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Viernes, 23 de noviembre de 2007

EXPERIENCIAS

Laboratorio de diversidad

Diez años atrás, Inés Sanguinetti y Olga González decidieron que era hora de abandonar la teoría y poner sus propios principios, deseos y críticas en práctica. Con más voluntad que recursos, fundaron Crear vale la pena, una organización que trabaja con jóvenes marginales y acomodados, profesionales y artistas, mujeres y varones, para ensayar otras formas cotidianas de lo social a través del arte. A una década, los resultados son abrumadores; el apoyo del Estado no tanto.

 Por Moira Soto

No es el clima habitual de una entrevista periodística: un niño se descuelga por la ventana de la salita donde tiene lugar la conversación, una niña interrumpe para mostrar ufana la papirola que acaba de hacer, chicos y chicas de entre 10 y 12 años juegan y gritan en el patio cercano con sus paredes cubiertas de coloridos murales. “No pueden hacer tanto quilombo porque estamos grabando una nota. ¿Bajan el volumen, chicos, por favor? Gracias”, salta en algún momento Inés Sanguinetti, logrando que los decibeles disminuyan. La cofundadora y directora (junto a Olga González) de Crear vale la pena, organización no gubernamental que está celebrando este mes diez años de continuada actividad a favor de la educación artística en la zona norte del Gran Buenos Aires, recuerda los primeros pasos de la fundación: “No teníamos nada, sólo compartíamos la idea de que la Argentina no puede seguir siendo un país de tanta desigualdad y asimetría, sin un criterio de distribución de riqueza y oportunidades, independientemente de las sucesivas crisis... Algunas personas nos dijimos: bueno, dale, además de conversar en el café, escribir papers o hacer obras de vanguardia, pongamos el cuerpo en algún lugar como para modificar algún pedazo de realidad, con la ilusión de que en el futuro habrá algunos más que lo hagan, y así en la suma y la alianza de todos estos espacios micropolíticos, la política de transformación emergerá”.

En 1993, Inés Sanguinetti –bailarina, coreógrafa, socióloga– estaba con su marido Juan Peña –profesor de filosofía, administrador de empresas, especialista en el desarrollo de comunidades (actualmente en el noroeste argentino)– en la Fundación El Otro, donde se armó un núcleo de trabajo artístico que produjo una obra, Extraños en la casa: “Ese fue el comienzo de muchas cosas: se juntaron quince pibes, la mayoría varones. Una situación muy atractiva para mí como coreógrafa. Salió tan bueno el espectáculo que se lo mostré a algunos colegas y a la gente del circuito cultural en barrios que funcionaba en Buenos Aires en aquella época. Y la dirección del Festival de Corrientes nos invitó a presentarla. Los chicos entraron en pánico: algunos de ellos no conocían ni la Plaza de Mayo. Ahí aclaramos: no se trata de hacer obras con jóvenes urbanos marginales de una villa, sino de crear instituciones donde la fuerza de esos jóvenes pueda expresarse con otro protagonismo, con una capacidad de plantarse frente a la sociedad con una propuesta propia”.

En la villa La Cava y en el Bajo Boulogne había, respectivamente, dos señoras, Olga González y Lilia de Tula, que tuvieron un rol importante en el devenir de Crear: “Ellas se reunían en un edificio abandonado de los ferroviarios, tan oscuro que ni de día se veían bien adentro. Allí, en esa penumbra, veinte nenas armaban una coreografía. Empezamos a trabajar juntas en los barrios del Bajo Boulogne. Porque creemos que es bueno que la alianza sea de personas de adentro de los barrios que tienen su propia concepción sobre lo que es gestión cultural y cuán importante puede resultar el arte en la vida, y de personas de afuera, como podemos ser Natalia Revale y yo. Ella tenía un grupo, Arrearte, que hizo un trabajo notable en la calle, y ahora está trayendo a los centros culturales el espíritu militante, político, formador de opinión y de valores”.

Natalia Revale, presente en la entrevista, es coordinadora del programa artístico de los dos centros culturales comunitarios de Crear, Puertas al Arte (Beccar, a unos pasos de La Cava, 4737-9369) y Joven Arte Creativo (Bajo Boulogne, 4723-1618), y oficia de guía a través de los espacios de Puertas, donde funcionan talleres de danza contemporánea, circo, títeres, fotografía, animación digital (con la colaboración de un grupo de voluntarios de la UBA). En el primer piso, dos costureras le dan el punto final a una serie de remeras con el logo de la institución que serán vendidas. Dice Revale: “No se trata sólo del desarrollo de las capacidades individuales, sino de organizarse, continuar y, en el futuro, multiplicar. Ir más allá del hobby, del divertimento, formar equipos, cooperativas de trabajo, que profesionalizarse sea una posibilidad concreta”.

De estos talleres salieron bandas de música, diversos espectáculos, emprendimientos relativos a las artes visuales. Muchos voluntarios se acercaron por medio de la página de Internet (www.crearvalelapena.org.ar) porque les interesa esta propuesta democrática y fructífera, alejada del mero asistencialismo. Según apunta Revale, “los talleres están enfocados hacia preadolescentes y adolescentes, pero nos parece positivo captar el interés de hermanos y familiares para articular mejor el rendimiento. Chicos y chicas que han pasado por estos centros culturales ahora están en un nivel de mayor compromiso con la institución”.

Afirma Inés Sanguinetti que, desde el vamos, Crear está tratando de romper con ciertas divisiones inconducentes en el terreno artístico, entre educación artística, el arte en sus distintos circuitos, el arte politizado... “Por fuera de cualquier contexto, el arte es un valor en sí mismo. Creemos que estos mundos pueden dialogar en un espacio donde la diversidad se ponga en sinergia. Así, el arte puede recuperar un lugar estratégico en la sociedad, modificar de verdad la calidad de los vínculos humanos, ayudar a construir una sociedad más equitativa. Y de yapa lograr su propia transformación.”

Como para que todo lo declarado por Inés y Natalia no suene a utopía romántica y a pura formulación de buenas intenciones, las cifras y la producción de Crear vale la pena hablan por sí solas: casi 6 mil alumnos participaron en los talleres abiertos y gratuitos de los centros culturales de Beccar y Bajo Boulogne, donde se forman docentes, artistas, técnicos y animadores socioculturales; actualmente funcionan más de 20 talleres semanales de artes escénicas, musicales, visuales. Se han realizado 21 espectáculos de reconocida calidad, presentados en teatros y festivales de Buenos Aires, el interior del país y Europa. También Crear desarrolla programas artístico-pedagógicos en escuelas, universidades, ong, donde el arte es puesto al servicio de la reflexión sobre problemáticas sociales y donde se incentiva la participación ciudadana. Por otra parte, las actividades de la fundación Crear han merecido distinciones como, entre otras, el Grand Prix de l’Action Humanitaire de la revista Madame Figaro, en Francia, y el Premio Teatro del Mundo 2003 de la UBA, y el Rojas, la Mención Especial María Guerrero 2002.

“Mantener el espíritu para poder contagiarlo a los demás es fundamental”, responde Natalia Revale sobre las claves de la continuidad de Crear. “Una mística que te llena el alma y que querés transmitir. Yendo a la más prosaica realidad, la financiación es un tema importante: el Estado es un problema, el municipio es un problema, las empresas... Despertar la responsabilidad civil, que se nos escuche, se nos acepte, se nos tome. También apostamos a la articulación con otras instituciones, con redes internacionales que puedan respaldar para que no se caigan los proyectos.”

IGUALES Y DIFERENTES

“Esta organización es muy sofisticada porque el cofundador es administrador de empresas”, se ríe Inés Sanguinetti. “Tenemos una estructura compleja y estricta: no trajiste la boleta, no te pago; nos cortamos los dedos si desaparece algún micrófono, si la alarma no estaba puesta... En serio, le damos una enorme importancia a la administración de lo material, un tema que es parte del programa de formación. Es que los jóvenes acá no son beneficiarios sino partícipes y responsables de las cosas, en la medida en que su edad e idoneidad se los permita. Otra de las cuestiones que nos importan es el tratamiento del conflicto y el de la diversidad. Esta organización compone un mapa muy complejo de personas ricas, menos ricas, pobres. Líderes barriales, sociólogos, antropólogos con diferentes lenguajes, tribus en general irreconciliables. Niños, niñas, jóvenes, adultos, adultas, hombres y mujeres. Aunque debo decir que los conflictos de género son los menores acá.” Natalia Revale acota que no sucede lo mismo en las vidas privadas y personales, donde se presenta una problemática específica que ha hecho necesaria la consulta con un grupo de abogadas para los temas legales: “Concretamente, hay mucha violencia familiar, el 50 por ciento de los nenes que vienen a los talleres viven esa situación, los conocemos, los vecinos lo saben. También hay un gran porcentaje de niñas embarazadas, constantemente nos estamos chocando con esta realidad y tratando de articular salidas, aunque no es ése nuestro objetivo principal. Pero si hablamos de los aspectos positivos, vale remarcar que en el terreno del arte tenemos un componente mujer muy alto, entre docentes, equipos barriales, las concurrentes a los talleres. El espacio que tiene que ver con serigrafía y costura está en manos de mujeres, ellas han criado acá a sus hijos, quienes a su vez van a los talleres, están en proyectos artísticos de la organización. Hay madres, padres e hijos que están compartiendo”.

Cuando empezaron los trabajos de Crear, se decidió quebrar las fronteras de los ghettos, esas zonas cerradas enfrentadas en una guerra entre pobres, quienes a su vez son resistidos por los barrios ricos. “Tratamos de desamurallar un poco esta lógica”, dice Sanguinetti. “Así como intentamos salir del concepto de la escuela para pobres, el entretenimiento para pobres, el centro asistencial... Nosotros no queremos ser el conservatorio para los pobres. Por eso desoímos esa advertencia que nos hicieron al comenzar: que no mezcláramos a jóvenes de distintos barrios porque iba a dar por resultado problemas de violencia. Los mezclamos y hoy tenemos dos identidades muy claras en las zonas de Boulogne y barrios aledaños, y en la de La Cava y aledaños. Demostramos que dos identidades pueden afirmar lo propio y dialogar con el otro. Por otro lado, también acá es posible tratar el tema de la homosexualidad masculina y femenina, que se considera y respeta. Si Crear sirve para esto, es muy gratificante.”

El ejemplo de Crear vale la pena cunde: actualmente, la organización está trabajando en el norte de Santa Cruz, mientras que en Kiel, Alemania, se fundó una institución que trabaja con la modalidad de esta ong. Desde hace unos años, grupos de artistas formados en Puertas y Joven Creativo hacen giras con distintos espectáculos, residencias artísticas, trabajan en escuelas europeas, principalmente en Alemania. Inés Sanguinetti lo relata así: “La gira afuera es para cualquier joven una experiencia radical, algo muy impactante: van a teatros fantásticos, se suben a autos maravillosos. El año pasado logré que, además del periplo previsto, pasáramos dos días en Praga de vacaciones. Un sueño. Mirá, te cuento estas cosas tan hermosas y aprovecho para revivir emociones. Porque el laburo es tan infernal que no he tenido tiempo ni para mirar las fotos. Pensá que estuvimos 14 personas en Praga, visitando esas bellezas impresionantes, la catedral de San Wenceslao, Dios mío... Una felicidad que no tiene nombre, en su escala una verdadera reparación histórica. Lo mejor es que los chicos vuelven de todo esto y no es Operación Triunfo, es decir, no se convierten en exitosos héroes que olvidan su origen, su contexto y sus responsabilidades. Es un shock que suma valores para traerlos acá, y agradecen enormemente haber podido ir. Por supuesto que las giras al interior también les provocan una grandísima alegría”.

Después de tantos años de perseverante actuación, de los resultados obtenidos, de los premios, opina Sanguinetti que el proyecto Crear debería estar al menos en un 60 por ciento en manos del Estado. No es así, ciertamente. De manera que tiene que arreglarse con el apoyo exterior y de empresas privadas. “Los aportes del Estado son mínimos: los reclamamos también para el grupo Catalinas Sur, para Crearte de Bariloche, para todas las organizaciones que hemos demostrado capacidad de crear con el Estado políticas públicas. Aunque no creas, en todos estos años, Crear recibió de la Secretaría de Cultura de la Nación apenas 30 mil pesos. ¿Sabés lo que es empezar cada 1º de enero con cero pesos, empezar a juntar plata para poder planificar los talleres, las giras?”

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A la izquierda, una niña en el taller de La Cava.
Imagen: Juana Ghersa
 
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