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Martes, 17 de enero de 2006

MUSICA › OPINION

Voz gruesa, espíritu fino

 Por Luis Alposta *

En 1968 fui a una cena que presidía el Barquina, aquel patriarca de la bohemia porteña. Esa noche, Reinaldo Montel leyó mi poema El jubilado. Rivero se interesó por el texto y me pidió que se lo pasara. Al poco tiempo no sólo había puesto música a un poema mío (Poema cero) sino que lo había grabado. Ahí empezó una relación de amistad que fue para mí algo maravilloso, porque la personalidad de Rivero era sobria y ecuánime. Todo aquel que se le acercaba, quedaba impresionado. Hablaba como cantaba, y su charla era profundamente humana. Todo lo que afirmaba se convertía en una sentencia, y ninguna de sus palabras estaba fuera de lugar. No era duro, salvo cuando hablaba de música. Ahí el hombre se jugada entero, sin llegar a extremos. Tenía una valoración exacta de cada gesto e inflexión, y su manera de expresarse era la síntesis de algo que se ve poco en el ambiente: era un hombre bueno. Ese era su secreto. Se cuidaba mucho físicamente. No fumaba, comía lo justo, no era hombre de excesos en ningún sentido. Llegaba temprano al Viejo Almacén y se ponía a ensayar solo en el cuartito de arriba. Después salía al escenario, donde mostraba sus dotes de gran intérprete mientras jugaba con su voz y sus manos. Tenía en cuenta incluso los efectos que la luz producía sobre su cuerpo y su fisonomía. A pesar de que no dejaba nada librado al azar, no perdía nunca la naturalidad. Los 8 de julio festejaba su cumpleaños en su casa. En la rueda de quince o veinte amigos iba pasando la guitarra, y así el canto llenaba el lugar. A pesar de ser un consagrado, Rivero festejaba con sus más íntimos amigos, y yo tuve el honor de sentirme incluido y ver cómo las melodías llenaban el lugar. Hablar de Edmundo es para mí recordar el canto grave de un hombre sano. Era la gruesa voz de un fino espíritu, que noche tras noche y sin dejar de emocionarnos se podía dar el lujo de cantar Sur mirando hacia el oeste.

* Poeta, letrista de los tangos Poema cero, El jubilado, Tres puntos, Sin enroque, El piro y Alomegata, entre otros, cantados por Rivero.

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