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Domingo, 11 de noviembre de 2007

Un benemérito de las tablas

“Los amigos me están llamando benemérito. ¡Me van a cargar toda la vida!”, dice Roberto Cossa a propósito de la distinción que recibirá mañana a las 18, en el Palacio Legislativo (Perú 130). Su primer trabajo fue en periodismo, cuando ya había probado suerte como actor, a los 17 años, en San Isidro. Trabajó en Clarín, La Opinión y El Cronista Comercial e hizo su aporte a la agencia cubana de noticias Prensa Latina, hasta 1976. Ya había escrito Nuestro fin de semana (1964); Los días de Julián Bisbal y La ñata contra el vidrio (las dos de 1966); La pata de la sota (1967) y El avión negro (1970, en colaboración). En 1977 nació La Nona, esa abuela que no deja de comer y revoluciona a toda la familia de Carmelo Spadone, de clase media en decadencia. Integra desde 1990 la Fundación Somigliana (a cargo de la dirección artística del Teatro del Pueblo), acredita obras como El viejo criado (1980); De pies y manos, Los compadritos, Don Pedro dijo no, Lejos de aquí, Gris de ausencia y Tute cabrero, las dos de 1981; Ya nadie recuerda a Frederic Chopin (1982); No hay que llorar y Yepeto (1987); El sur y después y Angelito (1991); Viejos conocidos (1994); Los años difíciles (1997), El saludador y, entre otras, una versión de María Estuardo. Algunas de sus obras pasaron al cine: La Nona (Héctor Olivera, 1979) y Yepeto (Eduardo Calcagno, 1998). En 1965 estrenó Tute cabrero, film de Juan José Jusid, más tarde pieza teatral. Realizó una excelente adaptación al cine de No habrá más penas ni olvido, de Osvaldo Soriano (dirigida por Olivera en 1983), y junto a Somigliana escribió el guión de El arreglo, película de Ayala de 1982.

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