EL AMOR ES EL MISMO

NewScientist Hace algunas semanas una modelo con no muchas ideas en la cabeza se explayó a sus anchas sobre la decisión del gobierno español de permitir que parejas homosexuales puedan adoptar niños. Como no podía menos que esperarse de esta figura, dijo: “Puedo entender que se casen; pero es aberrante que adopten porque los niños tienen que tener un referente paterno y materno”. Pese a la posición que se tenga ante el asunto, no se puede ignorar la carga de prejuicio que arrastran estas palabras y cómo la ahora devenida animadora de TV soslaya por completo la evidencia científica que señala que los niños adoptados por las parejas de un mismo sexo tienen las mismas dificultades que pueden llegar a tener los niños adoptados por parejas heterosexuales. El tiempo pasa y la hipótesis simplemente se robustece. Ahora, una nueva investigación (esta vez centrada en adolescentes criados por madres lesbianas) concluyó en prácticamente lo mismo: no hay ninguna diferencia tajante en el desarrollo de jóvenes educados en un hogar heterosexual y en uno homosexual.
Por empezar, el tamaño de la muestra tomada es bastante importante: 12 mil entrevistas a adolescentes realizadas por el equipo del sociólogo estadounidense Stephen Russell desde 1995. En la muestra el investigador y su equipo dieron con 44 jóvenes criados por parejas de mujeres en relaciones similares al matrimonio y comparó sus costumbres con las de chicos de la misma edad, sexo, grupo étnico e ingreso económico, con la salvedad de que sus padres eran heterosexuales.
Y aunque buscaron y buscaron, no encontraron grandes diferencias. Y eso que se enfrascaron en analizarlos y compararlos en términos de depresión, ansiedad, autoestima y rendimiento escolar. “Lo realmente importante es la calidad de la relación entre padres e hijos”, concluyó Russell, quien sabe que su paper será inspeccionado de arriba a abajo por los (supuestos) puristas. Por eso se cuidó de escribir al final del trabajo: “no concordamos con la idea de que individuos homosexuales son menos aptos que otros adultos a la hora de proveer buenos hogares adoptivos”. Palabras de las que a la modelo argentina no le vendría nada mal aprender.

ENJAMBRE ESPACIAL

SCIENTIFIC AMERICAN Cualquier teórico del fútbol, estratega amateur o amante del TEG hasta reventar sabe que eso de “la mejor defensa es el ataque” tiene mucho de cierto. Por un lado está lo de ser previsible ante la incertidumbre y por el otro, el efecto sorpresa (siempre tan impetuoso) que unen fuerzas para hacer trizas a un enemigo ajeno y a la vez voraz. Tan buena es esta estrategia que una firma consultora de ingeniería estadounidense (financiada por la NASA) ya la hizo suya y la avizora como la indicada para destrozar de un golpe a los peligrosos asteroides, que de vez en cuando se acercan más de lo debido a la Tierra.
El proyecto es ambicioso. Basta decir que ante la primera señal de alarma los científicos de la empresa SpaceWorks Engineering, Inc. (Atlanta) barajan lanzar un enjambre de robots (llamados “Modular Asteroid Deflection Mission Ejector Node” o Madmen –o sea, locos–), alimentados por energía nuclear para perforar el malvado asteroide en cuestión y lanzar sus pedazos al espacio con suficiente fuerza como para empujarlo gradualmente hacia un curso que no afecte la Tierra.
El plan augura “estacionar” miles de estos robotitos idénticos en una órbita baja del planeta a la espera de que varios radares detecten en alguna oscura esquina la señal de estos verdaderos invasores espaciales (que no son pocos: desde mediados de los ’90 los telescopios identificaron unos 2672 objetos cercanos a la Tierra). Y una vez en pantalla, el enjambre los interceptará para que la Humanidad no siga los mismos pasos que los dinosaurios.