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Sábado, 22 de abril de 2006

CINE › TRAMO FINAL DE LA COMPETENCIA

Una candidata que llega a los postres

 Por Horacio Bernades

En el preciso momento en que la competencia internacional del VIII Bafici llegaba a su conclusión, y después de unos días de baja en la calidad, apareció una candidata fuerte. Se trata del ¿documental? La leyenda del tiempo, opus dos del catalán Isaki Lacuesta después de Cravan vs. Cravan (ver nota aparte). Si en su anterior película –exhibida un par de años atrás en el Bafici y estrenada poco más tarde– este talentoso treintañero combinaba fragmentos de archivo con recreaciones dramatizadas para reconstruir la figura de un personaje de rasgos legendarios, en esta ocasión fusiona hasta tal punto lo real y lo construido, lo espontáneo y lo ensayado, la persona y el personaje, que ya resulta imposible determinar el estatus de la película. Llevando hasta un límite seguramente inédito las relaciones de mutua asimilación entre los dos grandes campos del cine, no puede definirse La leyenda del tiempo de otro modo que no sea “docuficción”.

Producida por la universidad catalana Pompeu Fabra (una de las escuelas de punta para el documental, en el mundo entero), La leyenda del tiempo narra dos historias paralelas, cuya mutua vinculación está dada por un personaje en común y varios temas afines. Separada en mitades de duraciones semejantes, uno de los relatos es el de Makiko, que viaja desde Japón hasta San Fernando, Cádiz, con la intención de aprender el cantejondo.

Obsesionada con la figura del mítico Camarón de la Isla, la chica quiere “cantar como él, el mejor cantante de flamenco de toda la historia”. Se encuentra medio de casualidad con el hermano de Camarón, que la convence de renunciar al intento (el cante no se enseña, mucho menos a una nipona, y aunque el hombre no lo diga, se supone que es cosa de hombres). Antes de volverse a Japón, Makiko conoce también “a un cocinero chino, que no es chino ni cocinero”. Se trata de un pescador japonés, que es justamente el nexo con la otra historia, la de Isra.

Con un padre muerto hace poco tiempo, Isra, que andará por los 13 años, se niega a cantar por mantener el duelo, aunque según dicen lo hace muy bien. ¿Es el chico un nuevo Camarón, un hijo sustituto, o se trata acaso de una paráfrasis de ese mito? La película jamás contesta nada de esto y de hecho importa poco. Lo que en verdad parece interesarle a Lacuesta, el punto en el que se vuelve deslumbrante, es reproducir una vida que se experimente como más viva que la vida misma.

Es allí donde La leyenda del tiempo tiene mucho para enseñarles a los que se conforman con “copiar” lo real. Términos tan asociados con la ficción como pueden serlo la idea misma de casting, la dirección de actores y el ensayo previo se imponen aquí. Sobre todo en el fragmento de Isra, su familia, sus amigos y la chica que le gusta, el carisma de los actores, su comunicatividad y presencia en cámara –en suma, el brillo de lo real transmutado por el cine– alcanzan niveles infrecuentes.

Es posible que los lazos entre ambas historias tal vez sean excesivamente elípticos (aunque la muerte y el padre ausente son temas que las relacionan) y es verdad también que la historia de Isra parece interesarle al propio Lacuesta más que la de Makiko. Pero son de tal magnitud los méritos de La leyenda del tiempo, que toda otra debilidad queda disimulada. Si se tiene en cuenta además que uno de los miembros del jurado es Mercedes Alvarez –directora de El cielo gira y egresada también de la Pompeu Fabra–, sus posibilidades de fungir en los premios (que se anunciarán hoy a la noche, en la ceremonia de cierre del festival) lucen bastante altas.

La otra película de competencia que llegó en el último vagón es la coproducción entre Taiwan y Hong Kong Renyu duoduo, cuyo título de distribución internacional es The Shoe Fairy. Como su título (El hada de los zapatos) lo indica, se trata de un cuento de hadas hecho y derecho, alrededor de una chica que de niña debe movilizarse en silla de ruedas. Hasta que una operación –¿o será la intervención de la figura del título?– le permiten recuperar la motricidad.

Apostando a la naiveté más absoluta y el pop más desembozado, esta ópera prima de Lee Yun-chan es de esas que pueden causar rechazo o fascinación. Se trata sin duda de una apuesta riesgosa de los programadores del Bafici. Puede considerarse ganada: la coherencia estética y narrativa de la película es tan innegable como el hecho de que la realizadora tiene muchas más ideas que buena parte de sus colegas actuales.

No cualquiera imagina un diálogo entre una chica y un par de zapatos (en una especie de variante tip-tap del idioma Morse), música con sonidos de zapateo o calzados que sonríen. Y si alguien lo imaginara, difícilmente se atrevería a mostrarlo.

(La leyenda del tiempo se exhibe hoy a las 21 en el Hoyts 12 y mañana a las 20.15 en el Atlas Santa Fe 1. The Shoe Fairy, hoy a las 16.45 en el Hoyts 12 y mañana a las 23 en el Atlas Santa Fe 1.)

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La leyenda del tiempo va firme por los premios.
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