–Recientemente se anunció en Cuba un nuevo sistema de pago por resultados, medida que parece poner en cuestión uno de los cimientos del régimen cubano. ¿Qué opina usted?

–¿Por qué no acaban de renunciar si no lo saben hacer? Llevan tantos años probando y no lo logran, pero siguen experimentado a costa del sufrimiento de una población completa.

–No es muy optimista.

–En lo absoluto. Yo seré optimista cuando me hablen de derechos humanos y de libertad de expresión política. Mientras tanto, son medidas que hasta se puede decir que son positivas, pero no son significativas para lo esencial, que se relaciona con la libertad, con el derecho de la gente a poder trabajar y vivir mejor, sin estar maniatada. Son todos parches porque lo principal, que es la represión y el control férreo sobre las decisiones de las personas, se mantiene.

–¿Le costó tomar la decisión de exiliarse de la isla?

–Me fui a los 34 años y fue duro porque estaba renunciando a muchas cosas. Todo exilio implica empezar de cero. Pero sentí un gran alivio de no tener que usar una máscara las veinticuatro horas del día.

–¿Volvería a vivir en Cuba?

–Tendría que ser en circunstancias muy diferentes porque muy pocas personas regresan a una cárcel por su propia voluntad.