PANTALLA PLANA
La serie británica River sorprende por su gran guión, creado por Abi Morgan, su historia triste y melancólica sobre la locura, y su trama social y humana.
› Por Silvina Herrera
River es una serie sobre la melancolía, el amor y la locura. Las personas que tiene alrededor un hombre hundido en la más profunda soledad lo tildan de loco porque habla con lxs muertxs, pero él puede así acercarse a sus sentimientos más hondos, indagarlos e indagarse como muchxs nunca se atreven. La locura lo vuelve racional, aunque sea una locura incomprendida, que lo transforma en paria, como todas las locuras, que en el fondo no son más que conductas disímiles de las que el mundo espera, una interrupción de la normalidad, un quiebre, una insurrección.
La serie de Netflix empieza con el inspector John River yendo en su auto con su compañera de trabajo Stevie. Al principio todo parece un almuerzo laboral más de dos personas que se llevan bien y disfrutan estar juntas, pero a medida que avanza la trama revela que Stevie fue asesinada delante de su compañero y él imagina que sigue ahí, compartiendo cosas con él y manteniendo conversaciones cotidianas y fluidas como si nada hubiera pasado. Stevie es el motor que lo enloquece y al mismo tiempo mantiene su vitalidad. La guionista atrás de River es Abi Morgan, quien escribió The Hour, la vida de Margaret Thatcher en La Dama de Hierro con Merly Streep, y también el guión de Shame, una película sobre una adicción sexual. El texto tiene una escritura literaria que lo acerca a la otra gran serie de detectives True Detective y lo aleja de la velocidad y simplicidad de otros guiones actuales.
Los diálogos con la muerte son una fiesta retórica y poética. Con Steve teje el contrapunto alegría/ melancolía, porque ella siempre está contenta, y también habla con el personaje de Thomas Cream, un asesino real que envenenaba a sus víctimas en el siglo XIX y con quién mantiene duras batallas verbales, su alter ego que le dice las verdades que él se niega a ver y concientizar. “Soy tu parte más oscura, soy el rompecorazones, la desesperación, soy la muerte”, le dice mientras camina solo de regreso a su casa.
River tiene así varios puntos fuertes, emotivos e inolvidables: además de su guión literario, la actuación destacable del actor sueco Stellan Skarsgard, la introducción de una canción que revive con el tiempo: I love to love (But My Baby Loves To Dance) que tiene toda la impronta de ABBA pero la canta Tina Charles. La serie empieza con ese tema y también cierra en una escena final triste que conmueve como pocas, cuando él se la imagina y ambos cantan “Me encanta amar, pero a mi chica sólo le encanta bailar”. Otro mérito es la investigación profunda de la mente y las emociones humanas en el personaje de River y la exposición de un Londres diferente, más oscuro, menos transitado pero igual de llamativo.
La serie tiene apenas seis episodios y de fondo de la historia de los dos detectives se muestra una Inglaterra marginal de trabajadores inmigrantes y mafiosos que son aprovechados por profesionales corruptos y sin escrúpulos. El conflicto de una mente psicótica se cruza con la conflictividad social que sigue presente en Londres. Madres desesperadas, narcos sin destino, inmigrantes sin trabajo, todos muestran sus miserias, pero sin estereotipos o juzgamientos. Poco a poco se va revelando la historia de Stevie y quién la mató, en el medio se deja ver su universo familiar misterioso, los cruces entre su madre y sus hermanos y los sentimientos turbios que los impulsaban. En River la música y el amor son el conjuro contra la muerte y la tristeza.
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