Sábado, 9 de octubre de 2004 | Hoy
COSMOLOGIA
Por Mariano Ribas
He aquí la imagen más lejana que se haya tomado en toda la historia de la humanidad. Nunca antes vimos tan profundo en el espacio. Allí, un desparramo de siluetas y puntos borrosos se pierde en los confines del universo observable. Son incontables galaxias, enmascaradas por distancias ya no astronómicas sino directamente cosmológicas: 10, 12 y hasta 13 mil millones de años luz. La foto, publicada por la NASA, volvió a demostrar que el veterano Telescopio Espacial Hubble cuyo destino a corto plazo todavía es incierto mantiene intactas sus tremendas capacidades. Ahora, esa postal ha vuelto a la palestra, porque un minucioso análisis, a cargo de cinco grupos de expertos de la agencia espacial estadounidense, ha revelado valiosos datos sobre aquellas galaxias primitivas, islas de estrellas que se remontan a la infancia de los tiempos.
MAQUINAS DEL TIEMPO
A decir verdad, no es la primera vez que el telescopio más famoso
del mundo (que, paradójicamente, no está en el mundo, sino dando
vueltas a su alrededor, a 600 kilómetros de altura) desafía las
fronteras de lo visible. Ya a mediados de los 90 se despachó con
su célebre Hubble Deep Field, esa imagen de campo profundo
que mostraba las galaxias más distantes observadas hasta entonces, a
10 o 12 mil millones de años luz de la Tierra. Durante los años
siguientes, el observatorio orbital, e incluso algunos colegas terrestres, volvieron
a sondear las profundidades cósmicas, a la pesca de nuevos records. En
realidad, se trataba de mucho más que eso, porque mirar más lejos
en el espacio es mirar más atrás en el tiempo: cuando se observa
una galaxia que está a una distancia de 10 mil millones de años
luz, no la vemos como es ahora sino como era hace 10 mil millones de años
luz, porque eso es lo que tardado su luz en llegar hasta aquí. Son imágenes
vivas del pasado. Y permiten saber cómo eran los primitivos habitantes
del universo, algo fundamental a la hora de entender el origen y la evolución
de las galaxias, los grandes ladrillos del cosmos. Desde ese punto de vista,
los telescopios funcionan como verdaderas máquinas del tiempo.
COSECHA DE FOTONES PRIMITIVOS
Las vistas más lejanas del universo no se obtienen con un simple
click de la cámara adosada al telescopio. Para captar los
escasos y débiles fotones que provienen de las galaxias más distantes
hacen falta larguísimas exposiciones fotográficas que, a esta
altura, obviamente, no son tomadas con películas convencionales sino
por sofisticadas cámaras digitales. La cuestión es que, esta vez
el ojo del Hubble estuvo abierto, y apuntando al mismo punto del espacio, durante
unos impresionantes 11,3 días. La cosecha de fotones dio como resultado
la Ultra Deep Field (UDF), un nombre que deja bien en claro que,
esta vez, se llegó aún más lejos que antes. Técnicamente
hablando, las galaxias más tenues que aparecen en esta fotografía
(marcadas con círculos), tienen una magnitud visual de 30,7. Lo que significa
que son 9000 millones de veces más pálidas que la estrella más
débil que podemos ver en un cielo oscuro.
IMAGEN FOSIL
Recientemente, cinco grupos de expertos de la NASA celebraron una conferencia
en el Instituto de Ciencia del Telescopio Espacial en Baltimore, Maryland. Y
allí anunciaron algunos resultados sumamente interesantes. Por empezar,
todos coincidieron en que el grado de corrimiento al rojo de los
objetos más pálidos de la UDF unos 100, en total, y marcados
con círculos en la foto delata que están situados a una
distancia de unos 13 mil millones de años luz (el corrimiento al
rojo es el estiramiento de las ondas de luz, causado por la
propia expansión del universo). Por lo tanto, la UDF del Hubble se remontó
hasta una época en la que el universo tenía apenas un 5 por ciento
de su edad actual (estimada en casi 13.700 millones de años). Por otra
parte, y tomando como base su distancia y tamaño aparente, queda en claro
que esas galaxias primitivas eran enanas, con apenas un 10 por ciento
del tamaño de la Vía Láctea. Y ese dato refuerza los modelos
cosmológicos que dicen que las galaxias actuales no son otra cosa que
el resultado de una lenta fusión de otras más chicas. Desde ese
punto de vista, las galaxias de la UDF serían una suerte de semillas
de lo que vino más tarde.
HACIA EL AMANECER COSMICO
Evidentemente, en espacio y tiempo, el Hubble ha llegado muy lejos. Y los
mismos astrónomos coincidieron en que, prácticamente, se lo ha
exprimido al máximo. Para superar su marca actual, al menos por poco,
haría falta agregarle un nuevo instrumento infrarrojo que ya está
construido (la Wide Field Camera 3). Pero para eso hace falta una misión
espacial a cargo del transbordador espacial y un equipo de astronautas, cosa
que, por ahora, está muy en veremos. De hecho, en la NASA las opiniones
están bastante divididas en cuanto a la suerte del telescopio, lanzado
al espacio en abril de 1990. Sea como fuere, hay un punto en el que todos están
de acuerdo: para mirar lo más lejos posible, es decir, hasta el momento
mismo del nacimiento de las primeras galaxias (hace 13.500 millones de años),
hará falta un aparato aún más grande. Será el James
Web Space Telescope, el sucesor del Hubble. Una máquina aún más
increíble, equipada con un espejo primario de 6 metros de diámetro,
que sería lanzada al espacio en 2011. En apenas unos años, nos
convertiremos en la primera generación humana que contemplará
el amanecer del universo. Somos increíblemente afortunados.
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