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Sábado, 15 de junio de 2002

FINAL DE JUEGO › DONDE SE INSINúA QUE LA CERVEZA TIENE MUCHO QUE VER CON EL UNIVERSO Y SE PLANTEA UN NUEVO ENIGMA SOBRE MECHAS Y TIEMPO.

Final del juego

 Por Leonardo Moledo

–La verdad –dijo el Comisario Inspector– es que la cerveza motiva a la gente. Hubo muchas respuestas, prácticamente todas correctas.
–Es más –dijo Kuhn–. El enigma tenía dos soluciones y las dos fueron enviadas. Lo que parece que desconcertó un poco fue mi observación final sobre el funcionamiento del universo.
–No me extraña –dijo el Comisario Inspector–, no me extraña en absoluto. Era, sin dudar, una observación confusa. El universo no se las arregla haciendo trucos como el cervecero, combinando jarras y litros para satisfacer una mera voluntad alcohólica o de cualquier otro tipo. El universo se mueve según líneas generales, grandes leyes límpidas y puras, y deja esos truquetes para los hombres.
–Sin duda –contestó Kuhn– será por eso que vemos en el universo biológico adaptaciones tan maravillosas: el color de las mariposas para esto, la longitud de las lombrices para lo otro, la simbiosis de los organismos, la adaptación: la evolución biológica no es más que un conjunto de trucos como los que usó el cervecero.
–Eso es teleología –dijo el Comisario Inspector–. La evolución no practica trucos para esto o aquello.
–No digo que haya una voluntad –dijo Kuhn–, digo que, aun dentro del paradigma darwiniano, el universo, en este caso el universo evolutivo, resuelve las cosas como puede. Incluso en el universo no biológico, los átomos y las estrellas se las arreglan en cada caso y como les sale. Después, un científico cualquiera organiza esos casos particulares dentro de una ley general, los acomoda como puede, y ahí tenemos un paradigma.
–Volvemos a empezar –dijo el Comisario Inspector–, ya me parecía que llevábamos mucho tiempo de tranquilidad. Pero las cosas no son así: las leyes generales preexisten a los fenómenos y los fenómenos, en cada caso, se acomodan a esas leyes generales.
–Pero se acomodan como pueden –dijo Kuhn–. Eso es lo que quiero decir, y no importa si las leyes generales existen o no. La piedra rueda ladera abajo de la montaña chocando con otras piedras, desviándose o incluso deteniéndose debido a su forma irregular. Después, uno puede venir y hacer la disección de esa caída, y discernir allí una fuerza gravitatoria, y si se detiene, atribuirlo al rozamiento. Y ya tenemos casi listo un paradigma.
–Eso, si miramos el paisaje –dijo el Comisario Inspector–, pero en realidad, no hay piedra, ni montaña, ni ladera, ni choque con otras piedras. Hay sólo átomos interactuando. “Piedra”, en el fondo, es sólo un término que usamos para designar ese conjunto de átomos que la componen y que interactúan con los átomos que componen la ladera.
–Ah, esa historia de nuestro viejo amigo Demócrito –dijo Kuhn– “sólo existen los átomos y el espacio vacío, y todo lo demás es opinión”. Pero, aceptando eso se acepta también que las piedras y las montañas son sólo particularidades, construcciones culturales o mentales, y sólo falta un pasito para decir que también la fuerza de gravedad es un invento.
–No –dijo el Comisario Inspector–, porque los átomos sí están allí y los átomos mismos ejercen fuerza gravitatoria con toda legitimidad.
–¿Ah sí? –dijo Kuhn– ¿Los átomos están allí? ¿Y cómo lo sabemos? ¿Y el vacío? ¿También está allí?–Ese es otro tema –dijo el Comisario Inspector–, la existencia del vacío tiene su historia aparte. Y a propósito, yo creo que el interés de nuestros lectores por el enigma de la cerveza tiene más que ver con el problema de lo lleno y lo vacío, al fin y al cabo, una de las preguntas más antiguas; y allí sí volvemos a Parménides. Creo que deberíamos hablar de ese problema: ¿existe el vacío?
–Bueno –dijo Kuhn–, pero otro día, porque ahora tenemos que proponer un acertijo.
–Bueno –dijo el Comisario Inspector–, de todas maneras, hemos demostrado lo lejos que nos puede llevar la cerveza. Y en cuanto al enigma, aprovechemos este que envió Eduardo Felizia.

“Se dispone de dos mechas, de las que se usan para detonar explosivos, una de 10 metros de longitud y la otra de 15 metros. Ambas mechas tardan una (1) hora en arder totalmente. ¿Cómo se pueden medir exactamente cuarenta y cinco (45) minutos con las mechas, teniendo en cuenta que no tenemos ni una regla ni un reloj?

¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Cómo se pueden medir 45 minutos? ¿Y existen las piedras, las laderas y las leyes, o sólo hay átomos y espacio vacío? ¿Y existe el vacío?

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