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Sábado, 1 de marzo de 2008

CINE › LAS CRITICAS A LOS PREMIOS OSCAR

¿Aburrido, yo?

Periodistas y directores cuestionan la duración y la producción de una entrega que en 2008 bajó sus índices de audiencia.

Los modestos índices de audiencia y el tedio que generó la última gala de entrega de los Oscar motivaron a sus responsables a debatir sobre un formato que ya no convence a los más jóvenes, por estar lejos de las nuevas tecnologías y por pedir a gritos un cambio de imagen para adaptarse a los tiempos que corren. “El espectáculo quedó anticuado”, aseguró Jay Zabriskie, director de TV estadounidense. “Creo que hace falta más interactividad durante la ceremonia. Tendrían que permitir que se envíen mensajes de texto para que la gente diga lo que piensa, al igual que ya se hizo en galas de premios de publicidad”, señaló.

Por no seguir este tipo de consejos, la Academia podría haber tenido su penitencia: la 80ª edición de los Oscar convocó frente al televisor a 32 millones de personas, casi la mitad de los espectadores que siguieron en directo, en 1998, la entrega de once estatuillas a Titanic, uno de los films más taquilleros de la historia de Hollywood. Uno de los directores de la Academia, Bruce Davis, confesó que no habrá cambios en el formato de la gala a corto plazo, aunque sí serán evaluados para un futuro. “Nos vamos a tener que acostumbrar a un menor número de espectadores”, indicó Davis, que piensa que lo que le gusta al público es el “glamour” de la alfombra roja, pero que últimamente la gente prefiere películas que no son las que más les gustan a los miembros de la Academia. De hecho, entre los cinco largometrajes nominados al Oscar este año como Mejor Película, solamente La joven vida de Juno ha superado los 100 millones de dólares en taquilla. La ganadora, Sin lugar para los débiles, cosechó hasta el momento 65 millones de dólares, mientras que uno de los títulos con más éxito de público en 2007, Hombre araña 3, alcanzó una recaudación mundial por encima de los 800 millones de dólares y ni siquiera entró a concurso. Patrick Goldstein, de Los Angeles Times, aseguró que los Oscar son “una reliquia, incapaz de competir con otros grandes eventos televisivos en Estados Unidos, como la final de la Super Bowl de la Liga de Fútbol Americano”. El crítico sugirió recortar la duración de la entrega de premios, que supera las tres horas, y emitirla simultáneamente por Internet para ampliar la información que se ofrece sobre celebridades y ver los bastidores mientras transcurre el programa. Erik Davis, editor de www.cine matical.com, reclamó que se permita a los espectadores decidir con sus votos al menos uno de los premios, tal y como ocurre en programas como Gran Hermano.

Tampoco el triunfo de los europeos, que coparon las estatuillas de interpretación y dejaron en segundo plano a rostros más populares entre los estadounidenses, favoreció el interés de la audiencia masiva, indiferente ante nombres como los de los ganadores Marion Cotillard o Javier Bardem. Otro dato significativo remarca el desinterés de las nuevas camadas por este espectáculo de Hollywood: el número de jóvenes que vio la ceremonia por televisión cayó casi un 25 por ciento respecto de la gala de 2007.

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En diez años, la entrega redujo su público a la mitad.
 
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