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Viernes, 6 de agosto de 2004

SALUD

El futuro ¿ya llegó?

Los bancos de células madres –que conservan, congelada, sangre de la placenta y el cordón umbilical– son protagonistas de un boom mundial que apuesta a un futuro todavía incierto: que esas células regenerativas sean un seguro biológico contra enfermedades como la leucemia o el Alzheimer. Sin embargo, en la experiencia europea sólo tiene sentido en uno cada 20 mil casos. Este año se abrió en Argentina el primer banco. Y también la polémica.

 Por Luciana Peker

3283456763 es un número imaginario de identificación de seres humanos similar al que profetizaba la futurología del pasado. El futuro ya llegó. 3283456763 es –o puede ser– el número de Rodrigo, un bebé que acaba de nacer y ya tiene su código de barras. En la Argentina 04 hay más de quinientos chicos que, más allá de la boca de mamá y de la nariz de su papá, cuentan con una clave personal congelada a 196 grados bajo cero junto a un cúmulo de las células madres del día en que nacieron. 3283456763 no es el DNI de Rodrigo ni el número de su cuenta bancaria, es la cifra de su propio seguro biológico, un nuevo paradigma científico que podría salvarlo de un trasplante de médula ósea. Y, en el futuro, ayudarlo a combatir un infarto, diabetes o, incluso, enfermedades neurológicas como Parkinson o Alzheimer.
Aunque ese futuro todavía no llegó. Pero ya se habla de él. “La sangre remanente en el cordón umbilical y en la placenta luego del parto representa una llave al futuro para muchas enfermedades porque en ella encontramos células madre. En la actualidad, estas células se utilizan para regenerar la médula ósea en aquellas situaciones en las que es necesario recurrir a un trasplante de médula. También estas células servirán en un futuro no muy lejano para colaborar en la regeneración de tejidos específicos como músculo cardíaco dañado después de un infarto o células del sistema nervioso en enfermedades como el mal de Alzheimer, Parkinson”, explican en Matercell (primer Banco de Células Madre de Cordón Umbilical para uso propio de la Argentina) que tiene sedes en Córdoba, San Juan, Bahía Blanca, Rosario, Salta y Mendoza.
Aunque, más allá de las posibilidades reales ante complicaciones en la médula ósea, el resto de las potencialidades de guardar la sangre del cordón umbilical de los recién nacidos son, hasta ahora, apenas suposiciones en base al desarrollo científico actual. Sin embargo, por confianza ciega en el progreso de la ciencia, por necesidad en familias con antecedentes de enfermedades como leucemia, por apostar a la prevención, por no desaprovechar la oportunidad de ayudar a un hijo, por la presión de las campañas publicitarias de esta nueva faceta de la medicina, o, simplemente, por las dudas, el mundo vive un boom de los bancos de células madres. Matercell llegó a la Argentina en octubre del 2003, en el marco de un auge de experiencias similares en Europa, Estados Unidos (donde hay más de 15), México, Perú, Brasil y Colombia. Seguramente la tendencia seguirá creciendo e, incluso, se abran otros bancos en el país.
Este fenómeno tiene dos caras. Por un lado, implica una invalorable oportunidad de apostar ahora a que el avance científico pueda ayudar a un chico mañana. Y, por otro lado, es un negocio con el riesgo de un exceso de marketing. Mientras que, si realmente la efectividad es tan alta, indudablemente va a aumentar brecha entre las posibilidades de vivir más ymejor (o menos y peor) entre ricos y pobres. En la Argentina todo el tratamiento (análisis, extracción de las células madres del cordón umbilical durante el parto, reducción, congelamiento y conservación) cuesta alrededor de 900 dólares, más un costo anual de mantenimiento de 90 dólares.
“Este es un seguro biológico –enfatiza el médico Claudio Chillik, asesor científico de Matercell y especialista en reproducción humana–. En vez de tirar las células madre las guardo por si el chico que nace hoy el día de mañana las necesita, porque a los 20 tiene que hacerse un trasplante de médula ósea, a los 30 tiene diabetes o a los 40 un infarto.”
–¿Por qué serían tan importantes las células madres del cordón umbilical?
–Las células madres tienen dos características: pueden dividirse y pueden formar parte de cualquier célula del organismo: la sangre, las neuronas, la piel. Eso abre un área nueva en medicina que es la medicina regenerativa que implica regenerar células –que han sido dañadas por una enfermedad de forma irreversible– por estas células que son capaces de ser materia prima. La sangre del recién nacido está repleta de células madres que son jóvenes, tienen una enorme potencialidad y no tienen contaminación. Por eso, las células madres de cordón umbilical son las ideales.
–¿Cómo es el procedimiento de extracción? ¿Puede volver más cruenta la intervención médica en el parto con el bebé o la mamá?
–Cuando el bebé nace quedan como 100 mililitros de sangre en la placenta y el cordón. Normalmente esa sangre se descarta, se tira a la basura. Nosotros recogemos esa sangre luego de que nació el bebé y se cortó el cordón, lo cual implica cero riesgo para la madre y el bebé.
–¿Para qué serviría hoy, concretamente, guardar las células madres de un recién nacido?
–Para cualquier tipo de trasplante de médula ósea. Además, aunque, todavía en forma experimental, ya se están utilizando estas células para regeneración de tejido e injertos óseos y tejido cardíaco.
–¿El padre de uno de estos chicos podría usar las células madre que guardó de su hijo para regenerar su propio corazón?
–Sí, exactamente. Hoy se hace lo mismo sacándole al paciente las células de la propia médula ósea, pero, esas células, están más dañadas. También se viene una etapa nueva en medicina. El desafío es poder utilizarlas para solucionar la diabetes, los problemas hepáticos, los problemas de piel y los problemas en neuronas (Alzheimer, Parkinson, hemiplejia).

El futuro de la polémica
¿Realidad o desafío? Justamente, en este punto, hay algunas disidencias. Ramiro Quintana, subdirector del Instituto de Fertilidad (IFER), contrapone: “Creo que la demanda de estos servicios aumentará, pero es bueno tener en claro su utilidad, el futuro es muy promisorio, pero es el futuro... Es cierto que es una técnica incruenta, pero se calcula que de la sangre almacenada sólo será utilizada una muestra en mil casos”. En el mismo sentido, Susana Sommer, bióloga, profesora de la maestría de biología molecular de la UBA y autora del libro Genética, clonación y bioética informa: “El grupo europeo de ética, en una declaración del 18 de marzo de 2004, apoya la creación de bancos públicos de sangre de cordón, pero con respecto a los bancos comerciales considera que la probabilidad de necesitar un trasplante autólogo es de 1/20.000 en los primeros 20 años de vida y no se ha demostrado aún que las células utilizables para trasplantes puedan almacenarse más de 15 años y que debe informarse con claridad, en la publicidad y los contratos, que es hipotético que estas células de cordón sean útiles en el futuro”.
¿Los argentinos que deciden congelar las células madres de sus hijos lo hacen pensando en las potencialidades del futuro o en la realidad de hoy?Chillik responde: “La mayoría de la gente lo hace como ‘seguro biológico’. Hasta ahora hubo unos diez casos con enfermedades que justificaban el procedimiento. Hubo tres bebés con familiares con leucemia (a uno se lo hicimos sin costo porque no tenía medios económicos y el chico que está naciendo ahora puede salvarle la vida al hermano) y dos padres con enfermedades neurológicas. Pero, en el 99% de los casos, es por las dudas”.
Chillik avanza con una comparación con las inversiones de la vida cotidiana: “Como en cualquier otro seguro ojalá que nunca lo necesiten, pero, más vale que lo tengan por si el día de mañana lo necesitan. El riesgo de que tu casa se incendie es mínimo y, sin embargo, tenés seguro contra incendio. Es mucho más probable que el chico que está naciendo hoy utilice estas células a que se incendie tu casa. Con la diferencia de que tu casa la vas a reemplazar y tu vida no”.
El debate no se agota. Sommer contrapone otra objeción al marketing de los bancos de células: “Otro de los problemas es la publicidad a mujeres embarazadas, cuando están en un alto nivel de vulnerabilidad, ya que necesitan decidir todo lo que es mejor para sus hijos. Por eso, creo que es fundamental discutir estos temas cuando una o uno no es vulnerable y puede averiguar qué es lo que más le conviene. Es decir cuándo se puede pensar racionalmente y no hay presiones por razones económicas, políticas y sociales”.
En tiempos tan cambiantes, el tema de los tiempos no es fácil de resolver. Chillik, desde otro punto de vista, plantea: “El concepto fuerte es que lo haces en el momento del parto o se perdió la oportunidad. Y no estás haciendo nada que exponga a la madre ni al bebé. Es sangre que, si no, va a la basura”.
“Que nazca sanito” es un deseo perimido. Ahora, los padres pueden preocuparse porque nazca, crezca, madure –y hasta envejezca– sanito. ¿Ciencia ficción o ciencia anticipación? ¿Marketing biotecnológico o la posibilidad de comprar la próxima vacuna antes de que aparezca? El futuro de la salud, hoy, es una pregunta con final abierto.

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