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Viernes, 5 de octubre de 2007

CINE › LA VIDA OCULTA DE LAURENCE OLIVIER

El espía que sabía actuar

Su carrera y su vida hicieron correr ríos de tinta, pero tras la fachada más conocida de Laurence Olivier quedaban hasta ahora algunos secretos, heroicos, como su labor de espionaje durante la Segunda Guerra Mundial, y dolorosos, como los abusos sexuales que sufrió de adolescente por parte de un sacerdote. Larry Olivier, una biografía publicada cuando se cumplen cien años del nacimiento del mítico actor y director británico, devela los aspectos menos conocidos de quien supo, como nadie, dar vida a los personajes shakespeareanos, tanto en el teatro como en la gran pantalla.

Aunque Olivier interpretó a algunos de los héroes militares británicos más intrépidos, desde Lord Nelson hasta Enrique V, fue, sin embargo, en la vida real donde tuvo que desempeñar su papel más arriesgado. Acusado en ocasiones de falta de patriotismo por permanecer en Hollywood mientras los británicos sufrían los rigores de la contienda, una nueva biografía revela que el actor trabajó para los servicios secretos británicos en EE.UU., arriesgándose a ser detenido o, incluso, asesinado. Reclutado en 1940, a instancias del mismísimo Winston Churchill, su misión era contribuir a recabar apoyos para la causa contra la Alemania hitleriana de unos EE.UU. no muy proclives a entrar en guerra en los primeros momentos del conflicto. Con espías nazis en cada esquina, Olivier corría muchos riesgos al llevar a cabo esas actividades, destaca la biografía, escrita por Michael Munn. “Larry podía haber sido acusado de espionaje. Esto suena absurdo ahora, pero antes de entrar en guerra, EE.UU. no toleraba la presencia de agentes extranjeros. Así que podían haberlo detenido. Y lo que es peor, si los espías alemanes se hubieran dado cuenta de lo que hacía, estoy seguro de que habrían ido tras él”, afirma el también actor David Niven. Otro de los grandes secretos destapados por la biografía es que Olivier sufrió de adolescente abusos sexuales por parte de un sacerdote que era la persona más próxima a él durante su estancia en un colegio privado en Londres. El autor sostiene que esa experiencia traumática, sufrida después de haber perdido a su madre a los 12 años, marcó muchos aspectos de la vida del actor, tanto su necesidad casi enfermiza de mantenerlo todo bajo control como su legendario miedo escénico y sus relaciones amorosas, sobre todo con Vivian Leigh. La tempestuosa historia de amor entre ellos también es abordada en el libro, desde la irrefrenable pasión del principio hasta el deterioro de la relación, que coincidió con el agravamiento de los problemas psicológicos de la protagonista de Lo que el viento se llevó, que sufría trastorno bipolar.

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