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Viernes, 26 de febrero de 2016

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El cupo invertido

 Por Silvia Lilian Ferro*

Los privilegios masculinos en el sistema científico han sido develados por numerosas investigaciones, pero al mismo tiempo están naturalizados en ese hueso tan duro de roer que es el sentido común, que en esta época de globos amarillos parece entronizarse. Si la deconstrucción de las ideas preconcebidas debiera ser una premisa de quienes hacen ciencia, la entrevista al nuevo Presidente del Directorio del Conicet Alejandro Ceccatto publicada el 10 de enero pasado en la sección “ciencia” del diario Perfil tiene algunas perlitas sobre la participación de las mujeres en el organismo que preside y de su contribución en el sistema nacional de Ciencia y Tecnología que vale la pena subrayar y cuestionar. La nota lleva el sugestivo título “El Conicet hoy es inviable, necesita un cambio profundo” y reclama urgentes reflexiones sobre lo expresado por parte de uno de los máximos referentes de las políticas científicas nacionales. La pregunta y respuesta que originan esta respuesta (aunque se analizan también otros fragmentos) es: –En la foto de asunción llamó la atención la ausencia de mujeres en cargos directivos... –Creo que es una mera fluctuación estadística. En la gestión anterior había cuatro mujeres. Y cuando nos visitan de otros países se siguen sorprendiendo con la alta proporción femenina. La ciencia local tiene un balance casi ideal de géneros. De hecho hoy, en los estamentos iniciales, hay más mujeres que varones. Luego cambia, pero es un fenómeno social que pasa en otros ámbitos del Estado y en las empresas. Tampoco creo en un sistema de cupos porque en ciencia la mujer es tan competitiva que no tiene problemas para ganarse su lugar con su capacidad. Tal vez tenga sentido en otros ámbitos. Incongruencia 1: “Creo que es una mera fluctuación estadística” llama la atención a que atribuya a una mera fluctuación estadística el hecho de que la

cúspide de autoridades presentadas en sociedad en la actual gestión estuviese conformada solo por hombres cuando él mismo como Presidente del Directorio fue convocado en forma directa y personal por el Ministro Barañao es decir no fue el azar estocástico lo que integró solo con varones esa cúpula sino que fue la decisión discrecional potestad del Ministro. “Por eso cuando Lino me convocó para este puesto no dudé y acepté el desafío con mucho placer.” Nada de azar, Nada de fluctuación estadística.

Incongruencia 2:“La ciencia local tiene un balance casi ideal de géneros. De hecho hoy, en los estamentos iniciales, hay más mujeres que varones. Luego cambia, pero es un fenómeno social que pasa en otros ámbitos del Estado y en las empresas.”

El “balance casi ideal de género” que presentaría la Argentina llega hasta el ingreso y allí se comienza a topar con obstáculos muy concretos ya que cómo el mismo afirma las científicas y tecnólogas argentinas se sobrerrepresentan en las capas basales de la pirámide organizacional y en sentido contrario entonces los varones se sobrerepresentan en las capas de jerarquía es decir las escalas de autoridad reconocimiento y prestigio y obviamente remuneración haciéndose mas intensa la brecha a medida que se sube en las escalas de la pirámide organizacional. Es a lo que se conoce como segregación vertical de género.

Incongruencia 3: Tampoco creo en un sistema de cupos porque en ciencia la mujer es tan competitiva que no tiene problemas para ganarse su lugar con su capacidad. Tal vez tenga sentido en otros ámbitos.

Antepone políticas de discriminación positiva (cupos) para superar estas segregaciones verticales y horizontales en organizaciones versus capacidad propia. Sin embargo, la competitividad que les reconoce en el sistema científico no les alcanzaría para distribuirse en la estructura institucional en forma más proporcional. Está admitiendo tácitamente que no es la capacidad o su falta lo que influye en las carreras sino la acción y omisión de quienes se benefician de ese estado de cosas. Un cupo invertido tácito, el del privilegio masculino en las cúpulas de las organizaciones y mercados laborales calificados. Y da por supuesto que en otros ámbitos la segregación vertical y horizontal en las pirámides organizacionales sería la expresión de la falta de capacidad de las mujeres y allí sí podría tener sentido el cupo. La culpa sería de ellas por no tener la capacidad suficiente

Es asombroso que alguien competente en física y a cargo de las políticas científicas del país evidencie en tal respuesta no haber consultado las estadísticas educacionales argentinas que son un insumo básico, vector directo de capacidades que se ponderan para realizar políticas científicas sostenibles ya que ambos sistemas el educativo y el científico tecnológico están en mutua retroalimentación.

Si se mide competitividad por calificación según el paradigma de Ceccato todos los organismos públicos y privados de la Argentina tendrían que tener mayoría femenina en sus cúpulas. No sólo las mujeres somos mayoría poblacional sino mayoría de población con educación secundaria y terciaria, especialmente en la universitaria con feminización sostenida en promedio desde ya décadas. Una simple cuestión matemática de proporcionalidad que la naturalización del sexismo en ciencia y tecnología impide observar inclusive a un físico como Ceccatto, quien naturaliza como si fuese un fenómeno regido por la ley de la gravedad, el giro inverso en la tendencia que se produce al momento en que esta masa critica muy formada llega a las organizaciones como el CONICET y demás y en mercados laborales calificados.

También sorprende que en el 2016 todavía campee el paradigma positivista de la ciencia donde el conocimiento se construiría en supuesta neutralidad de sesgos de género, étnicos y de sectores sociales aventajados y desaventajados, no sólo en la participación en la producción del conocimiento científico y en la circulación del reconocimiento y el prestigio, sino también en la construcción de la agenda de Ciencia y Técnica de la Argentina. Qué se investiga, quienes lo hacen, para qué y para quiénes se hace ciencia están sesgados y filtrados en atención a muchos sesgos de exclusión y privilegio además del de género.

Llama también la atención que desde la visión eficientista y productivista que subyacen a todas las respuestas en ese reportaje, Ceccatto pierda de vista el argumento esgrimido por organismos internacionales y multilaterales abocados a políticas de promoción de Ciencia y Tecnología advirtiendo que tales sexismos en el aprovechamiento de capacidades de las mujeres significa un desperdicio y por tanto un uso ineficiente e irracional de los fondos públicos invertidos. Cada generación de científicos y tecnólogos de un país es fruto de largos años de inversión mayoritariamente estatal y de formación intensiva en los niveles superiores y de necesaria adaptación a su medio de las capacidades adquiridas para producir las transformaciones que la sociedad necesita y es el Estado quien puede y debe protagónicamente lograr una distribución de las oportunidades y de los resultados en ese sistema a las grandes mayorías. Eso no lo hará de suyo el sector privado y mucho menos como prioridad.

* Profesora Universidad Federal para la Integración Latinoamericana (UNILA). Autora de La Tierra en Sudamérica y Estructura y propiedad de la tierra en el Mercosur. Licenciada en Historia y Doctora por la Universidad Pablo Olavide de Sevilla.

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