Sábado, 16 de febrero de 2008 | Hoy
CINE › “PETROLEO SANGRIENTO”, ENTRE LAS FAVORITAS AL PREMIO
La película de Paul Thomas Anderson es candidata a ganar hoy, en una edición del festival que permitió brillar a los films asiáticos y a la inglesa Happy-Go-Lucky, de Mike Leigh.
Por Luciano Monteagudo
Con las dos últimas jornadas dedicadas a películas fuera de la competencia –Katyn, del veterano polaco Andrzej Wajda; The Other Boleyn Girl, con Natalie Portman y Scarlett Johansson disputándose los favores del rey Eric Bana; Be Kind Rewind, un unipersonal de Jack Black dirigido por el francés Michel Gondry–, el jurado presidido por el realizador franco-griego Costa Gavras ha tenido tiempo de sobra para decidir los premios de esta edición de la Berlinale, que se conocerán esta noche en la capital alemana. Hubo dos deserciones de peso en el jury –la actriz francesa Sandrine Bonnaire, la directora danesa Susanne Bier, que tuvieron que dejar el festival de urgencia por sendos “problemas personales”, según un comunicado oficial de la Berlinale–, pero el director de la muestra, Dieter Kosslick, decidió no reemplazarlas. De haberlo querido, tenía a su disposición nada menos que a Brian De Palma, que –tal como suele hacerlo cada septiembre en Toronto– estuvo presente durante todo el festival, viendo varias películas por día, como el más curtido de la cinéfilos.
Si uno se guiara por las favoritas de los críticos internacionales acreditados –según una encuesta diaria que lleva a cabo el periódico especializado Screen International–, la película que pica en punta, bien por encima de las demás, es Petróleo sangriento (There Will Be Blood), el ambicioso fresco épico sobre los primeros tiempos del oro negro en los Estados Unidos. El film dirigido por Paul Thomas Anderson –que viene por su segundo Oso de Oro, después del que ya ganó en 1999 por Magnolia– también tiene fuertes chances de llevarse hoy el premio al mejor actor para Daniel Day-Lewis, a su vez favorito al Oscar la noche del próximo 24 de febrero, en la ceremonia de la Academia de Hollywood. (No habrá que esperar mucho para conocer la película en Buenos Aires: se estrena el próximo jueves.)
Aquí en Berlín, sin embargo, Day-Lewis se ha encontrado con algunos contrincantes de peso, así que el pronóstico todavía está muy abierto. Hay quienes dicen que Ben Kingsley puede llevarse su Oso por Elegy, la versión que hizo la catalana Isabel Coixet de la novela The Dying Animal, de Philip Roth, en la que el inglés se enamora perdidamente de Penélope Cruz. Los italianos guardan en cambio alguna esperanza por Na-nni Moretti, protagonista absoluto de Caos calmo, en la que el autor de Caro diario se entrega a las manos de otro director, Antonello Grimaldi. Pero Moretti, ya se sabe, no es un actor precisamente expresivo, sino más bien un personaje en sí mismo y acá parece un poco fuera de lugar en este melodrama donde –como en La habitación del hijo– vuelve a llevar luto por un ser querido, en este caso su esposa. La novedad, en todo caso, es que aquí Moretti, siempre tan circunspecto, se permite una tórrida escena de sexo, aunque luce tan malhumorado como de costumbre, como si estuviera discutiendo una vez más con Berlusconi.
En el tramo final de la competencia apareció también otro candidato, el israelí Moshe Igvy, protagonista de Restless, de Amos Kollek, donde interpreta a un improvisado stand-up comedian de Nueva York, en una película sobre reconciliaciones familiares que se inscribe en la línea trazada por el cine de John Casavettes, lo que convierte a Igvy –toda una celebridad en su país– en una suerte de primo no muy lejano de Peter Falk. Si de actrices se trata, también hay varias rivales sacándose los ojos, pero la que ha venido subiendo en todas las encuestas es la inglesa Sally Hawkins por Happy-Go-Lucky, la nueva película de Mike Leigh, que es también una de las favoritas al premio mayor. Ganador de la Palma de Oro de Cannes por Secretos y mentiras (1996) y del León de Oro de Venecia por Vera Drake (2004), a Leigh sólo le falta el Oso de Oro de Berlín para completar la triple corona de los principales festivales internacionales. Pero habrá que ver si al jurado presidido por Costa-Gavras le gustó tanto como al público berlinés esta comedia ligera –muy ligera– sobre una maestra de escuela primaria que todavía tiene mucho que aprender en la vida.
El cine alemán no parece correr con buenas chances este año. Kirschblüten-Hanami, de la veterana Doris Dörrie, puede considerarse sin temor a error como su mejor película desde Hombres (1985), pero eso tampoco quiere decir mucho. Y aunque Dörrie no es la primera vez que filma en Japón (Iluminación garantizada ya la había llevado por allí), no deja de ser un síntoma de lo que sucede con el cine alemán, que últimamente está más pendiente de los problemas ajenos –Feuerherz, también en competencia, se va a buscar los niños de la guerra en Eritrea– que de los que tienen acá en casa, que no son pocos. En notas anteriores ya se habló de las virtudes del cine asiático en concurso, sobre todo de Night and Day, del coreano Hong Sang-soo; Sparrrow, del hongkonés Johnny To, y Kabei, del japonés Yoji Yamada. El jurado seguramente las tendrá en cuenta en sus discusiones, pero no puede omitir Ballast, una sorpresa de último minuto en la competencia. Escrita, producida, editada y dirigida por el estadounidense Lance Hammer, en el que es su primer largometraje, Ballast narra con muy buen pulso un momento crítico en la vida de una familia negra del Deep South. Se nota que Hammer ha visto con mucha atención el cine de los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne, pero sabe aplicar ese modelo seco y ascético de los belgas al delta del Mississippi y sacar lo mejor no sólo de sus personajes –a cargo de actores no profesionales–, sino también de un paisaje gris y desangelado, que parece adueñarse del alma de la película. Si el jurado quiere premiar un cine joven e independiente aquí tiene –junto con Lake Tahoe, del mexicano Fernando Eimbcke– a su candidato.
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