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Jueves, 25 de junio de 2009

CINE › CóDIGO DE FAMILIA, CON EDWARD NORTON, COLIN FARRELL Y JON VOIGHT

Familia hay una sola

Como Los dueños de la calle, el film de Gavin O’Connor renueva una moral conservadora, con un drama policial tan démodé en lo estético como en lo ético, pero narrado con intensidad.

 Por Horacio Bernades

El año pasado se estrenó en Buenos Aires Los dueños de la calle, relectura en clave policial de la leyenda del hijo pródigo. Allí, el díscolo terminaba honrando a su grupo íntimo y a su familia ampliada, aceptando la pertenencia a ambos órdenes. En Código de familia pasa lo mismo, pero con un protagonista implosivo, antes que explosivo. Ambas películas renuevan una moral conservadora, en la que el rebelde termina asumiéndose como parte del sistema. Que éste esté representado no sólo por la familia tradicional sino por la institución policial duplica los motivos de recelo que, en términos ideológicos, tanto Los dueños de la calle como Código de familia suscitan. En la que se estrena hoy, cuyo título original es traducible por Orgullo y gloria, hay, entre los de uniforme azul, algunas manzanas podridas. Pero no por eso ser miembro de la policía es motivo de escarnio, sino de honra inalterable. Frente a esto hay dos opciones: se la rechaza en bloque, a partir de sus presupuestos ideológicos, o se los acepta como punto de partida y se juega el juego. En este último caso se estará frente a un drama policial tan démodé en lo estético como en lo ético, pero narrado con intensidad.

Con el pómulo izquierdo atravesado por una cicatriz que se presume honda, el ex agente de narcóticos Ray Tierney (Edward Norton) viene de un par de años de licencia, después de que algo salió muy mal en un operativo. Ahora, aunque no le guste, deberá ponerle punto final a su licencia. Cuatro miembros de la repartición acaban de caer en un tiroteo, ejecutados por una banda de narcos dominicanos, y el padre de Ray, patriarca familiar y policial (Jon Voight), le hace saber que la opción es ponerse de nuevo el uniforme o convertirse en oveja negra. Con Ray al frente de una fuerza especial, los indicios lo llevarán a suponer que tal vez los miembros de la comisaría de la zona no tengan las manos del todo limpias. Incluido su cuñado, Jimmy (Colin Farrell). Peor todavía, el oficial a cargo es su hermano mayor (Noah Emmerich). Que, instigado por su padre, parece no discriminar del todo bien entre espíritu de cuerpo y complicidad.

Fotografiada por Declan Quinn con mucho grano y en clave baja, Código de familia tiene un look de policial clásico. Cambiando una mafia por otra, el modelo aquí es el de El padrino, como lo era en Los dueños de la calle. No sólo por la alternancia de escenas familiares con las que siguen el curso de la investigación, sino por el tono cargado, que incluye culpas, castigos y –por qué no– una puerta siempre abierta a la redención. “La familia es lo que importa”, dice en un momento el viejo Francis, sentado a la mesa durante un festejo de Navidad, parafraseando a Vito Corleone. Si, como en El rey Lear, los hijos parecerían no estar a la altura del padre, aquí las sombras se tienden sobre el propio rey. Pero tampoco es que la cabeza familiar e institucional esté podrida: sólo la cola lo está. Cuando la peste se extienda aparecerán, entre los miembros más caballerescos de la fuerza, valores de nobleza e hidalguía, que permitirán reponer el orgullo y gloria a los que el título original refiere.

Con una obra previa en el cine indie (su film más destacado fue, una década atrás, Tumbleweeds, editada aquí en tiempos del VHS), el realizador Gavin O’Connor impone una intensidad no siempre a salvo de solemnidades y grandilocuencias. Un punto neto a favor es el realismo sucio de los decorados, con sucuchos neoyorquinos que parecen salidos de Taxi Driver o Contacto en Francia. Las escenas de acción son secas, brutales eventualmente, con la cámara siempre encima y algún plano secuencia que no se permite ceder al exhibicionismo. En el momento más fronterizo, alguien sostiene un bebé sobre una tabla de planchar y amenaza con alisarlo, entre gritos y plancha en mano. “Desde chicos soñamos con ser policías”, le dice el policía bueno al malo, justo antes de restablecer el honor azul. En ese momento es imposible no pensar que, en el terreno de los sueños, parece haber para todos los gustos.

6-CODIGO DE FAMILIA (Pride and Glory, EE.UU., 2008)

Dirección: Gavin O’Connor.

Guión: G. O’Connor y Joe Carnahan.

Fotografía: Declan Quinn.

Intérpretes: Edward Norton, Colin Farrell, Jon Voight, Noah Emmerich, Jennifer Ehle y John Ortiz.

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Edward Norton sabe que su opción es ponerse de nuevo el uniforme o convertirse en oveja negra.
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