. En la libertad se puede crear, construir. En cambio, la opresión deshumaniza al hombre. Yo lo vivo cotidianamente trabajando. Cuando le propongo a Juan Palomino hacer la película, le doy libertad. No es que lo esquematizo. Y él viene con sus esquemas, porque toda persona tiene sus propios esquemas y lo libero de esos esquemas.

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“Martín Fierro expresa la aspiración de libertad de un pueblo”, dice Vallejo.
 
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