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Jueves, 22 de mayo de 2008

LAS REFLEXIONES DEL MúSICO TRAS RECIBIR EL PREMIO

“El arte ayuda al desarrollo social”

“Un gran acierto”, así consideró el compositor argentino Daniel Barenboim la concesión del premio Príncipe de Asturias de las Artes a las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, dirigidas por el maestro José Antonio Abreu. Un gran acierto, porque el proyecto “demuestra como pocos el carácter existencial de la música, que más que una profesión es una forma de vida”, señaló Barenboim, galardonado en 2002 y una de las voces que se alzaron para alabar a Abreu y a la decisión del jurado. A Teresa Berganza, premiada con el Príncipe de Asturias en 1991, la elección le produjo “una gran alegría”, ya que considera que la labor de Abreu es “única” en el mundo: “Están haciendo una labor impresionante con muy pocos medios”, destacó la mezzosoprano. Y hasta Felipe de Borbón, heredero de la Corona española, expresó su “calurosa felicitación” a Abreu, en un telegrama en nombre suyo y de Letizia Ortiz, en el que se destaca “la extraordinaria labor educativa” del Programa de Orquestas.

De todas formas, las declaraciones más buscadas fueron las de Abreu. El músico y economista venezolano, de 69 años, consideró el premio “un reconocimiento y un vigoroso estímulo” para un programa que “ha demostrado ser una herramienta eficaz” para el desarrollo, en una “coexistencia solidaria” y un “espíritu fraterno”. Al parecer de Abreu, “la pobreza material comienza a ser vencida por aquella sublime riqueza espiritual que germina en y por la música”. En ese camino, el programa es “una avanzada y auténtica escuela de vida social”, según Abreu, que lo creó hace 30 años. Otro músico que dio su opinión sobre la distinción fue el director de la Filarmónica de Los Angeles, Gustavo Dudamel, que se formó en el sistema de orquestas de Abreu y, por consiguiente, es acreedor del premio. Su mensaje: “Para mí significa un gigantesco estímulo para seguir multiplicando la idea de que se puede cambiar la sociedad brindando sensibilidad, fe y esperanza”. Dudamel, de 27 años, es “la encarnación de la generación juvenil que asumirá la dirección del proyecto en los próximos años”, según Abreu.

No obstante, a punto de cumplir su séptima década de vida, Abreu sigue con el ímpetu suficiente como para revalidar sus deseos de crear una “futura orquesta juvenil iberoamericana”, como se acordó en la Cumbre Iberoamericana realizada en Santiago de Chile en noviembre pasado. “El arte se convierte en un poderoso instrumento de desarrollo social que dignifica a la niñez.” “Es un compromiso mucho más hondo, más ardiente, para convertir este proyecto en un eficaz proyecto de integración iberoamericana, que promueva la hermandad entre nuestros pueblos, el acercamiento entre juventudes y el enriquecimiento del patrimonio artístico del continente”, declaró Abreu al respecto.

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