Apoyados en la creación colectiva y la dirección rotativa (la asumía uno o dos de ellos en cada obra), los integrantes de El Descueve encontraron una forma propia de organizarse. “A veces la dirección recaía en el que traía una idea contundente para arrancar un inicio creativo, saber el mundo o el paño que se iba a abordar. Pero el método era el mismo: tomamos imágenes o sensaciones que surgen de nuestras propias fantasías, y el o los directores direccionan la búsqueda, van componiendo con las ideas e improvisaciones de cada uno de los integrantes”, explica María Ucedo. Había cierta división natural: Mayra solía trabajar junto al músico invitado, Casella se volcaba a la puesta escenográfica y elegía los nombres de las obras, Gabriela asumía buena parte de la producción. “Siempre las ideas que cada uno aportaba eran vapuleadas, bombardeadas y a la vez enriquecidas por la mirada y el aporte de los demás”, advierte Mayra Bonard. En un comienzo, Criatura y La fortuna se montaron en escenarios pelados. Incorporaron objetos y escenografía en Corazones maduros, a la vez que la voz y la teatralidad comenzaban a tomar forma. Tras los años de gira con De La Guarda, en tres meses concentraron la energía y dieron vida a Todos contentos, con Nora Moseinco colaborando en lo actoral. Luego llegaron Hermosura, un musical con la poética desenfrenada de El Descueve y la incorporación de los actores Daniel Cúparo y Juan Minujin. Por último, Patito feo, “que vino con intereses diversos personales y más gastados. Fue la última creación conjunta hasta hoy”, cuentan.