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Domingo, 19 de marzo de 2006

MUSICA

Los discos fundamentales

Desde el primer disco que se llamó Egberto Gismonti (1969), igual que él, Gismonti grabó una cantidad que calcula en 60, pero que podría ser mayor si se calculan algunas participaciones especiales en producciones ajenas o álbumes colectivos –y desaparecidos– como el homenaje a Piazzolla en el que participó en los ’90. Todos tienen algo brillante, pero algunos de ellos imprescindibles, en tanto formulan un cierto estado de las cosas en un momento estético preciso. Agua & Vinho (1972) y Carmo (1977) marcan dos puntas de un recorrido en el que la canción tropicalista primero y el jazz-rock después funcionan como telón de fondo inevitable. Sol do Meio Dia (1978), con el saxofonista Jan Garbarek, el percusionista Collin Walcott y el guitarista Ralph Towner –ambos integrantes del grupo Oregon– y Mágico (1979), con el bajista Charlie Haden y el saxofonista Jan Garbarek, junto al extraordinario disco grabado en vivo en el Festival de Montreal de 1989 junto a Haden, son puntos altísimos de sus trabajos con músicos de otras partes del mundo y de otros géneros. Alma (1986), solo en piano (aunque con algún agregado menor en sintetizador), es uno de sus discos más logrados y uno de sus mejores grupos fue, sin duda, el cuarteto que incluyó al violoncellista Jacques Morelnbaum junto a Nando Carneiro y Zeca Assumpçao, con el que grabó dos discos extraordinarios: Infância (1991) y Musica de Sobrevivência (1993).

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