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Viernes, 1 de abril de 2005

ARTE

Otras estéticas

A la hora de poner colores, luces y climas a lo que entienden como “bello”, seis fotógrafas argentinas hicieron añicos los estereotipos de las imágenes publicitarias. De eso se trata En busca de la belleza real, la exposición convocada –curiosamente– por una empresa de cosméticos.

 Por Luciana Peker

Luján Castellani, Angela Copello, Francisca López, Nuna Mangiante, Andrea Racciatti y Mónica Von Asperen son las seis fotógrafas convocadas por la empresa Dove para la muestra En busca de la belleza real que se expone en el Centro Cultural Borges desde el 8 de marzo y hasta el 10 de abril, de lunes a sábado de 10 a 21 y los domingos de 12 a 21. Las seis dieron sus diferentes miradas y sus diferentes obras –desde un sentido artístico y no publicitario– para retratar la palabra linda más allá de la presión por ser linda que desde la televisión atornilla a mujeres a mirar a otras mujeres atornilladas a una silla con tal de no mostrar la celulitis. La muestra partió de la convocatoria de la empresa que realiza una campaña a partir de los resultados de un estudio donde comprobó que sólo el 3% de las argentinas se sienten bellas y apenas el 8% logra calificarse como atractiva. Y que el 57% de las mujeres de Estados Unidos, Cánada, Japón, Portugal, Gran Bretaña, Italia, Francia, Brasil, Países Bajos y Argentina sienten que los atributos de la belleza femenina se han transformado en algo estrechamente definido en el mundo de hoy. “La medida social que cada mujer encuentra para comparar su propia belleza responde a una construcción de ideal físico que es trasmitida por los medios masivos y asimilada por la cultura popular, y la aspiración por alcanzarlo genera una constante frustración y desvalorización”, concluye el informe de Dove. Uno de los datos más interesantes de esa investigación es la constatación de que la presión estética (“no comerás, no crecerás, no serás distinta”) genera dolor (el 48% de las mujeres se sienten peor cuando se sienten menos bellas) y, fundamentalmente, que es una presión en aumento. El 63% de las entrevistadas resaltó que la sociedad les exige a las mujeres actuales que sean físicamente más atractivas que la generación de sus madres. Por eso, no es raro que también aumenten las mujeres dispuestas a pasar por el quirófano. Durante el 2004, En Estados Unidos, se realizaron 11,9 millones de procedimientos estéticos (botox, lipoaspiración, cirugía de lolas, entre los más pedidos), lo que representa un aumento del 44% con respecto al 2003, según datos de la Sociedad Americana de Cirugía Plástica Estética. En la Argentina, cifras parciales dicen que programas televisivos como Transformaciones muestran el deseo latente de muchas argentinas. En el servicio de cirugía plástica del Hospital Italiano las operaciones crecieron un 20% el año pasado, según un informe del diario La Nación.
En busca de la belleza real, entonces, es un refugio de contradiscursos, no explícitos, donde las mujeres no son forzadamente enemigas del actual modelo sino que lo distinto es mostrar que todo puede ser bello, según como se lo mire. Un rostro de una mujer grande parece casi angelical si la luz lo sobre-ilumina, dos piernas cruzadas completan un cuadro que no necesita decir nada más y las fotos recortadas parecen recordar a los espejos con distorsión (¿cuáles no lo son?) que divertían en los parques de diversiones y que hoy parecen proclamarse como enemigos número uno del alma femenina. María Dolores Marino, gerente de Dove Argentina, subraya: “La belleza es, sin lugar a dudas, un valor. La fuerte incidencia y presión cultural provenientes de modelos impuestos desde los medios, las marcas y desde otros formadores de opinión nos han llevado a uniformar la belleza, dejándonos sin esa subjetivación tan necesaria para definirnos a través de nuestros propios valores”. Clelia Taricco, una de las curadoras de la exposición, señala: “Es interesante comunicar sobre la belleza desde otros soportes y, especialmente, darle lugar al arte contemporáneo”. Como oposición al modelo estético avasallante, esta muestra propone caras, cuerpos, gestos, pieles, pero otras –incluso otras entre sí–. La exposición ofrece –obviamente tratándose de seis artistas– distintos puntos de vista y esa obviedad frente a un tema con seis miradas, frente a la belleza (en donde los puntos fuertes y débiles parecen siempre irreductibles) ya es un punto de vista: la belleza depende de quien la mire y para cada cual la belleza está en distintos lugares.
Una de las obras más fuertes, por el contraste con la tiranía de la juventud es la serie de Francisca López sobre Bandi Binder y Sally Dietrich en la que la calvicie o las arrugas realmente quedan desvanecidas frente a la impronta de la pareja. “La belleza no pasa por la edad sino por el empleo del tiempo. Yo los fotografío a ellos desde 1998 porque me interesa su modo de vida, tienen un tiempo propio y una cotidianidad muy particular que es bella”, cuenta la fotógrafa. Taricco junto a Cristina Rossi fueron las curadoras de la muestra. Ellas concluyen: “La belleza se nos aparece oculta entre los pliegues de lo cotidiano o en la fragilidad de toda una vida, habita en cuerpos, gestos, ilusiones o acciones. Cada una de las artistas articula diferentes estrategias –empleando los recursos plásticos que juegan en su propia poética– para construir la imagen más cercana al instante fugaz en el que aquello que considera bello es capaz de asomar”.

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