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Miércoles, 20 de noviembre de 2013

CINE

Un festín con los ojos bien rasgados

 Por Diego Brodersen

No sólo de competencias viven los festivales. Este año, Mar del Plata ofrece, entre otros platos de su variado menú, una buena selección de films asiáticos recientes, particularmente de Corea, China y Japón. No se trata de gustos exóticos, al menos para los festivaleros, y sus creadores son cocineros de renombre y enorme talento. Es el caso de Hong Sang-soo, el más prolífico de los realizadores coreanos contemporáneos, representado por su último esfuerzo, Our Sunhi. Para algunos, Hong ha caído últimamente en una zona de repetición de temas y estilos, aunque algo similar solía decirse del maestro Ozu. Para otros, la película es una nueva demostración de su genio para las narraciones circulares, donde las relaciones interpersonales reflejan el cielo y el infierno dentro de cada ser humano. Our Sunhi es una de las películas más placenteras exhibidas en el festival. Ideal acompañarla con varias botellas de soju, el licor coreano por excelencia.

No puede hablarse de placer al mencionar el último largometraje del chino Jia Zhangke, que le ha traído reproches y comentarios airados de las autoridades culturales de su país. Coproducida por varias empresas japonesas, entre ellas la de Takeshi Kitano, A Touch of Sin es un relato coral cuyas historias tienen dos puntos en común: la obsesión por el dinero y la violencia. Hay varios aspectos tradicionales en el cine del realizador que vuelven a estar presentes, en particular la mirada sobre los enormes cambios en la vida política, social y económica de la China contemporánea. Pero en A Touch of Sin hay una novedad, un tono furibundo que abandona las sutilezas y transforma al film en un alegato contra algunos de los males del neo-comunismo chino. Otra novedad, que hizo que más de un seguidor del director se rascara la cabeza, es la incorporación de algunos tópicos del cine de género, aunque, desde luego, siempre de manera irónica. Si esos dos nombres no son suficientes, por estos días se exhiben también los últimos trabajos de Sono Sion (Why Don’t You Play in Hell) y Kiyoshi Kurosawa (Real). Un auténtico festín con los ojos bien rasgados.

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