futuro

Sábado, 20 de abril de 2002

FINAL DEL JUEGO

donde se comenta la obra Copenhague, que subió a escena en el Teatro Gral. San Martín

 Por Leonardo Moledo

–Increíblemente –dijo el Comisario Inspector–, Daniel Rosenvasser dio mal la solución de los banqueros ladrones. Creo que es la primera vez que ocurre un hecho tan extravagante.
–¿Cuál? –preguntó Kuhn–, ¿que Daniel Rosenvasser se haya equivocado, o que los banqueros sean ladrones?
–Me sorprende –dijo el Comisario Inspector–, “un delito mucho mayor que robar un banco es fundarlo”, eso ya lo dijo Marx que, como todo el mundo sabe, es uno de los pensadores más respetados por la policía.
–No me sorprende –dijo Kuhn–, les garantizó el trabajo por mucho tiempo y los mantuvo lejos del fantasma de la desocupación. Pero el autor de la frase fue Bertold Brecht, supongo que, también, un autor preferido por la policía...
–”Un fantasma recorre el mundo...” –dijo el Comisario Inspector– cuando leo esa frase se me caen las lágrimas aún hoy... ¿no es extraordinaria como comienzo de un libro? Tiene la misma potencia que la primera frase de Ana Karenina: “Las familias felices son todas iguales, pero las desdichadas lo son cada una a su manera”. Aunque no es de Tolstoi de quien quería hablar hoy –tenía un ataque verborrágico, sin duda– sino de la obra Copenhague, que están dando en el Teatro San Martín.
–No tuve tiempo de ir a verla aún –dijo Kuhn–. También, es difícil, estando prisionero en esta columna.
–Ah –dijo el Comisario Inspector–, sólo la policía tiene esa maravillosa facultad de salir y entrar a voluntad, esa propiedad casi metafísica que proviene de la índole y la sustancia de la represión y el delito, del castigo y la recompensa. De todas maneras, recomiendo a todo el mundo que la vea. Vale la pena, aunque yo tengo mis objeciones. La obra relata el encuentro que Niels Bohr y Werner Heisenberg tuvieron en Copenhague, en la Dinamarca ocupada por los nazis, en 1941, en plena guerra.
–Heisenberg fue repentinamente a visitarlo –dijo Kuhn–. Recuerdo haberlo leído en un libro, que si no me equivoco se llamaba...
–Dioses y demonios en el átomo, o algo por el estilo –dijo el Comisario Inspector –. Brevemente, el asunto es éste. Nunca se supo bien qué diablos fue a hacer Heisenberg a Copenhague, y tanto él como Bohr dieron, más tarde, versiones distintas. ¿Había ido Heisenberg para invitar –disparatada idea– a Bohr a unirse al plan atómico alemán? ¿Fue para averiguar si Bohr sabía algo sobre el plan atómico de los aliados? ¿Fue para proponerle un boicot simultáneo en ambos lados al desarrollo de la bomba atómica? Bien, la obra gira sobre ese problema.
–¿Y cuál es la objeción?
–La objeción es ideológica –dijo el Comisario Inspector–. A lo largo de toda la obra, se trata la Segunda Guerra Mundial como si hubiera sido un enfrentamiento en cierta medida neutro entre grupos de potencias. Como lo fue, digamos, la Primera Guerra Mundial. Pero la Segunda Guerra tuvo un componente ideológico básico, y en la obra no está presente. Para decirlo con terminología policial, en Copenhague falta una Metafísica del Mal. No es posible que se hable de la Segunda Guerra Mundial, de los nazis, de los judíos y de los aliados, y no se mencione a Auschwitz más que una sola vez, hacia el final, y de pasada.
–Está centrada en la bomba atómica –dijo Kuhn– e Hiroshima tiene bastante densidad metafísica.
–Sí –dijo el Comisario Inspector–, pero –según mi lectura– lo que se desprende de Copenhague es que el “Gran Hecho Maléfico” –y en ciertamedida único– de la Segunda Guerra fue Hiroshima, lo cual me parece un disparate, y más cuando se dice a través de Werner Heisenberg, que dirigía el programa alemán, que quería poner una bomba atómica en manos de Hitler, aunque después, claro está, lo haya negado. La actitud de Bohr, por su parte, a ese respecto parece ingenua.
–Prometo ir a verla esta semana –dijo Kuhn– y así podremos discutir la semana que viene con conocimiento de causa. Ahora, hace falta algún enigma.
–Uno rápido y muy sencillo, tomado de una carta que nos envió el profesor Gustavo de Dios Pita. ¿Es verdad que la diferencia entre dos cuadrados consecutivos es igual a la suma de las bases de esos cuadrados?

¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Vieron Copenhague?

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