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Lunes, 2 de agosto de 2010

Leer en sombras

Hay un elenco de reparto en la novela El mañana que se las trae. Una mujer brilla por su ceguera. Y por su lucidez. Rosalba, la pareja del hacker argentino Esteban Clementi, tiene una historia entre bambalinas. Está inspirada –revela Luisa Valenzuela– en una amiga suya, Rosalía Fuentes. Hace muchos años sonó el teléfono de la casa de la escritora. Era Rosalía. Le preguntaba si se acordaba de ella. Fueron compañeras de colegio en primer año. “Me llamó para agradecerme porque Carlos Fuentes la mencionó en el capítulo ‘El amor’ del libro En eso creo. Yo no entendía qué me estaba diciendo”, recuerda Valenzuela parte de la conversación. “Vos lo llevaste a Fuentes a una milonga y había una cieguita que lo impresionó mucho. Bueno, la cieguita soy yo”, le dijo Rosalía, que tenía la misma enfermedad que Borges: retinitis pigmentosa. Y también escribió –publicó un libro de cuentos, Con luz y a oscuras– hasta que murió en 2003. “Cuando la conocí, no estaba ciega, pero fue perdiendo la vista. Era fantástica cómo se movía por el mundo sin ver. Cuando ya estaba ciega, parece que andaba en bicicleta por el barrio y podaba la enredadera. Y hacía mil cosas muy fuertes para alguien que no ve. Bailaba el tango porque decía que le devolvía la sensación del espacio. Me pareció muy interesante como personaje incluirla en la novela por aquello que ves al no ver, aquello que se puede leer en sombras”, dice Valenzuela que, mientras estaba escribiendo El mañana, un día –creer o reventar– perdió la vista del ojo izquierdo. “Sólo veía sombras –recapitula ese extraño episodio de ¿sugestión?–. Fui al oculista al día siguiente y me dijo que parecía que me hubieran operado de cataratas, cuando jamás me operaron. No había explicación posible...”

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