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Martes, 20 de enero de 2015

TELEVISION › ENTREVISTA A MARTíN BONAVETTI, DIRECTOR EJECUTIVO DE CANAL 7

Los desafíos que se renuevan

Tras la experiencia positiva de transmitir el Mundial, la TV Pública se propone este año producir y emitir la versión televisiva de Los siete locos y, en un año electoral, convertirse en un espacio mediático para la discusión de ideas.

 Por Emanuel Respighi

El desafío por delante es grande. Tras un 2014 en el que la TV Pública demostró que la decisión de comprar en exclusividad los derechos del Mundial de Fútbol fue una jugada que rindió sus frutos, tanto en audiencia como a nivel productivo, el año que acaba de comenzar se le presenta como la posibilidad de volver a dar otro paso en su recuperación. Si en materia de ficción el canal estatal llevó adelante un proceso paulatino de desarrollo que lo impulsará a producir y emitir la versión televisiva de la obra de Roberto Arlt Los siete locos, el año electoral le pone por delante convertirlo en un espacio mediático capaz de darle rienda suelta a la discusión de las ideas que se pongan en debate. “Vamos a poner la marca de la TV Pública en juego durante el proceso electoral, pero confiamos en que el convenio que firmamos con la Unesco para ser evaluados por sus indicadores de calidad va a avalar el trabajo realizado”, señala Martín Bonavetti, director ejecutivo de Canal 7, a Página/12.

El año 2014 puede ser considerado histórico para la TV Pública. La transmisión del Mundial fue un aporte que puso a la emisora al mismo nivel que las grandes cadenas que habitualmente tenían los derecho de este tipo de competencias, que le permitió alcanzar la audiencia anual más alta de los últimos once años. En terapia volvió a ratificar que la ficción de calidad no es exclusividad de los canales comerciales, a la vez que Línea de tiempo se sumó a la programación como una opción periodística distinta, devolviendo al prime time la entrevista intimista como posibilidad de atrapar a los televidentes. “El 2014 fue un gran año”, afirma Bonavetti. “Fue un año que estuvo signado por el desafío de haber encarado el Mundial, con los resultados cuantitativos y cualitativos que tuvo la primera transmisión íntegra de la TV Pública. Lo interesante fue cómo evolucionó la audiencia en los partidos de la Argentina: la relación entre el promedio de la pantalla del 7 y la de TyC Sports empezó en que cada 3 televidentes que sintonizaban a la TV Pública, 1 lo hacía para la señal deportiva, y hacia el final del torneo esa distancia se extendió de 4,5 a 1. La gente nos eligió. El Mundial habla de un crecimiento e instalación del canal como pantalla deportiva: la gente ya sabe que lo mejor del deporte va a estar en la emisora pública”, subraya.

–Eso en cuanto a los eventos deportivos puntuales. Pero, ¿qué ocurre en otros géneros, como la ficción, por ejemplo, donde los logros artísticos aún no son acompañados por la audiencia?

–Hay ámbitos que tienen otros procesos de maduración. Después de la tercera temporada de En terapia, producir Los siete locos, con una adaptación de Ricardo Piglia y una realización de Fernando Spiner, también es disputar el liderazgo de calidad. En el rubro informativo, creo que el gran desafío de este año es mostrar una programación amplia para enfrentar lo que va a hacer un proceso eleccionario complejo y diverso. Los ojos van a estar puestos en la TV Pública, como ocurre en cualquier país del mundo. En la última elección presidencial que reeligió a Barack Obama, los republicanos plantearon en su campaña cerrar la PBS (la red de emisoras públicas de Estados Unidos) como un recinto de los demócratas. En ningún lugar del mundo la TV Pública está exenta de esa discusión.

–¿El escenario electoral plantea un desafío periodístico o institucional?

–En las dos áreas. Vamos a poner la marca de la TV Pública en juego en el proceso electoral. La TV Pública pone todos los años en juego lo que se hizo. La televisión, por su propia dinámica, se define siempre en el presente. Y en ese presente se pone en juego todo. Si bien formamos parte de un universo más amplio, en la actualidad somos el canal generalista de los medios públicos. El canal debe devenir en el ámbito de los mejores periodistas y especialistas, en un escenario difícil para el periodismo argentino. El día que el periodismo argentino deje de mirarse al espejo y comprenda que la cuestión no pasa por el espejo sino que pasa por la discusión de ideas, se va a dar un salto cualitativo. Por ahora, el periodismo se mira al espejo y se pregunta “espejito, espejito...”. Los medios públicos no estamos exentos de esa discusión.

–¿Es posible pensar, entonces, que la programación de 2015 del 7 pueda contener nuevos espacios periodísticos?

–No creo en el concepto de la gente de la cultura como apropiación de un espacio. Creo que el medio público es el que garantiza un espacio para la interacción de ideas en coyunturas determinadas. De la misma manera que hemos garantizado que la ficción sea el lugar en el que vienen los mejores actores, sin casarnos con ninguna figura, tenemos que hacerlo a nivel periodístico. Matías Martin suma un espacio periodístico necesario que no estaba en la TV pública. Y no es Matías Martin el que lo hace, sino el espacio que él representa periodísticamente. La TV Pública debe generar el espacio de interacción y discusión de las ideas. No hay que discutir personas sino ideas y proyectos. Tenemos que garantizar ese espacio. La diversidad de contenidos es lo que nos dio personalidad frente al resto de la TV abierta.

–¿Por qué lo dice?

–La TV argentina está medio embotada en términos de producción. No veo dinamismo en las pantalllas. Más bien, veo ciertos lenguajes agotados, cierta repetición... Empiezan a ser sintomáticas ciertas justificaciones que hacen los canales: el problema de 2014 era que se jugaba el Mundial, éste será el de las elecciones y así patean la pelota para adelante... Acá estamos trabajando con el nuevo modelo de televidente, que no es el que consume TV por el televisor, sino el que lo hace por otras plataformas, que consume en Internet otras cosas y TV. Tenemos 26 millones de visualizaciones mensuales en YouTube. Son comunidades activas, no pasivas, que ven lo que les interesa desde la web. El resto de los canales les sigue hablando a televidentes pasivos y no comprende ese cambio.

–¿Cómo dialoga la TV Pública con ese nuevo televidente?

–Lo hacemos con todas las plataformas que tenemos y cuantificamos el diálogo en otra escala. Todavía el mercado cree que puede seguir vendiendo chicles o gaseosa a un televidente pasivo y cautivo como el de la TV tradicional. El dinamismo de la comunicación y el nulo peso del mercado que tenemos en la TV pública nos ha llevado a apostar en otras cosas. Por ejemplo, la cantidad de visualizaciones que tuvieron los capítulos de En terapia en nuestras plataformas equivalen al doble de rating de Ibope. El promedio de los episodios diarios fue de 2 puntos, la de la repetición del sábado de otros 2 puntos y las visualizaciones en la web de cientos de miles. La pregunta es: ¿esos tres públicos no deberían sumarse, no son diferentes y demuestran que cada uno ve la tele a su manera y conveniencia? No sé si hay que sumarlo como ganado, pero hay que ir a buscar a ese público. El mercado cuenta al público como ganado, nosotros creemos en la construcción de una relación activa. No sé cómo se debe medir el televidente actual, pero lo que está claro es que es más complejo y dinámico que la manera en que se lo hace actualmente.

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“La televisión, por su propia dinámica, se define siempre en el presente”, plantea Bonavetti.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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