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Domingo, 18 de noviembre de 2012

CULTURA

Las destrezas de un niño

¿En qué momento descubrió que se dedicaría a la matemática?

–No entré a la facultad a estudiar matemática sino química. Ingresé en 1964, cuando tenía 14 años; fue una locura de mis viejos porque yo nunca hubiera decidido eso. Yo hacía quinto año del colegio a la mañana y a la noche cursaba el ingreso a la facultad. Quería estudiar química, pero en el primer cuatrimestre había matemática y biología. Empecé a escuchar lo que contaban de matemática en ese momento y me llamaba mucho la atención. Y ahí decidí cambiar. Me acuerdo que mi viejo, que no tenía una formación universitaria pero había estudiado filosofía, se sentaba conmigo con una tabla de logaritmos y me quería explicar por qué eran importantes. Ahora que tengo una idea más clara de lo que son los logaritmos, no sé si mi viejo entendía muy bien por qué quería enseñarme eso. ¿Qué es más fácil: multiplicar o sumar?, me preguntaba. Sumar, le contestaba. Los logaritmos, me decía, lo que permiten es en lugar de multiplicar, sumar. El me quería mostrar artilugios que los humanos habíamos generado de manera tal de minimizar el esfuerzo y optimizar los resultados. Todo niño nace con una destreza particular, el problema es cómo lo descubre. Si otro niño hubiera nacido en la casa de mis viejos, a lo mejor no hubiera sido matemático y periodista, pero seguramente hubiera logrado encontrar qué es lo que le interesaba, cuál era la destreza que tenía.

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