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Sábado, 3 de marzo de 2007

TELEVISION › CONFLICTO EN PANTALLA

Una guerra que no sabe de zapping

La Asociación de Actores acusa a las productoras de ofrecer contratos leoninos.

 Por Emanuel Respighi

Los escándalos televisivos no se limitan a la guerra de vedettes, la competencia por el rating o los videos hot de los inefables participantes de Gran Hermano. Detrás de esos alborotos mediáticos, de dudosa espontaneidad, se esconde un problema mayor –uno verdadero, en realidad– que por estos días erosiona la actividad televisiva de forma silenciosa pero no sin conflictos, enfrentando a los actores y a los productores. Según denunció la Asociación Argentina de Actores, en la actualidad la industria está plagada de “contratos truchos” que se acuerdan bajo normas y cláusulas impuestas por los empresarios que no se condicen con las formas de contratación vigentes en el convenio colectivo de trabajo que aglutina a los actores, avasallando buena parte de sus derechos.

“En los últimos días algunas productoras de TV han vuelto a generar una situación de tensión con los actores, forzando la firma de contratos espurios que contradicen nuestro convenio colectivo e intentan avanzar sobre derechos de otra índole, como el de propiedad intelectual”, asegura el comunicado de la secretaría gremial de la asociación. “Es imperioso ponerle fin a este intento, y a otros expresados en contratos truchos que por otra parte nunca llegaron a la Asociación de Actores pero que sabemos que existen, imponiendo cláusulas leoninas que el actor, chantajeado una vez más por su necesidad de trabajar, acepta”, continúa el texto.

Según supo Página/12, las irregularidades de los contratos que las productoras independientes hacen firmar a sus actores son muchas y variadas. En primer lugar, algunos contratos no son presentados a la Asociación, lo que les permite sellar acuerdos particulares sin respetar el convenio colectivo de trabajo y las formas de contratación que allí se establecen. En segundo término, hay quienes sólo presentan una minuta con cinco puntos y después hacen firmar a los actores, en realidad, un contrato con 30 cláusulas que pretenden cercenar conquistas laborales, como el pago por las repeticiones o el despido sin derecho a indemnizaciones. Incluso, hay cláusulas que detallan que la productora puede levantar el programa por el que el actor fue contratado en caso de no superar una determinada cantidad de puntos de rating o venta publicitaria.

“Hay empresas que hacen un doble juego: a la asociación presentan contratos en regla, pero después nos llegan por denuncias de compañeros otros contactos en manos del productor, con cláusulas leoninas que vulneran el convenio colectivo. O el hecho de hacer facturar a los actores por su trabajo, haciéndoles pagar impuestos, cuando en realidad los actores deben cobrar su salario mediante la Asociación Argentina de Actores”, subraya a Página/12 Luis Alí, el secretario gremial de la institución. Al parecer, la contraofensiva del gremio surge con fuerza en estos momentos porque la asociación descubrió, según dice Alí, que “todas las productoras han incurrido en algún momento en algún tipo de irregularidades”, a las que sólo el resguardo legal (con denuncias al Ministerio de Trabajo y las cámaras de empresarios ATA y Capit) y la presión gremial pudieron poner en regla. “En mayor parte se trata de productoras, pero también de canales productores que se valen de la necesidad de los actores para hacerles firmar cláusulas espurias. Hay contratos que decían que en el salario que se le paga al actor se incluían las regalías que se pudieran obtener por repeticiones de los programas en el futuro”, puntualiza Alí.

Aunque en la Asociación no quisieron dar a conocer los nombres de las productoras que incurrían continuamente en estas faltas contractuales, está claro que las palabras apuntan a Pol-ka, Telefé Contenidos, Ideas del Sur y Estevanez Producciones, las productoras más importantes de ciclos de ficción. “Nosotros defendemos la vigencia del convenio colectivo de trabajo y las empresas niegan la relación laboral que tienen con los actores haciéndolos facturar y utilizando eufemismos. Por ejemplo, en vez de hablar de ‘trabajador’, en los textos utilizan neologismos como ‘el profesional autónomo’, en un claro avance que busca evitar la palabra ‘trabajo’ y sus derivados”, señala el secretario gremial.

En la Asociación cuentan que este tipo de cláusulas “abusivas” o “leoninas” no son nuevas, sino que se trata de una política que se intenta establecer desde hace tiempo. La diferencia, cuentan, es que estos abusos ya no son casos aislados. “Hemos encontrado contratos casi gemelos, con las mismas irregularidades, de productoras diferentes, lo que nos hace suponer que se trata de una estrategia global del sector”, arriesga Alí. De hecho, esta situación se da, curiosamente, en el marco de la paralización del diálogo con las cámaras ATA y Capit para tratar el aumento salarial pedido y mejoras en las condiciones de trabajo, con vistas al tratamiento en paritarias de un nuevo convenio colectivo.

Cada rama de la actividad actoral –sea radial, televisiva o cinematográfica– posee su propio convenio colectivo. El convenio actual vigente de la actividad televisiva data de 1975, una época muy diferente a la actual en términos televisivos. “Desde ese tiempo a esta parte –analiza Alí– cambió el modo de producción: en aquella época se grababa una tira capítulo a capítulo, hoy se abren 10 capítulos y en un mismo día se graban escenas de diferentes capítulos. Y también varió el volumen de dinero que mueve la industria. Por todo eso es necesario renovar el actual convenio.”

Pero el malestar, también, se debe a los atrasos en los pagos de algunas empresas con los actores. De hecho, semanas atrás el gremio tuvo que recurrir al paro y la suspensión de las grabaciones de Son de fierro y la versión colombiana de Amas de casa desesperadas por la falta de pago de parte de Pol-ka a los actores secundarios. “Aun cuando tienen un margen de tiempo interesante para pagar, recién luego de la medida de fuerza logramos que se firmen los cheques”, indicó Alí. “Está claro –concluye– que las productoras están tratando de imponer reglas a la fuerza a los actores, avasallando los derechos adquiridos. No hay que perder de vista que en la Argentina no suman más de 20 los actores que están en condiciones de imponer algo a los productores.” Este diario intentó obtener la opinión de varios productores, pero optaron por el silencio.

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En Son de fierro se suspendieron grabaciones.
 
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