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Sábado, 21 de abril de 2007

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Los clichés sobre Cuba

“Los sueños es mejor no cumplirlos”, reza el adagio que Guillermo Cabrera Infante tuvo la mala idea de desoír. Antes de morir a comienzos de 2005, el gran escritor cubano, cinéfilo de toda la vida y ex crítico de cine, logró terminar un guión al que venía dando forma desde décadas atrás. Se trata de The Lost City, relato histórico que arranca en los tiempos previos a la Revolución Cubana y se extiende hasta unos años más tarde. Sueño a dúo, la segunda cabeza de The Lost City es Andy García, compatriota del escritor y director y protagonista de la película. Tras un drástico trabajo de edición (el guión original tenía 300 páginas, una verdadera enormidad), The Lost City se estrenó en septiembre de 2005, meses después de la muerte de GCI (lo cual tal vez haya sido un postrer golpe de fortuna). Ahora Gativideo acaba de lanzarla en Argentina, con el título En nombre del odio. Si el proyecto siempre fue de temer, teniendo en cuenta que Cabrera y García supieron ser dos de los más notorios, rancios opositores a la Revolución Cubana, la película da la razón a esos temores, al echar mano de los peores clichés políticos y dramáticos. Lo cual, tratándose del proyecto póstumo de Cabrera Infante, no es una bonita noticia.

En nombre del odio (el título lo dice todo) cuenta con un elenco lleno de conocidos, en el que aparecen la española Inés Sastre, el italiano Tomas Milian (recordado por su papel de padre en La luna, de Bertolucci) y la mexicana Elpidia Carrillo, como terrible comisaria stalinista del Movimiento 26 de Julio. García hace de propietario de un club nocturno en la Cuba de Batista, hijo de una familia de terratenientes e intelectuales. Que, por supuesto, tiran el centro desde la derecha. Pero las apariciones más llamativas resultan las de Dustin Hoffman como el mafioso judeoamericano Meyer Lansky (que dominaba el juego, la noche y la prostitución de La Habana) y Bill Murray como escritor amante de las bromas, los chistes y los juegos de palabras (obvio alter ego, de Cabrera Infante y del propio actor de Perdidos en Tokio).

Cruce entre Los reyes del mambo, Havana y Cotton Club, hay en En nombre del odio salsa a morir, lindas mulatas, romance, disputas políticas, ejecuciones mafiosas (y revolucionarias, que aquí viene a ser más o menos lo mismo) y bailes montados en paralelo. Aparece también cierto despiadado barbudo de boina y traje de fajina a quien algunos llaman Che, matones de la Revolución y una afirmación imborrable, puesta en boca de Andy García: “Estos son peores que Lansky” (en referencia a Fidel y sus muchachos). Conclusión: ésta no es Mea Cuba. Será Sua Cuba, en tal caso.

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