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Viernes, 4 de enero de 2008

CINE › “EL NOVIO DE MI MADRE”, CON MICHELLE PFEIFFER

La madurez crítica de una sex symbol

 Por Horacio Bernades

6

EL NOVIO DE MI MADRE

(I Could Never Be Yuor Woman)
EE.UU.,
2007.

Dirección y guión: Amy Heckerling.
Intérpretes: Michelle Pfeiffer, Paul Rudd, Jon Lovitz, Saoirse Ronan, Sarah Alexander, Stacey Dash, Fred Willard y Tracey Ullman.

Sin ser del todo lograda, El novio de mi madre confirma a su realizadora y guionista, Amy Heckerling, como una verdadera autora de comedias, capaz de impregnar la mayoría de sus películas de un reconocible aire de familia. Ya se trate de Fast Times at Ridgemont High (1982, con Sean Penn y Jennifer Jason-Leigh), como de ambas Mira quién habla, de Ni idea como Un perdedor con suerte (Loser, editada aquí sólo en video) o ahora ésta, Heckerling (Nueva York, 1954) es la clase de cineasta que ni siquiera filmando películas de encargo subestima a su material. Y siempre se las arregla para dotarlas de toques personales.

Uno de los recientes comebacks en serie emprendidos por la casi cincuentona Michelle Pfeiffer (los cumple en unos meses), la ex Gatúbela encarna aquí, visiblemente, una proyección de la autora. Guionista de televisión que acusa 42, separada y con hija preadolescente, Rosie es linda y lo suficientemente piola como para pegar un gritito de felicidad cuando la hija, Izzie (Saoirse Ronan) le cuenta que acaba de tener su primera regla. Más dedicada a jugar unas graciosas versiones de Barbie-para-adultos con su hija (hay un Ken que padece Alzheimer, por ejemplo) que en salir con amigas por la noche, Rosie se ve obligada a padecer a una especie de superyó entre reaccionario y ecológico (Tracey Ullman, haciendo de Madre Naturaleza) que al menor amague de “mal paso” se le aparece y la psicopatea. Qué dirá Madre Naturaleza cuando Rosie, durante un casting, se quede prendada de un actor jovencísimo llamado Adam (Paul Rudd). Que, ni lerdo ni perezoso, velozmente la invita a salir...

Trabajando un tema muy parecido a uno de los episodios más recientes de 30 Rock –genial sitcom escrita y producida por la gran Tina Fey– y con una plétora de referencias al mundo del espectáculo y a la actualidad estadounidense como esa serie suele estarlo, El novio de mi madre (título inapropiado, porque no es Izzie la protagonista de la película) está llena de diálogos inteligentes, tiene buenos personajes secundarios (como la envenenada secretaria de Rosie), exhibe una comprensión de sus personajes muy típica de Mrs. Heckerling, cuenta con magníficos comediantes en papeles tangenciales (Jon Lovitz como el ex marido, Fred Willard haciendo de jefe de Rosie, un par de cameos a cargo de Henry Winkler) y Pfeiffer está tan luminosa como de costumbre. Además del coraje (o sentido de realidad, da lo mismo) que entraña, para semejante sex symbol, hacer de veterana en crisis.

Descartando desde ya el personaje de la Madre Natura superyoica, que está fuera de tono, de registro y de todo, el problema principal de El novio de mi madre es que contando con ingredientes nobles, da la sensación de faltarle unos puntos de cocción. Igual, la escena en que Rosie entra con Adam a un boliche para jóvenes resulta casi conmovedora, por la fraagudeza y empatía con que Heckerling y Pfeiffer entienden lo incómodas que son las situaciones como esa.

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