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Martes, 11 de febrero de 2014

CINE › BERLINALE > ENTREVISTA A INéS BARRIONUEVO Y MATíAS LUCCHESI

“Hoy existe una clara línea de federalización del cine”

Ambos son cordobeses, acaban de terminar sus óperas primas (Atlántida y Ciencias naturales, respectivamente), relacionadas con el mundo adolescente, y las presentan por estos días en la sección Generation del Festival de Berlín.

 Por Oscar Ranzani

Inés Barrionuevo y Matías Lucchesi están cruzados por datos coincidentes: son cordobeses, concluyeron sus respectivas óperas primas y las dos películas que dirigieron fueron seleccionadas para participar en la sección Generation de la 64ª Berlinale. Barrionuevo presentó Atlántida ayer y repite hoy, mientras que Lucchesi hará lo propio con Ciencias naturales hoy (repite mañana). Barrionuevo nació en la ciudad de Córdoba, pero como sus padres son de dos pueblos distintos del sur de la provincia, ha pasado muchos veranos en casas de campo familiares. A pesar de que se recibió en Comunicación Social, se dio cuenta de que el periodismo no era lo suyo y quiso dedicarse a una disciplina más artística. Y en el cine es autodidacta. Lucchesi también nació en la capital cordobesa y vivió allí hasta los 21 años, cuando decidió instalarse en Buenos Aires. Estudió teatro, pero no con la intención de dedicarse a actuar sino para ver cómo se dirigía. En Córdoba había empezado a estudiar cine en una universidad privada y luego en la nacional, pero dejó en ambos casos. Se dio cuenta de que la mejor manera de aprender el oficio era escuchar a los maestros. Y lo comprobó cuando realizó talleres con José Martínez Suárez, director emblemático del cine argentino clásico y actual presidente del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

Ambos cineastas manifiestan la importancia de participar en uno de los festivales más prestigiosos cuando recién se inician en el mundo del cine y creen que, a pesar de que resulte dificultoso el comienzo –sobre todo para los directores de las provincias, aunque ahora está cambiando la situación–, es también apasionante y maravilloso transitar este camino. “Es algo muy inconmensurable, muy grande porque es un trabajo de muchos años”, sostiene Barrionuevo sobre su presencia en Berlín. “En mi caso, todo empezó hace siete u ocho años, desde el momento en que comencé a escribir el guión. Y que eso se vea reflejado en que la película esté en un festival internacional tan importante es como un sueño hecho realidad”, agrega la cineasta. Lucchesi sostiene que para él “fue una sorpresa y una cosa increíble”. Sorpresa, aclara, por ser su ópera prima. Y lo dice con una sinceridad elocuente.

–¿Qué idea tienen de la sección Generation? ¿Creen que es acorde con el contenido de sus películas?

Inés Barrionuevo: –Mi película retrata un mundo adolescente. Entonces, esta sección es un poco un diálogo con el mundo adolescente, en general, por lo que he visto en ediciones anteriores. Y está en el tono de la sección. Generation no es sólo temática joven sino que también está destinada a un público más joven. Hay muchas óperas primas y directores nuevos. Es una sección muy fresca. Por lo que estoy viendo, hay películas muy interesantes.

Matías Lucchesi: –No conocía mucho de las secciones del festival, más allá de la sección Oficial y Panorama. No había escuchado de Generation, pero cuando vi que estaba seleccionado ahí, me puse a ver un poco. Y la verdad es que me pareció muy interesante.

–¿Qué expectativas tienen?

M. L.: –Viajo con la expectativa de pasarla bien y que la película se estrene ahí me pone bastante nervioso, porque es la primera vez. Pienso en qué recepción puede llegar a tener, si gusta o no gusta. Es inquietante, pero más allá de que guste o no, al estar ahí, la expectativa ya está cumplida para mí. Estrenar ahí está buenísimo.

I. B.: –Como realizadora, es muy importante la proyección y estar en esa pantalla del mundo me genera también muchas inquietudes porque sé que gente de diversos lugares que trabaja en el ámbito del cine va a poder acercarse a ver la peli. Y con que alguien venga y me diga algo al respecto (que le haya llegado alguna cuestión o exprese alguna crítica), ya es una devolución. Es lo máximo que yo espero.

El despertar después de la infancia

Barrionuevo comenta que más que de una idea, Atlántida “nació de muchas”. O mejor dicho, más que ideas “fueron muchas imágenes”. “Tenía la imagen de una chica sola en un pueblo; de pronto tenía una imagen de una pileta, y después de la plaza... Fue como un mundo que se fue construyendo en base a cosas que me iban obsesionando”. Fue “escuchando” todo lo que le decía su cabeza, que estaba ligado a historias propias, de su familia y con un lugar donde pasó los veranos. “Y así fui construyendo esta especie de relato sobre dos hermanas solas en un pueblo”, explica la directora. Todo sucede durante un verano agobiante en 1987: dos hermanas, Lucía, de 15 años, y Elena, de 17, se han quedado solas porque sus padres viajaron por la muerte de un familiar. Elena tiene la pierna enyesada y sólo atina a pedirle ayuda a su hermana para todo. Pero no se llevan bien y Lucía se niega a todo lo que le solicita su hermana. Todo cambiará en la vida de ambas cuando en el camino de Elena se cruce Ignacio, el médico amigo de la familia que la dobla en edad, y cuando Lucía se encuentre con la quinceañera Ana, amiga de su hermana. Ese día, las dos hermanas vivirán aventuras diferentes que les indicarán que ya no son tan niñas y que se están acercando al mundo adulto, con todo lo que eso implica.

Atlántida ganó el concurso Raymundo Gleyzer, organizado por el Incaa en 2009, situación que le aportó a Barrionuevo la posibilidad de hacer realidad su proyecto. “Nosotros no teníamos antecedentes frente al Incaa y al ganar el Gleyzer nos posibilitó poder presentarnos y hacer la película por segunda vía. Entonces fue clave para que hoy Atlántida esté hecha”, señala la directora.

–¿Por qué decidió explorar el universo adolescente?

I. B.: –Primero, esto pasó hace mucho tiempo, cuando yo tenía 26 años. O sea que estaba más cerca de ese mundo. Siempre me interesó la adolescencia. Es un momento en el que suceden muchas cosas y de una forma muy pasional. En ese sentido, parece que está todo por verse y por decidirse, pero “el mientras tanto” es muy importante. Después, uno con el tiempo entiende que todo eso que estaba sucediendo, esa ebullición, era también importante. Eso genera cosas muy ricas en los personajes, en los vínculos, porque los adolescentes están como librados al azar.

–¿La definiría como una historia de iniciación?

I. B.: –Sí, podría ser. Lo de iniciático me interesa y me parece que está bueno porque es el momento en que empiezan a tomarse los rumbos. Los personajes se encuentran con ambivalencias y empiezan a decidir algo. Y esta iniciación tiene que ver con la sexualidad: por primera vez están viviendo emociones de un tipo. En ese sentido sí es de iniciación.

–¿Decidió filmar en Córdoba porque es su lugar en el mundo o porque además aportaba un plus a la historia?

I. B.: –No podría filmar en otro lugar porque no sé cómo es. No sé cómo es Avenida de Mayo, cómo son los adolescentes allí. Sé cómo se mueve la gente en mi lugar. Hay que hablar de las cosas que uno conoce y por eso elegí Córdoba, ya que nací y me crié allí.

En busca de la identidad

Antes de filmar Ciencias naturales, Lucchesi tenía en mente rodar otra película: El Pampero. Pero cuando vio junto a su equipo que iba a demorar un año poder empezar el proyecto, el cineasta viró hacia otro porque sentía una necesidad muy fuerte de filmar. “Entonces dije: ‘Basta, quiero filmar algo’”, cuenta Lucchesi. Tenía cierta posibilidad económica por ahorros, ayuda de su familia y préstamos de amigos. Decidió viajar a Córdoba para rodar su ópera prima; especialmente a un lugar que frecuentaba de adolescente, “que estaba cerca del cerro Champaquí”, expresa el director. Después recorrió un poco más las sierras cordobesas y, como por arte de magia, le surgió una imagen que la combinó con otra y ahí nació una historia: “La imagen era una mujer con una nenita en el medio de la montaña, como esperando algo”. Y esa imagen está en Ciencias naturales. Eligió a una joven actriz de 12 años, Paula Hertzog, conocida por ser la protagonista de El premio, largometraje sobre el tema de la identidad que filmó la argentina Paula Markovitch (radicada en México desde hace más de dos décadas). En la ficción de Lucchesi, Hertzog es Lila, una niña de 12 años que siente la enorme necesidad de conocer quién fue su padre, ya que su madre tuvo una relación efímera mientras el hombre trabajaba en su pueblo como instalador de antenas. La maestra (Paola Barrientos) de Lila es la única que la comprende y decide ayudarla en el peregrinar por distintos pueblos. La chica sólo cuenta con una chapita de la empresa donde trabajó su padre que estaba pegada en una antena que instaló.

–¿Buscó abordar el tema de la identidad, pero no desde una mirada política?

M. L.: –Sí, la película no tiene una mirada política. Sí tiene algo que Inés mencionaba de la adolescencia (esta chica está entrando a la adolescencia, tiene 12 años): la potencia de conflicto que hay a esa edad. Las hormonas empiezan a entrar en ebullición, se producen los cambios y las atracciones por el hombre o la mujer que te gusten. Empieza toda una cosa súper interesante. Y la necesidad de esta nena de buscar al padre no es que antes no la tenía sino que en ese momento ella siente que tiene que hacerlo. No es racional. Todas las cosas racionales que le vienen no consiguen pararla porque hay algo que le demanda interiormente y que es más fuerte.

¿Tendencia o consolidación de un movimiento?

En poco tiempo, el cine cordobés ha traspasado las fronteras de la provincia: Por sus propios ojos (Liliana Paolinelli), Salsipuedes (Mariano Luque), Yatasto (Hermes Paralluelo) y el triple lanzamiento de Hipólito (Teodoro Ciampagna), El invierno de los raros (Rodrigo Guerrero) y De Caravana (Rosendo Ruiz), entre otras. Barrionuevo sostiene que la mención al “fenómeno cordobés” es “una forma de nombrar el movimiento, aunque me parece que éste siempre existió de alguna manera”. La directora señala que en Córdoba “siempre se hicieron películas, pero quizás ahora se hacen más y quizás hay más proyección”. Y esto es posible “porque hay más oportunidades y las condiciones están mejor dadas”. Si se dice Nuevo Cine Cordobés “hay un ambiente muy variopinto de películas totalmente distintas que no responden sólo a un lugar de pertenencia”, explica, a su vez, Barrionuevo. “Córdoba es la provincia que más estudiantes de cine tiene en relación con su cantidad de habitantes. Entonces es lógico que sea una provincia con mucha proyección de cine. Tiene que haber más. Es fundamental que salga la Ley de Cine de Córdoba. Hay un proyecto y eso ayudaría a que se hagan más películas. Están las condiciones, pero falta un empujón más”, afirma.

Lucchesi, en tanto, señala en tono de graciosa autocrítica: “Yo me fui. No me quedé a pelearla en el territorio, pero noto lo que dice

Inés. Fui a una universidad privada y a la nacional, no duré mucho en ninguna de las dos, pero lo que sí viví en ese mundo fue que se hacía mucho cine. Como dice Inés, ahora las condiciones son bastante más favorables. Y también se les está dando más importancia a las historias y no sólo a lo técnico. Mi experiencia breve en Córdoba era que lo técnico comía a lo otro. Así que creo que actualmente se están generando cosas vitales”, expresa el director.

–El hecho de que películas salteñas, tucumanas y cordobesas hayan sido elegidas para los festivales internacionales en los últimos años, ¿habla de una federalización de la producción cinematográfica nacional?

I. B.: –Sí, eso es evidente. Hay una clara línea de federalización y de nueva mirada que abarca a todo el país. Eso se ve en los resultados. Y algo que no tiene que ver con la política es que hay ganas de ver otras cosas y también otras realidades. Como pasó con Lucrecia Martel en su momento, hay ganas de ver otras realidades de parte de todo el mundo. Esto va acompañado de un modelo de federalización muy importante.

M. L.: –Hay una intención de incorporar al resto del país y no que todo sea de la FUC, por decirlo de alguna manera. Es interesante que gente de otros lugares salga a contar. Y eso claramente es por un incentivo. Conozco a los tucumanos Ezequiel Radusky y Agustín Toscano, que presentaron Los dueños en el Festival de Cannes el año pasado, y eso ayuda. Es el Incaa que, de alguna manera, ayuda a que desde otros lugares aparezca gente.

–Si antes los directores de las provincias tenían que filmar en Buenos Aires o tener a la ciudad como epicentro de la producción, ahora se puede contar con equipos propios en las provincias. ¿Cómo lo ven?

I. B.: –Sí, es verdad, pero aún falta. Está ahí la rueda para que gire y que las películas no sean casos aislados. Es bueno que se genere una industria y que todos puedan trabajar de eso y no que haya una película aislada cada año. Lo ideal es que toda la gente del sector audiovisual no tenga que irse y que pueda trabajar en su lugar de pertenencia haciendo películas, una tras otra, como indica el significado de industria.

M. L.: –Mi caso es distinto, porque vivo en Buenos Aires y fui a filmar a Córdoba. Sentí que la calidad técnica y humana está. Hay gente con ganas, buenas ideas y desde hace mucho se está gestando esto que empieza a vislumbrarse. Estaría bueno que se siga dando ayuda e importancia a esta federalización de proyectos.

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Atlántida (arriba) y Ciencias naturales, los dos films que participan en Berlín.
 
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