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Sábado, 24 de febrero de 2007

VIDEO › UN FESTIN PARA EL DVD

El regreso de tres leyendas del terror

Temible coincidencia: vuelven Alex de la Iglesia, Dario Argento y Stephen King.

 Por Horacio Bernades

Por pura casualidad, tres nombres legendarios del cine de terror llegan por estos días a los videoclubes. Por un lado, el sello SBP acaba de editar La habitación del niño, unitario correspondiente a la serie de televisión Películas para no dormir, dirigido hace unos meses por Alex de la Iglesia. Por otro, AVH acaba de lanzar Desesperación, miniserie basada en la novela homónima de Stephen King, y Obsesión de sangre, reciente telefilm del italiano Dario Argento. La pregunta para hacerse es si más allá de la naturaleza televisiva y la coincidencia en la fecha de lanzamiento, hay alguna otra cosa en común entre todos ellos.

Una de las seis entregas de la serie televisiva producida por el mítico Chicho Ibáñez Serrador, La habitación del niño es lo más reciente de De la Iglesia. Sucede a Crimen ferpecto y precede a Los crímenes de Oxford, su versión de la novela Crímenes imaginarios, escrita por el argentino Guillermo Martínez. Dura menos de hora y media, la escribió el propio director junto con su mano derecha Jorge Guerricaechevarría y la protagonizan Javier Gutiérrez (que ya había aparecido en Crimen ferpecto) y Leonor Watling, la linda de Hable con ella, En la ciudad y La mala educación. La historia recicla el tradicional motivo de la casa maldita, muy en la línea de El resplandor y de las historias japonesas de fantasmas. Padres recientes, Juan (Gutiérrez) y Sonia (Watling) se mudan a un caserón en el que tiempo atrás tuvo lugar un hecho de sangre, y no pasará mucho tiempo antes de que en la habitación del bebé empiecen a oírse, y verse, cosas extrañas.

Si bien se extraña el picante cómico-terrorífico con el que el chef De la Iglesia suele aderezar sus paellas cinéfilas, el grueso director vasco sabe sacarle el jugo a ciertos instrumentos de monitoreo infantil. A saber, el popular baby call y un sistema de circuito cerrado que, por lo visto, en países ricos se consigue en cualquier supermercado. Truquito aprendido en The Ring, Kairo y otros exponentes de j-terror, La habitación del niño confirma que lo mediado asusta más que lo directo e hipervisible. Algo que Hollywood jamás aprenderá. Directo e hipervisible fue siempre el estilo de Dario Argento, cuyas mejores películas funcionaron como exposiciones de operísticas secuencias sanguinolentas, antes que relatos orgánicos y coherentes. Como viene sucediendo con su producción del último par de décadas, Obsesión de sangre no es más de lo mismo: es menos.

Flor y nata del mundo Argento (el de Dario, no el de Francella en Casados con hijos) son los crímenes más sádicos, descriptos con lujo de detalle. No siendo la pantallita de televisión un terreno apto para esa clase de shocks, en Obsesión de sangre el realizador de Suspiria e Inferno elige replegarse sobre una forma de diletantismo cinéfilo que nunca le fue del todo ajena. Con un estudiante de cine por protagonista y doblada al inglés (lo cual suele potenciar el aire de falsedad propio de las películas del papá de Asia), el título original del telefilm lo dice todo: Ti piace Hitchcock? Siguiendo con atraso los pasos de Brian De Palma, que en Doble de cuerpo combinaba dosis parejas de Vértigo y La ventana indiscreta, aquí il maestro bate y mezcla la película de la ventana con Extraños en un tren, en un jueguito como de revista dominical. Si el resultado es epidérmico y menor, no hay por qué sorprenderse.

Con Desesperación, Mick Garris dirige su tercera miniserie basada en una novela de King, luego de The Stand y la remake de El resplandor. El primer tercio es prometedor y hasta ejemplar. En una ruta despoblada, varios forasteros van siendo capturados por cierto sheriff del infierno al que encarna el gran Ron Perlman. El tipo pasa de lo levemente amenazante a la locura, el crimen y el hablar en lenguas. A partir de la hora de metraje y como sucede cada vez que King se queda sin ideas, todo se descompone entre talismanes mágicos, propaganda cristiana y arbitrariedades de guión.

Lo común entre estas tres novedades parecería ser, entonces, que sin llegar al bochorno, tanto a De la Iglesia como a Argento y King no les resulta fácil ponerse a la altura de sus respectivas leyendas.

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La habitación del niño, de Alex de la Iglesia.
 
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