de Marco Bellocchio. Con Sergio Castellito, Ch. Conti y J. Lustig. 2002,

105 min. Transeuropa.

Su película más reciente, Vincere, demostró que el septuagenario Marco Bellocchio (I pugni in tasca, El diablo en el cuerpo) mantiene el talento intacto. Inmediatamente anterior a Buen día, noche (vista en el Bafici 2004), La hora de la religión confirma su plena vitalidad artística durante la última década. El intento de canonización de una vecchia signora por parte de los miembros de su familia (a lo que se opone el protagonista, ateo convencido) permite a Bellocchio volver sobre ciertas constantes de su obra (la locura familiar, la decadencia de la burguesía italiana, la furia antiinstitucional), echando mano de un estilo que permite la coexistencia de lo fáctico y lo onírico, lo lúdico y reflexivo, la farsa y la tragedia.

de Yim Pil-sung. Con Ch. Joeng-myeong, E. Won-jae y Sh. Eun-kyung.

2007, 117 min. SP Films.

A la hora de adaptar Hansel y Gretel, el realizador coreano Yim Pil-sung procede como quien tira el libro por el aire y recoge las hojas. Lo cual está muy bien. Yim asume que el de los Grimm nunca fue un cuento para niños sino uno macabro, en el que los niños son víctimas pero también victimarios. Refuerza la claustrofilia del escenario (una casa cerrada, un bosque sin salida) con lentes deformantes y una fotografía de tonos saturados, volviendo asfixiante la iconografía infantil. De allí en más, cambios y aggiornamientos: una bruja sin poderes sobrenaturales pero igualmente siniestra, la presencia de un pastor sádico y abusador, las referencias antropofágicas. Interesante, aunque con media horita menos hubiera estado mejor.