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Sábado, 15 de septiembre de 2007

LITERATURA

Conflictos en las dos orillas

“Resido en España y vivo en Colombia”, dice Samper Pizano. Aunque veinte años atrás las amenazas del narcotráfico lo impulsaron a emigrar, escribe para el diario El Tiempo, habla diariamente a su país y vive, dice, en función de Colombia. “Creo que ya no sería peligroso para mí volver”, aclara. “Si no he regresado fue porque eché raíz en Madrid: cada vez hay más colombianos y latinos allí, y eso la hace fascinante. La inmigración de hoy, tan denostada por la derecha, enriquece maravillosamente a España. Todavía más, porque ya era fascinante gracias al mosaico de cosas que fue hace muchos siglos. La derecha se olvidó de eso y cree que la llegada de latinoamericanos y negros de Africa va a acabar con el país: al contrario, lo está volviendo fantástico. Y entonces no quiero perderme esta pluralidad de culturas. La democracia española es un fenómeno muy interesante, en peligro.”

–¿Por qué en peligro?

–Siempre se ha hablado de las dos Españas que se tienen odio y yo lo percibo. Veinte años atrás había antagonismos: ahora hay odios. Y unas viejas corrientes subterráneas que afloran: esa vieja Iglesia Católica recalcitrante, esa ultraderecha de tiniebla cavernaria que es el franquismo reconvertido. Son fuerzas involucionistas muy fuertes. Creo que la democracia española es tan fuerte que las aguanta y tiene capacidad de incorporarlas.

–¿Cómo ve la mediación de Chávez ante la guerrilla?

–Bien. Hace largo rato que vengo diciendo que los colombianos no salimos solos de este lío. La clave es que cada vez nos hundimos más. Es la vieja historia del tipo que se mete en el pantano: cuanto más chapotea, más se hunde. Y así estamos hace cincuenta años. Diría que Chávez es casi insuficiente: pensaría en una intervención muy fuerte de Naciones Unidas, casi como un protectorado, para replantear el país. No alcanza con que entreguen unas armas los paras o la guerrilla: hay unas condiciones sociales lamentables, mimetizadas por la guerra. Decía Mafalda que lo urgente no deja tiempo para lo importante: lo urgente es la guerra y lo importante es que el país es cada vez más injusto socialmente. Con el neoliberalismo, los ricos son más ricos y la pobreza aumenta. Por fortuna ha habido un surgimiento paulatino de una izquierda sensata, representada por el alcalde de Bogotá (Luis Eduardo Garzón), que ha cambiado la ciudad con la participación de la gente. Lo de Chávez me parece bien, porque tiene tanto interés en su imagen internacional de líder latinoamericano que se preocupará mucho por hacerlo bien. Una cagada aquí lo desprestigiaría bastante. Y al mismo tiempo la guerrilla sabe que si Chávez se le pone en contra va a complicarle mucho la vida. Pasa que esto sólo abarca un proceso de intercambio humanitario: guerrilleros presos a cambio de secuestrados por la guerrilla. De ahí en adelante falta muchísimo. Pero es un pequeño escenario para empezar a trabajar.

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