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Domingo, 9 de septiembre de 2007

TELEVISION › LOS PIRATAS Y LA TRAMA DE LAS FICCIONES A PEDIDO

La pesadilla de los canales

Cómo es el boom de la compra y venta de programas a través de Internet, que incluye una extraña fidelidad entre fans y proveedores, atracones de series de moda y recelo de las emisoras a los nuevos hábitos.

 Por Julián Gorodischer

Identidades protegidas, nombres de pila alterados, correos que remiten a España o Noruega, interrupciones abruptas del servicio y reapariciones sorpresivas justo cuando está por comenzar la nueva temporada de Lost o 24, los dos hits de la TV a pedido: así es el trato con los vendedores virtuales, o contactos o piratas que alimentan el consumo de ficciones. Ellos cambiaron las reglas de la relación entre canales y público, aboliendo las citas esperadas “a las 21”, y generando una voracidad por ver un poco más; eso deriva en encierros voluntarios y noches en vela. El on demand es el “último grito” de la temporada, con vertientes autogestadas de consumidores que se bajan sus imágenes y subtítulos y otras mediadas (las que predominan) en las cuales el pirata es la garantía de satisfacción y continuidad. En paralelo con la caza del pirateo musical, entre la infracción y el elogio por democratizar el consumo de DVD (con originales carísimos), los vendedores virtuales (a quienes se solicita el material por mail o, en los casos más sofisticados, por chat) y algunos críticos de TV acceden a iluminar este sistema de provisión. ¿De qué se trata?

Es un retorno a la compra no garantizada, donde al reclamo por falta de un subtítulo o mala calidad de la imagen corresponde un sospechoso silencio o un irritante comentario como comprá otro DVD y con el nuevo envío te cambiamos el material fallado (según experimentó el cronista); es un remanso para el tímido o el neurótico relacional, que extingue el trato y restringe la comunicación a unas líneas de texto; es un modo importado de consumos ilegales clandestinos (el mercado negro), donde el más osado de los consultados (al que se llamará David) ingresa al edificio de oficinas de la zona de Catalinas caracterizado como cadete de una empresa apócrifa, distribuyendo sobres y carpetas de acuerdo con un trabajado perfil corporativo. “Yo diría que el consumo cambió bastante”, dice Renomin, renombrado vendedor virtual de inusual cortesía, en el territorio del lenguaje marcial y el trato expeditivo. “Es muy poca la ficción que hay en la TV, y solamente hay que buscarla en el cable. La mayoría de ella es extranjera; es muy poco lo que hay a nivel nacional, salvo excepciones.” A la conversación virtual se suma Vuelo, para iluminar el estatuto de la nueva ficción seriada de consumo de un tirón: cómo se expresan la dinámica de la panzada, la clandestinidad de un hábito inocuo, y otros detalles de la práctica.

Renomin: –En cuanto a series, las que más salida tienen son Lost, Desperate Housewives, Héroes, 24, Friends, La niñera, Six feet under y Sex & the city. Gracias a señales como Retro, Nick at night y TCM, son muy pedidas las series clásicas, como El túnel del tiempo, Kung Fu, Superman y muchas otras que todavía no fueron editadas, algunas por tema de derechos como Batman (1966), y otras sin subtítulos al español como Alf, El superagente 86 y muchas más.

Vuelo: –Lo más buscado es siempre lo nuevo, lo que no está en el cine. Y en muchas oportunidades piden lo que no hay; es como si la gente necesitara tener una sensación de insatisfacción permanente.

¿Virtudes y ventajas competitivas que consagran a un vendedor virtual? Ofrecer la serie en curso (como por ejemplo, la sexta temporada de 24 antes de su final, que se emitirá a mediados de este mes en Fox), añadir extras a su colección de episodios como si se tratara de un producto original, empaquetar en prolijas cajas que, en los mejores casos, incluyen fotos de la serie en la portada y, claro, disminuir el margen de error... Pero, ¿por qué Lost y 24 se ubicaron a la cabeza del fenómeno, como series fetiche que colman las casillas de correo de los vendedores, expandiendo el tema de conversación en la oficina, llevando a olvidar a los fanáticos los horarios de emisión, lo cual habría sido un pecado en otros tiempos de esperas y fastidio por una semana en vilo? “Yo creo que además de estar bien hechas, llenas de intriga, la gente puede disponer mejor de su tiempo al tenerla completa en DVD, eligiendo la cantidad de capítulos que quiere ver, sin cortes”, argumenta Renomin. “No miro series nuevas; me gustaría mirar a Diego Capusotto (cuyo programa Peter Capusotto y sus videos se ve más en YouTube que en Canal 7), pero está tarde para mis horarios. Igual creo que debe ser un fenómeno del momento. La mayoría de las series suelen tener buena llegada con el público”, dice, algo más elíptico, Vuelo.

Para los críticos de televisión consultados, tanto el fenómeno de la compra de DVD como la búsqueda de segmentos de programas en sitios como YouTube no están en los márgenes de la información y el entretenimiento sino en el centro de un cambio en el sistema productivo. “Hace tiempo –explica Carolina Liponetzky– se ha vuelto práctica habitual ver series en DVD o bajadas de Internet, todos los capítulos juntos, para evitar esa suerte de angustia catódica, con lo que perdió sentido la emisión semanal de, por caso, Lost. Para los fanáticos implicaría una segunda o tercera visión luego de haber bajado los capítulos al día siguiente de su emisión en la TV norteamericana. Esto no sólo afecta el rating sino el sentido que tiene para los anunciantes pautar en la pantalla chica, cuando Internet está siempre un paso adelante”.

Mientras Canal 13 ordena el retiro de su programación de YouTube (para evitar la desleal competencia de poder decidir cuándo, cómo y cuánto consumir sin cortes), y MTV imita el boom de la programación casera de YouTube con estética desprolija, cámara en mano y mucho personaje del montón, la periodista especializada Natalia Trzenko opina que “la ansiedad fue y es una de las características esenciales del televidente. Históricamente la placa de continuará supo provocar de menores a graves alteraciones en el ánimo del espectador asiduo. Claro que, entre tanta emoción por ver un capítulo tras otro y tan pocas horas de sueño generadas por eso mismo, muchos olvidan que otra de las características fundantes de todo teleadicto que se precie es la paciencia. Y sin esa paciencia, la práctica habitual de ver televisión tradicional, respetando las coordenadas de tiempo y espacio establecidas por los canales de aire, cable y satélite, se hará cada vez más complicada”. El foco del mercado, lejos de celebrar algunas cualidades que podrían despertar un cierto optimismo (aumento de la interactividad, democratización del consumo, optimización de una ley de oferta y demanda, sólo por mencionar algunas claves del on demand), está puesto en el daño y el perjuicio. “Obviamente como productor de ficción –dice Pablo Culell, de Underground Producciones– me preocupa el tema, pero pienso que en vez de desesperarnos, y más allá de buscar una legislación acorde, debemos entender que estamos ante una explosión de un fenómeno mundial en las comunicaciones vía Internet, imposible de parar. Entonces, deberemos asumirlo e intentar crear alternativas para generar negocios a partir de estas nuevas costumbres para la industria audiovisual”.

El futurismo, ese vicio de toda producción sobre nuevas tecnologías o sistemas de consumo de medios, aquí no queda al margen: entonces son los mismos vendedores de copias de series los que proyectan e imaginan lo que viene, restringidos por la posición que ocupan en el mundo y la legislación vigente. Dice Renomin que “el boom es editar colecciones, películas viejas recicladas. Hoy en día vos podés comprar una serie por temporadas, o cuando sale a la venta la temporada final, enseguida te arman una colección completa, con un packaging atractivo, y a un precio tentador. Claro que para nosotros el 3 a 1 todavía es un impedimento para contar con muchos originales”. “Ayer fue el casete –sigue Vuelo–, luego el VHS, después el CD, ahora el DVD y pronto el Blue Ray y HD DVD. Igual estos últimos están a precios muy elevados para el mercado local”.

–¿Cuáles son las dificultades, los conflictos, las gratificaciones de la venta?

Renomin: –Esto no lo tomo como un trabajo; en realidad me considero un coleccionista de cosas (para algunos pueden ser demasiado bizarras), y como es un hobby a veces demasiado caro, lo sustento con la venta de series y películas, un poco más comerciales. No es una dedicación full time. El público es muy variado; la mayoría es gente joven. Los hombres piden series y películas de acción. Las mujeres prefieren las comedias, comedias románticas. La gente de más edad opta por los clásicos, o series viejas.

Vuelo: –El tiempo que lleva realizar los pedidos es la mayor dificultad. En cuanto a la gratificación, supongo que es el cobro. No hay un panorama ideal. Creo que los originales deberían tener precios más accesibles para que este tipo de actividades no existan. El público es bastante garronero. Si puede evitar pagar en el momento lo hace. Pero son los mismos que compran en otros lados y no tienen problemas en pagar más y al instante.

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La serie 24, con Kiefer Sutherland, es uno de los hits más pedidos a los vendedores virtuales.
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