Viernes, 4 de julio de 2008 | Hoy
MODA
Formados en una escuela de arte, Viktor Horsting y Rolf Snoeren se hicieron conocidos por desarrollar críticas irónicas y modelos propios en galerías y museos. Perfumes sin olor, maniquíes acuchillados, panfletos anti-supermodelos y otras ideas brillantes (por impacto, por concepto) hicieron lo demás para que Viktor & Rolf se convirtiera en sinónimo de foquismo glam. Ahora, una galería londinense les permitió lo máximo: la retrospectiva propia, con reproducciones en miniaturas de porcelana, maniquíes altísimos, y modelos parecidos a ellos mismos.
Por Victoria Lescano
Desde que egresaron de la escuela de arte Arnhem, en la temporada 1993, los holandeses Viktor Horsting y Rolf Snoeren desarrollaron ropas y conceptos irónicos sobre el mundo de la moda en galerías y museos. Sus acciones remiten a maniquíes acuchillados y otros literalmente ahorcados por lazos de satén, panfletos en contra de las supermodelos, la puesta en miniatura de una hipotética tienda V&R y un perfume sin olor envasado dentro de una botella símil Chanel Nº 5 imposible de destapar –y que aun así vendió las 200 unidades de su edición limitada–, a la que años más tarde reemplazaron con una fragancia real llamada Flower Bomb.
En julio de 1999, anticipando los preceptos para el invierno 2000, decidieron mostrar su colección en el cuerpo de una sola modelo: Maggie Rizer. Mientras permanecía parada en un pedestal, sobre su cuerpo superpusieron vestidos y abrigos bordados en finos cristales, como si se tratara de una muñeca rusa. Cuando no estaban en condiciones de gastar en frivolidades, tuvieron el tino de autoproclamarse “Viktor & Rolf de huelga”, y distribuyeron un planfleto temático y piquetero entre los editores de moda de París y Nueva York. Luego, a modo de silueta anticipatoria de lo que sería la estética en 2000, dibujaron una rara tipología a la que denominaron “Atomic Bomb Shape”: trajes de chaqueta y pantalón cuyos exteriores recordaban los trajes de arlequín. El dramatismo se acrecentó con la colección “Black Hole” –Agujero Negro–, presentada en el Museo de Arte Decorativo de París en marzo de 2001, ocasión para la cual V&R pintaron sus caras de negro con el mismo betún chic que el eximio maquillador Stephane Marais destinó a embadurnar rostros, cuellos y extremidades de las modelos.
Para la celebración de la colección invierno 2003 –que se presentó en un parque industrial de París–, la actriz Tilda Swinton transitó la pasarela vestida en traje negro, camisa con corbata blanca y variaciones de camisas con hasta ocho cuellos superpuestos, que le dieron un aire más andrógino que los trajes que usó en el film Orlando. Al cierre del curioso desfile, posó rodeada de dieciséis modelos que, mediante indumentarias, maquillajes y artes capilares –todas con el pelo rojo–, habían sido lookeadas a su imagen y semejanza. Entre sus pasarelas más recientes, hubo actuaciones en vivo del dandy Rufus Wainraight, cuerpos de modelos sujetas a tubos metálicos y también una colección denominada “No” en la cual la negación emergió impresa en las solapas de los trajes, el maquillaje de los ojos de las modelos y los accesorios.
La última provocación de los más modernos de la modernidad de la moda remite a la inauguración en Londres, precisamente en el Barbican Art Gallery, de “The House of Viktor and Rolf”: una muestra que recrea todas esas estéticas en modelos de porcelana de 65 cms de altura, pero también en simulacros de maniquíes de 1.80 –y con cara de porcelana–. La exhibición, que permanecerá hasta el 21 de septiembre, remite a una casa de muñecas dentro de otra casa para maniquíes y fue diseñada por el arquitecto Siebe Testero –el mismo que en 2005 ideó una tienda de Milán que pregona el mundo del revés, porque el techo está en el suelo y viceversa–. Ah, y entre esos ejes se exhiben las prendas de cada nueva colección.
“Estamos ubicando a los principales actores de nuestra última colección: son cincuenta y cinco muñecas que usan réplicas exactas de nuestros trajes más conocidos e icónicos, la realización de cada muñeca lleva tres semanas y nuestro atelier de moda está consagrado a vestirlas desde octubre de 2007. En Bélgica encontramos a una eminencia de las muñecas de porcelana llamado B. Terrie; cada pieza ideada por él fue una réplica con cuerpo de papel maché y caras de porcelana de piezas francesas y alemanas del 1800. Las muñecas de moda fueron las primeras modelos, los costureros de entonces las usaban para difundir sus nuevas creaciones entre consumidoras de alta costura de distintos países, eran las muñecas quienes viajaban en barco divulgando las novedades de moda de París por el mundo, así luego se hacían los encargos a medida”, enunciaron Viktor Horsting y Rolf Snoeren desde su diario íntimo y blog la semana pasada, en The New York Times.
Sobre su apuesta por las miniaturas para mostrar moda señalaron también que “el maquillaje de las modelos de porcelana requirió de varias pruebas de ensayo y error, cada una lleva aproximadamente siete capas, y ellas demandaban 30 minutos de pintura con técnica similares a las de témperas. Claro que algunos colores requirieron de temperaturas más altas para fijarse. Cada una fue sellada con su número de edición, la firma del experto, la temporada a la que corresponde cada traje y el nombre del modelo en cuestión, derivado de la modelo que la usó en pasarela”. Advierten, además, que la inspiración en miniaturas comenzó en 1996, en una instalación llamada “Launch”, que –en palabras de los creadores– “fue una consecuencia de nuestra frustración ante la imposibilidad de financiar colecciones. Recurrimos a una instalación de moda y arte con maquetas que representaban nuestros ideales de moda: un desfile, una boutique y un perfume en miniatura, que con el transcurso de los años se volvieron realidad”.
Volviendo a la casa de extrañas muñecas a la moda que exhibe la galería Barbican (y que celebra un libro editado para la ocasión y también una edición limitada de pañuelos y perfumes), el espectador se puede encontrar con el modelo “Susana” –luce pantalón blanco y camisa con volados al tono, de la colección 2002–, la muñeca y modelo “Tiur”, quien ostenta un vestidito de raso blanco símil acolchado grasa –con la frase “Te amo” bordada en rojo– y pelo carré rojo (pertenece a la colección de 2005 llamada “Historias a la hora de la cama”, en la cual las modelos llevaban las almohadas literalmente pegadas al cuerpo). También integran el imaginario de moda en miniatura la muñeca modelo “Devon”, con carita negra, una emblemática de la colección “Agujero Negro” y las muñecas Tilda y Erin, clones de Swinton y de la modelo Erin O’Connor.
Como correlato visual y documental de moda, al fondo de la pasarela de muñecas de 1.80m –la altura real para modelos–, a modo de loop se proyectan fragmentos de los diversos desfiles con cuerpos reales y extraños ardides de Viktor y Rolf... y los padres de las extrañas criaturas, con curioso parecido físico entre ellos, se desplazan entre las miniaturas a la que calificaron “una versión Viktor and Rolf de Alicia en el País de las Maravillas”.
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