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Cada uno de los capítulos de Mujeres asesinas se realiza a lo largo de diez días, de los cuales cinco se utilizan para el trabajo de preproducción y los otros cinco para la grabación y el corte final del envío. Un valorable período de tiempo que permite impregnarle un nivel de calidad superlativo al género, por sobre el que posee cualquier tira diaria, cuyos episodios se graban de a uno por día. Esa diferencia se percibe en el producto final de uno y otro género. “Muchas veces pasa que hay tiras y unitarios que no son más que una mezcla de estilos, tanto autoral como actoral y de dirección. Los programas deben tener una identidad definida desde antes de comenzar a grabarse el primer episodio para que un ciclo no se convierta en un caos creativo”, subraya Barone, quien reconoce que el unitario es algo así como el espacio más cercano al paraíso terrenal de cualquier realizador. “El director –detalla– se vale de los actores, los autores y el resto del equipo para impregnar su mirada. Uno lo puede hacer más rápido o más lento. Lo que yo siento es que el unitario te da la posibilidad de pensar más las cosas y tener un mayor diálogo en búsqueda de un producto más íntegro. Pero todo depende de la capacidad del director. A mí, lo único que me quita el sueño es que la ficción tenga en su desarrollo una coherencia narrativa a lo largo de toda la temporada. Es la única manera de conseguir un público fiel. Ese es el secreto.”