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Martes, 26 de abril de 2011

PLASTICA › PLASTICA “PANTEóN DE LOS HéROES”, EN EL ESPACIO DE ARTE DE LA FUNDACIóN OSDE

Entre el arte y la historia

Una muestra con obras de cincuenta artistas propone versiones, lecturas e interpretaciones de la historia argentina en tensión, contrapunto o ironía respecto de la historia de los manuales escolares. Héroes, episodios y antihéroes.

 Por Fabián Lebenglik

La muestra “Panteón de los héroes”, que se presenta en estos días en el Espacio de Arte de la Fundación OSDE, al mismo tiempo que celebra la relación entre arte, historia y política, ironiza acerca de las aristas pomposas que esta relación ha tenido a lo largo de la historia. Pompa involuntaria durante el siglo XIX, luego crítica y humorística a medida que nos acercamos al presente. Los curadores de la muestra, Isabel Plante y Sebastián Vidal Mackinson, presentan un ensayo visual en el que reúnen a unos cincuenta artistas alrededor de este núcleo duro de la tradición artística. Y afirman que “la revisión del pasado en tanto historia –sus relatos y recovecos y sus representaciones visuales– constituye una actividad incisiva cada vez más recurrente para una serie de artistas locales que trabajan con procedimientos muy diversos”.

La exposición se articula alrededor de cuatro núcleos: historias, próceres, otros, y estudiolos. Son ideas que postulan campos de lectura y de reflexión a través de los cuales se muestra cómo los artistas reescriben y cuestionan las formas académicas, los discursos ideológicos de manual escolar y toda posición dogmática alrededor de la evocación, simbolización, representación y usos de los relatos históricos.

“Ese desmenuzado de las representaciones del pasado patrio –dicen los curadores– sólo es posible si se entiende la historia menos como una gran gesta que como un relato organizado a partir de una tradición selectiva de héroes y episodios clave.”

Las obras exhibidas suponen como telón de fondo el funcionamiento de ciertos contextos de interpretación que pone en evidencia las luchas facciosas y sangrientas que caracterizaron a la historia argentina.

Las obras seleccionadas colocan en el centro de sus reflexiones todo el recorrido de dos siglos de historia nacional, desde la independencia del país, pasando por las luchas civiles y la consolidación nacional, hasta llegar a los gobiernos autoritarios y la actualidad.

“Por supuesto –dicen los curadores–, ‘Panteón de los héroes’ no pretende dar a ver una historia argentina ilustrada ni rescatar del pasado una galería de próceres completa e incólume. La tarea fue, en verdad, en el sentido inverso: a partir de aquellas figuras y episodios tematizados en las obras más recientes, incluimos luego algunos ‘materiales de estudio’ que pudieran resonar con el primer conjunto. En este sentido, y en concordancia con el trabajo de los artistas contemporáneos, la propuesta curatorial consiste en poner a prueba las selecciones y representaciones heredadas. Si lo político repone el desacuerdo y, por el contrario, la política consiste en la búsqueda de consensos (y por lo tanto la difuminación del disenso), la revisión de la historia nacional podría pensarse como un gesto político. ‘Panteón de los héroes’ se propone, entonces, reunir una galería de imágenes que reponen la vida activa de los conflictos históricos.”

Uno de los caminos que pueden rastrearse en la exposición es la relación que los artistas establecen entre documento y monumento. En el caso del monumento, se recorre críticamente el momento de la entronización del monumento como la materialización condensada de una ideología de la historia. Se parte de ironizar sobre el modo en que lo impuso la generación liberal del ochenta como estrategia simbólica de construcción de nacionalidad, hasta llegar a la década peronista de 1945-55, en donde el volumen escultórico tenía sesgo celebratorio, heroico y conmemorativo. Hay parodias de los monumentos públicos relacionadas con la historia oficial, que los artistas deconstruyen poniendo en evidencia la retórica estatuaria.

También, al mismo tiempo que se documenta el presente, hay una hipótesis de cómo la veta documental funcionaba como complemento e inscripción de la política. Y el arte muchas veces tenía el carácter de sucedáneo de la política, como su apéndice pedagógico.

El “Museo libertario” (2000-2001), de Magdalena Jitrik.

En el capítulo denominado “Historias” se citan episodios clave de la historia política nacional, así como de la historia económica y también urbana. Aquí se incluye obra de Patricio Larrambebere, Agustín Blanco, Cristina Piffer, Eduardo Molinari, Estanislao Florido, Leonel Luna, Luis Felipe Noé, Juan Carlos Romero, Graciela Sacco, Res, Ricardo Pons, Esteban Alvarez, Nuna Mangiante, Julián D’Angiolillo.

La sección “Próceres” reúne tanto obras en que se retoman y o redefinen ciertos héroes (en tensión o correlato con los héroes “de manual”), como también la imagen misma del héroe es la que se coloca en el centro de la discusión. El punto de partida –y puesta en crisis– es el esquema museográfico (por su sentido y función) del Museo Histórico Nacional, fundado a fines del siglo XIX como una suerte de panteón militar de la patria. En este segmento se incluye obra de Esteban Alvarez, Luis Benedit, Agustín Blanco, Marcelo Bordese, Alberto Heredia, Leo Chiachio y Daniel Giannone, Cristina Coll, Javier Olivera, Eduardo Molinari, Noé, Alberto Passolini, Res, Daniel Ontiveros, Graciela Taquini, Carlos Gorriarena.

El capítulo “Otros” reflexiona sobre la contrafigura del héroe: “Aquellos que –proponen los curadores– han sido representados como alteridades, como encarnaciones del ser nacional, como multitud o incluso como expresiones de la naturaleza vernácula”. En esta sección hay obras de Gabriel Chaile, El Plan (Marcelo de la Fuente y Ricardo Vesentini), Daniel Ontiveros, Rogelio Yrurtia, Daniel Santoro, Luis Benedit, Patricio Larrambebere, Guillermo Srodek-Hart, Leonel Luna, Norberto Gómez, Grupo de Arte Callejero (GAC), Leticia El Hali Obeid, Magdalena Jitrik.

El “Estudiolo” (pequeño estudio) ofrece materiales de cámara. En palabras de los curadores, “fue concebido como un espacio reducido que reúne materiales a examinar y cotejar. Por un lado, ediciones, cuadernillos o ensayos preliminares de producción reciente por parte de los artistas convocados. Además, el ‘Estudiolo’ ofrece algunos artefactos visuales pequeños producidos a lo largo de unos cien años desde los inicios del siglo XIX (...) Dibujos, caricaturas, miniaturas, láminas, billetes y ediciones que suscitan ciertas respuestas”.

* En el Espacio de Arte de la Fundación OSDE, Suipacha 658, 1° piso; hasta el 28 de mayo. De lunes a sábado, de 12 a 20. Visitas guiadas: miércoles a las 18 y sábados a las 17. Entrada libre y gratuita.

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“El caballero de la máscara”, 1975, de Alberto Heredia.
 
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