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Martes, 27 de septiembre de 2011

PLASTICA › GRACIELA SACCO EN EL PARQUE DE LA MEMORIA

Cerca de la memoria que fluye del río

La artista rosarina muestra una obra inquietante, de gran escala, realizada ex profeso para el Parque de la Memoria.

 Por Fabián Lebenglik

Desde la entrada al Parque de la Memoria, Graciela Sacco evoca el río con una imagen impresa sobre una superficie de lona de unos cincuenta metros de longitud por un metro de alto, colocada en la reja perimetral. A las evocaciones, metáforas y recuerdos que inspira todo río, el De la Plata agrega la siniestra particularidad de haber sido usado como cementerio clandestino por la dictadura, porque allí arrojaba a los detenidos-desaparecidos. Con esa larga foto, la artista acerca el río al visitante y lo coloca ahí nomás, sobre la cerca, al borde de la Avenida Costanera. Sacco llama la atención sobre la cerca y el río porque estas aproximaciones son parte y al mismo tiempo prólogos de los temas centrales de la obra que la artista realizó especialmente para el Parque de la Memoria y que continúa y se desarrolla en el interior de la sala de exposiciones.

El visitante entra a la sala con esa evocación inmediata del río, especialmente en este parque, que hace fluir la memoria del río.

Dentro de la sala de exposiciones la obra se vuelve más física y contundente, casi amenazante: una enorme empalizada de madera divide la sala y genera un inquietante recinto, aparentemente inaccesible, desde el que se oyen detonaciones. Al fondo de la sala, otra secuencia de maderas –de ocho metros y medio de ancho por dos metros veinte de altura– oficia de vallado, en este caso metafórico, porque está apoyado sobre la pared. Este conjunto ofrece una enorme imagen fotográfica –y segmentada– del río y se asocia de inmediato (aunque en otro soporte) al señalamiento urbano de la entrada: ambas piezas tienen el mismo título, Cualquier salida puede ser un encierro, y pertenecen, junto con la obra central (la gran empalizada que divide la sala) a la serie Tensión admisible.

Según escribe Andrea Giunta en el catálogo, “Tensión admisible expone una meditación sobre los límites, sobre la tensión máxima que puede articularse en el momento previo a un estallido. En el título de la muestra redobla el registro perceptual de la obra”.

La empalizada central, al impedir el acceso hacia el otro lado, comienza planteando la cuestión de los límites y supone una presencia fuerte que incomoda y en cierto modo ejerce cierta presión sobre el visitante. Al recorrer el vallado vemos que no se trata de un cerco impenetrable, sino que las sucesivas uniones de los maderos ofrecen múltiples intersticios a través de los cuales se puede espiar en distintos ángulos, parcialmente, lo que sucede del otro lado.

En consonancia con los sonidos de disparos, dentro del recinto delimitado por el cerco de madera, puede verse –al modo de un enorme y violento videojuego bélico– una gran pantalla sobre la que se proyectan salpicaduras negras en sincronía con las detonaciones. La totalidad de la pantalla se va llenando de estas manchas hasta que todo se vuelve negro y entonces la secuencia visual se invierte: ahora los sonidos se corresponden con un rítmico vaciamiento de la pantalla, hasta que queda blanca. “La tensión que proviene de la sucesión de disparos –escribe Giunta–, del ruido ensordecedor, de la superficie dinámica de manchas sobre manchas, del ritmo vertiginoso de los postes de madera que interrumpen el registro de la pintura en movimiento, lleva a detenernos en el encadenamiento de una violencia que se materializa en un espacio específico: la sala del Parque de la Memoria como laboratorio para una reflexión basada en la percepción.”

Se suele decir que los artistas siempre están haciendo una única y misma obra. En tal sentido, este tipo de vallado remite a otros sucesivos vallados de la artista, sobre los que imprimía imágenes de revueltas populares. Así esta obra resulta aún más apreciable para quienes conocen la obra de Sacco a lo largo de los años, porque la artista avanza sobre su lenguaje artístico personal generando un espacio de productiva incertidumbre en el marco de la propia obra. Los maderos que llevaban inscripta la imagen de una revuelta también pueden ser testigos mudos de la violencia, generando un encierro sin salida.

La directora del Parque de la Memoria, Nora Hochbaum, dice sobre Graciela Saccio que “la lucidez y potencia de su lenguaje se reconocen a lo largo de su itinerario artístico, en el que cada obra o proyecto que presenta nos alerta y sorprende por su carácter profundamente crítico y reflexivo”. La artista logra el punto justo entre concepto y realización con una obra cuya materialidad y contundencia generan una belleza especialmente cruda, con la que propone, al mismo tiempo, una obra abierta de arte político. (En el Parque de la Memoria, Costanera Norte, hasta el 20 de febrero de 2012.)

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