Carlos Saura escribe tanto como filma. Por eso no le resulta fácil decir en cuál de las dos actividades encuentra mayor libertad creativa. “Son dos cosas muy diferentes, pero muy hermosas las dos”, comenta. Para Saura, lo maravilloso de escribir “es que estás solo”. Y tiene su teoría al respecto: “En la soledad haces lo que quieres, borras, cambias, vuelves a escribir... Es una independencia como la del pintor. Y no la tienes en el cine. En el cine tienes una idea, la escribes, luego tienes que pasar por el productor, buscar los actores y después rodar aquello. Y muchas veces, cuando vas a rodar una película en un día determinado, no estás inspirado y no puedes ir para atrás”, señala el director. Conocedor esencial del tema, Saura sostiene que el cine “es una cosa que te obliga cada día de rodaje a un trabajo sistemático, a tener todo preparado si es posible. A mí me gusta mucho improvisar, pero pequeñas improvisaciones porque nunca puedes improvisar de verdad. En cambio, cuando escribes estás en tu casa, con una máquina y es un placer enorme escribir lo que te da la gana, lo que quieres. Si no te gusta lo que escribes, lo rompes y vuelves a escribirlo. En el cine eres muy dependiente de otras personas. Aunque tú dirijas una película y lleves la rienda de todas las personas que tienes alrededor, aun así siempre dependes de todo el mundo: de los actores, de la fotografía, del montaje, de muchas cosas.” Pero más allá de las diferencias, Saura confiesa: “También es muy hermoso eso”.