futuro

Sábado, 29 de enero de 2005

FRAGMENTOS

Uno, Dos, Tres... ¡Tiempo!

Por Fredric Brown

1. La flota vengadora

Vinieron de la impenetrable negrura del espacio y desde una distancia inimaginable convergieron sobre Venus, y lo barrieron. Cada uno de los dos millones de seres de aquel planeta, todos ellos colonos de la Tierra, murieron en cuestión de minutos y toda la flora y fauna de Venus murió con ellos.

Tal era el poder de sus armas, que hasta la misma atmósfera del planeta tan repentinamente condenado ardió y se evaporó. Venus estaba desprevenido e inerme y el ataque fue tan inesperado y sus resultados tan rápidos y devastadores que no hubo tiempo de hacer un solo disparo defensivo. Entonces, los atacantes se volvieron hacia el siguiente planeta siguiendo el orden desde el Sol: la Tierra.

Pero no ocurrió lo mismo. La Tierra estaba preparada; por supuesto no en los contados minutos que transcurrieron desde la llegada de los invasores al sistema solar, sino porque por aquel entonces, el año de gracia 2820, la Tierra se encontraba en guerra con su colonia marciana, que había crecido hasta alcanzar la mitad de la población terrestre y combatía por su independencia. En el instante mismo del ataque a Venus, las flotas de la Tierra y Marte estaban maniobrando para entrar en combate cerca de la Luna.

Pero la batalla terminó más repentinamente que cualquier otra que se hubiese producido en toda la historia de la humanidad. Una flota conjunta de naves terrestres y marcianas, unidas ante la emergencia y el enemigo común, salió al encuentro de los invasores y los enfrentó entre Venus y la Tierra. Eran numéricamente superiores, de modo que los invasores fueron literalmente barridos del espacio... totalmente aniquilados.

En las siguientes veinticuatro horas se firmó la paz entre la Tierra y Marte, en la capital terrestre de Alburquerque. Fue una paz sólida y duradera, basada en el reconocimiento de la independencia de Marte y en una alianza perpetua entre los dos mundos, ahora los únicos planetas habitables del sistema solar, contra cualquier agresión extraña. Y se empezaron a hacer planes para armar una flota vengadora que hallara la nave de los atacantes y los destruyeran antes de que enviaran una nueva flota contra el sistema solar.

Los instrumentos terrestres y las naves de patrulla habían detectado la llegada de los invasores, aunque no a tiempo para salvar Venus, pero la lectura de los instrumentos mostró la dirección desde la cual habían venido los alienígenas, e indicó, aunque no mostrara exactamente tal magnitud, que procedían de una distancia casi increíble. Una distancia que sería imposible de salvar de no existir el combustible C-Plus, recientemente inventado, que permitía a una nave acelerar hasta una velocidad mucho más allá de la de la luz. No había sido empleado aún, porque la guerra Tierra-Marte agotó todos los recursos de ambos planetas, y el combustible C-Plus no tenía tampoco objeto dentro del sistema solar, dado que se requerían enormes distancias para acelerar a mayor velocidad que la de la luz.Ahora, sin embargo, existía un propósito definido: la Tierra y Marte combinaron sus esfuerzos y sus tecnologías, y construyeron una flota equipada con el combustible C-Plus, con el objeto de enviarla contra el planeta originario de los invasores y acabar con él. Tomaría diez años realizar el proyecto, y se estimaba que el viaje requeriría diez años más, pero nada hizo decaer los firmes propósitos.

La flota vengadora, no muy grande en número pero increíblemente poderosa en armamento, abandonó Puertomarte en el año 2830.

No volvió a saberse nada más de ella. No fue hasta un siglo más tarde que se conoció su destino, y ello tan sólo gracias al razonamiento deductivo de Jon Spencer IV, el gran historiador y matemático.

“Desde hace algún tiempo –escribió Spencer– sabemos que un objeto que exceda la velocidad de la luz viaja hacia atrás en el tiempo. Por tanto, la flota vengadora alcanzó su destino, de acuerdo con nuestra cronología, antes de haber iniciado su viaje. Hasta ahora no hemos sabido las dimensiones del universo en que vivimos. Hoy, gracias a la experiencia de la flota vengadora, podemos deducirlas. En una dirección, por lo menos, el universo tiene cien millas de largo de un extremo a otro. En diez años, viajando hacia adelante en el espacio y hacia atrás en el tiempo, la flota viajó exactamente esa distancia 186.334.186.334 millas. La flota, siguiendo una trayectoria recta a través de la curvatura natural del universo, circunnavegó éste hasta su mismo punto de partida, donde llegó exactamente diez años antes de salir. Destruyó el primer planeta habitado con el que tropezó y entonces, al continuar hacia el siguiente, su almirante debió reconocerlo y comprender repentinamente la verdad, reconoció también la flota que salía a su encuentro, y al hacerlo dio con toda seguridad la orden de cese el fuego en el mismo instante en que la flota conjunta Tierra-Marte lo alcanzaba.

“Es ciertamente una asombrosa paradoja reconocer que la flota vengadora estaba encabezada por el almirante Barlo, que tuvo a su cargo el mando de la flota terrestre en los momentos en que las flotas combinadas de la Tierra y Marte se unieron para destruir a quienes pensaba que eran invasores alienígenas, y que muchos otros hombres que ocuparon puestos en ambas flotas durante aquel memorable día formaron parte más tarde de la tripulación de la flota vengadora.”

“Sería interesante especular qué hubiera sucedido si el almirante Barlo, que fue vencido por sí mismo, hubiera reconocido al final de su jornada a Venus en lugar de destruirlo. Pero tal especulación es fútil, esto no podría haber ocurrido, ya que Barlo había destruido anteriormente el planeta, y si no lo hubiera hecho no hubiera ocupado el puesto de comandante de la flota enviada a vengar la destrucción. El pasado no puede alterarse...”

2. El experimento

–Señores –informó orgullosamente el profesor Johnson a sus dos colegas-, es cierto que la máquina del tiempo es un modelo experimental a escala reducida, que sólo opera con objetos que pesan menos de dos kilogramos y a distancias en el pasado y en el futuro de hasta veinte minutos. ¡Pero funciona!

El modelo a escala parecía una báscula como las de las oficinas de correos, pero con un par de diales ubicados bajo el platillo.

El profesor Johnson levantó un pequeño cubo de metal. –Este es nuestro objeto –dijo–. Es un cubo de bronce de un kilogramo y doscientos cincuenta gramos de peso. Lo enviaré a cinco minutos de nosotros en el futuro –se inclinó hacia la máquina y movió uno de sus diales.

Todos observaron sus reflejos. El profesor depositó suavemente el cubo en el platillo.

Desapareció.

Exactamente cinco minutos más tarde, volvió a aparecer.El profesor se levantó.

–Ahora cinco minutos, pero en el pasado –accionó el otro dial. Sosteniendo el cubo entre las manos, observó el reloj–. Son las tres menos seis minutos. Ahora accionaré el mecanismo... colocando el cubo en el platillo exactamente a las tres en punto. Por consiguiente, a las tres menos cinco el cubo debe desaparecer de mi mano y aparecer en el platillo, cinco minutos antes de que yo lo coloque allí.

–Pero entonces, ¿cómo lo podrá colocar? –preguntó sorprendido uno de sus colegas.

–Muy sencillo: mientras mi mano se acerque, desaparecerá del platillo y aparecerá en mi mano para que pueda colocarlo. Fijo las tres en punto. Tomen nota, por favor.

El cubo desapareció de su mano y apareció en el platillo de la máquina del tiempo.

–¿Ven? ¡Cinco minutos antes de que lo coloque, ahí está! El otro colega frunció el ceño ante el cubo.

–Pero –dijo–, ¿qué sucedería si, una vez que haya aparecido antes de que usted lo coloque allí, cambia de idea y en lugar de hacerlo no lo coloca a las tres en punto? ¿No se producirá una especie de paradoja?

–Es una interesante idea –respondió el profesor Johnson–. No se me había ocurrido. Creo que es una experiencia que vale la pena ensayar. Muy bien, veamos. Yo no...

No había ningún tipo de paradoja. El cubo permaneció allí tranquilamente, en su sitio. Pero el resto del Universo, incluidos los profesores, desapareció.

3. Final

El profesor Jones trabajó en la teoría del tiempo durante muchos años.

–Y he hallado la ecuación clave –informó un día a su hija–. El tiempo es un campo. Esta máquina que he construido puede manipular e incluso invertir ese campo. Mientras hablaba, oprimió un botón y prosiguió:

–Esto debe hacer correr el tiempo hacia tiempo el correr hacer debe esto.

Prosiguió y botón un oprimió, hablaba mientras.

–Campo ese invertir incluso e manipular puede construido he que máquina esta. Campo un es tiempo el –hija su a día un informó–. Clave ecuación la hallado y he.

Años muchos durante tiempo del teoría en la trabajó Jones profesor el.

Fredric Brown (1906-1972) fue uno de los más destacados escritores norteamericanos de novelas de misterio, aunque también incursionó en la ciencia ficción y escribió para la serie de tv de Alfred Hitchcock. Se especializó en relatos supercortos. Entre su obras destacan What mad universe (1949) y Martians, go home (1955).

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