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Martes, 28 de abril de 2009

TELEVISION › ALEJANDRO FIORE Y LOS RELATOS DE DROMO

“Un programa hecho a pulmón”

El actor, que se hizo popular con Los simuladores, terminó de grabar el piloto de una serie de unitarios de terror, suspenso y tragicomedia. “Hasta mi viejo nos dio una mano como remisero –explica–. Todos hicimos de todo”.

 Por Emanuel Respighi

La “loca” idea surgió el año pasado, en algún bar colombiano. Allí, en un alto de la grabación de la telenovela Valentino, el argentino, el autor Andrés Gelós y el actor Alejandro Fiore empezaron a divagar sobre la posibilidad de una serie televisiva que ni siquiera tenía status de proyecto. Entre cervezas y pegadizos vallenatos, fue tomando forma una serie de cuentos fantásticos, al estilo de las sagas Cuentos asombrosos o Cuentos de la cripta. Y así fue como, entrada la madrugada, el entusiasmo cedió paso a la convicción de poder concretar el plan de una única manera: de forma independiente.

Hoy, después de que el actor y el autor rompieran el chanchito y muchos amigos se sumaran al proyecto, aquella idea se transformó en Dromo, cuyo piloto acaba de terminar de grabarse. “A mí lo que me interesa como actor es poder hacer mis proyectos y no estar dependiendo del llamado o, por cuestiones económicas, tener que trabajar en proyectos que tal vez no son de mi agrado. No es lo mismo trabajar en proyectos propios que en los de otros”, admite Fiore en la entrevista con Página/12.

Probablemente Dromo sea uno de los proyectos independientes más austeros que se recuerden en la TV argentina. Hijo de la crisis económica, Fiore destaca que se trata de “un programa hecho a pulmón”. Y no es una simple metáfora. “Si bien no nos hipotecamos por hacerlo –aclara–, es cierto que pusimos dinero de nuestros bolsillos. Mi viejo nos dio una mano como remisero para trasladar a los actores, mi vieja hizo el catering, el hermano y el papá de Andrés trabajaron de actores, al igual que mi suegro... En definitiva, todos hicimos de todo.”

Además del trabajo de familiares, Dromo se valió de la convocatoria de amigos del ambiente: Jorge y Federico D’Elía, Eugenia Tobal y Héctor Bidonde fueron algunos de los actores que se sumaron a la propuesta autogestiva y se subieron a la puesta artística.

Compuesta de trece episodios, Dromo –que aún no tiene canal asignado para su emisión– contará historias unitarias que transitan por diferentes géneros: el terror, el suspenso, la tragicomedia, lo paranormal. El denominador común de los episodios es que el relato no respetará el tiempo cronológico de los hechos, sino que se estructurará de atrás hacia adelante. “En cada capítulo habrá un héroe que nunca terminará feliz y contento. Es un programa de género, de puro entretenimiento y sin ningún paralelismo con la realidad, lo que no es usual en la TV argentina”, dice el ex protagonista de Los simuladores, programa que también nació como una idea autogestada para emitirse en el cable y que terminó convirtiéndose en una de las ficciones más logradas y exitosas de la TV argentina de los últimos años.

–¿Ya tenía la idea de producir un programa o recién se le cruzó por su cabeza al momento de pensar en Dromo?

–La idea surgió por el hecho de que es un momento en el que se está haciendo poca ficción y hay escasas propuestas de trabajo. De entrada el proyecto me gustó mucho y a mí siempre me interesó la autogestión. En el teatro lo hice casi siempre y me resulta una experiencia formidable porque se forman verdaderos equipos.

–Es interesante lo que dice porque uno creería que a usted, que ya protagonizó varios programas en la TV, en el teatro y en el cine, le sobran las propuestas de trabajo.

–Aquellos actores que reciben muchas propuestas son pocos. Me llegan propuestas, pero no hay nada como tratar de hacer proyectos que a uno le gustan, que uno disfruta y que le hacen bien. Poder darle a un programa de TV la luz, el sonido y la música que uno soñó para cada escena es incomparable. Y en el proceso televisivo tradicional y comercial cada área está muy diferenciada: el actor sólo actúa. La carrera del actor es muy inestable. Con Dromo aprendí y descubrí muchas otras facetas, desde cómo producir un episodio hasta armar el catering o trabajar en la edición.

–¿Pero no todos los actores tienen ese interés?

–Hay gente a la que no le va. Hay gente que se prende en un proyecto autogestivo y le sale una úlcera. A mí me pasa lo contrario: me sale una úlcera si no hago nada. Yo necesito estar en movimiento. Y con Dromo me di cuenta de que mucha gente tiene ganas de hacer algo distinto pero necesitan que alguien les dé un empujoncito.

–Este tipo de proyectos encierran la motivación, para un actor, de volver a lo básico, de actuar “por amor al arte”.

–Todos, desde los actores hasta los técnicos, vinieron con pilas. Si miraban el reloj porque nos pasábamos de la hora, no íbamos a poder hacerlo. Por eso la necesidad de sumar gente amiga. Y el grupo de trabajo se hizo más fuerte porque el compromiso pasa por otro lado, que no es el económico. Si había que bajar un mueble por cinco pisos, se prendían todos. En Dromo no existió esa frase que se escucha en las productoras o canales importantes: “Esa no es mi área”. Trabajamos todos de todo. No hubo rótulos de nada. Nos movimos por pasión.

–¿Y cree que esa “humanidad” se traslada positivamente a la pantalla?

–Creo que sí. Como la fuerza motora pasa por contar una buena historia y que salga bien, uno termina trabajando el doble. Simplificás un montón de cosas, vas a lo concreto. Hay un trabajo de edición mayor y estás abierto a las opiniones. Cuando aparece un equipo, todo se resuelve más fácil.

–¿A partir de Dromo piensa abrir una productora?

–No queremos ponerle nombre a la productora, porque no lo es. Lo que hacemos es pensar contenidos y tratar de llevarlos adelante. Buscamos gente que se cope con buenas ideas para hacer el piloto y que luego inversionistas, canales o productoras logren financiarlos. Es un nuevo proceso de producción. De hecho, ya estamos pensando con Tobal y Gelós otra serie de registro policial. Pero primero tenemos que tratar de hacer que Dromo pueda ver la luz para que toda la fuerza interior que se movilizó para grabarla complete su sentido.

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Alejandro Fiore requirió la ayuda de familiares y de amigos del ambiente televisivo para Dromo.
Imagen: Rafael Yohai
 
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