futuro

Sábado, 28 de mayo de 2005

LIBROS Y PUBLICACIONES

Asquerosología

Asquerosología, de la cabeza a los pies
La ciencia de las cosas que dan asco
Sylvia Branzei
Ediciones Iamiqué, 84 páginas

“A veces, apesta. A veces, cruje. Y a veces, resulta pegajoso. Pero, de todas formas, es tu cuerpo. La mayor parte del tiempo no encuentras a tus propios olores, a tus heridas o a tus líquidos demasiado desagradables. Generalmente, son las cositas de los demás que te dan asco.” Con esta declaración, íntima y totalmente cierta, comienza uno de los libros de divulgación científica más curiosos, divertidos y asquerosos –todo al mismo tiempo– de los últimos años: Grossology, de la norteamericana Sylvia Branzei, cuya versión en castellano, Asquerosología, por suerte ya desembarcó en la Argentina gracias a la adaptación y distribución de la física Carla Baredes y la bióloga Ileana Lotersztain, responsables de la editorial Iamiqué que en los últimos dos años deslumbró con lanzamientos como Preguntas que ponen los pelos de punta (1, 2 y 3) y ¿Por qué se rayó la cebra?, entre otros. Ahora arremeten con esta nueva apuesta en libros de ciencias naturales para chicos (“para curiosos de 10 a 110 años”, recomiendan) en los que explotan y sacan provecho de la ansiedad por conocimiento y la inquietud, eterna y desvergonzada, de la infancia.

Apoyado en atractivas y repugnantemente buenas ilustraciones de Jack Keely, el libro se divide en tres secciones tan curiosas como escatológicas: “Asquerosidades blanditas, pegajosas y barrosas” (en la que se explican las peculiaridades histórico-biológicas de vómitos, mocos, pis, diarrea y granos, por ejemplo); “Asquerosidades olorosas y apestosas” (eructos, mal aliento, sudor); y “Asquerosidades con costras y escamas” (caspa, lagañas y sarro dental). En cada una de ellas la autora intenta –y consigue– estremecer a quien lo lee (sea adulto o niño) y responder aquellas preguntas tan vergonzosamente informulables que uno siempre lleva adentro (¿por qué el vómito a veces es de color verde?, ¿por qué la materia fecal es marrón?, ¿por qué el pis es amarillo?, ¿qué provoca su llamativo olor?, ¿en qué parte del cuerpo se fabrica?, ¿de dónde proviene el sudor oloroso?). Los consejos para hacer experimentos y las anécdotas, por supuesto, no quedan afuera: así uno se entera de que en el transcurso de una vida un ser humano produce suficiente saliva como para llenar una gran pileta de 25 mil litros; que con todas las bacterias que hay en el intestino de una persona se podría llenar una taza de café; que en la Edad Media había gente que pensaba que el líquido que caía de una nariz chorreante era, en realidad, el cerebro que se escurría a través de las fosas nasales.

De esta manera, Branzei incita al joven lector –quizás en su primera exploración en la selva de los libros de ciencia– a hallar en su propio cuerpo la fuente de explicaciones científicas. Tal vez de todo aquello salga un “asquerosólogo” hecho y derecho; eso sí, empapado de datos curiosos y divertidos, ideales para compartir a la hora de la comida.

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