las12

Viernes, 22 de noviembre de 2002

DEBATE

Que la ley no sea letra muerta

Casi al mismo tiempo en que se desataba la polémica en torno del proyecto del socialista Rubén Giustiniani sobre despenalización del aborto, en la Legislatura de la Ciudad, se presentó otro para que el aborto no punible se realice en hospitales públicos, obras sociales y prepagas. La iniciativa busca diferenciarse claramente de la impu sada en el ámbito de la Nación.

 Por María Moreno

No duermo desde que era chica”, exagera la abogada Perla Prigoshin, conocida por haber llevado ante la Corte Suprema un pedido de interrupción de embarazo, y autora de un proyecto para embarazos incompatibles con la vida (que ya tiene dictamen favorable de la Comisión de Salud y de Mujer , y está a punto de pasar a recinto). Ahora, se ha embarcado en uno de aborto no punible que fue presentado el viernes en Legislatura. El proyecto propone regular el procedimiento en los hospitales públicos, obras sociales y prepagas de la cuidad de Buenos Aires respecto de la práctica del aborto no punible contemplada por los incisos 1º y 2º del artículo 86 del Código Penal, que determina que el aborto no es delito cuando, por causa del embarazo, corren peligro la vida o la salud de la mujer, o cuando la gravidez tiene su origen en una violación o atentado al pudor cometido respecto de una mujer idiota o demente.
"Cuando presenté mi proyecto para embarazos incompatibles con la vida –dice Prigoshin– había dos opciones: plantear que la interrupción del embarazo se podría producir enseguida del diagnóstico (en la semana quince, dieciséis o diecisiete), con lo cual estaríamos hablando de aborto. O plantear la interrupción después de la semana 22ª, con lo cual estaríamos hablando de una interrupción no abortiva del embarazo. Con el diputado Eduardo Peduto, presentamos el proyecto planteando una interrupción no abortiva del embarazo, intentando cubrir este fantasma terrible que se agita ante los médicos: pueden perder su carrera si lo hacen sin orden judicial. Nada de esto es cierto, pero existiendo una ley que los sostenga van a estar tranquilos cumpliendo con el juramento hipocrático. Este proyectotiene en cuenta la interrupción de embarazos incompatibles con la vida como la anancefalia. Lo siniestro en este tipo de embarazos es que al mismo tiempo que la mujer siente que está engendrando vida, está embarazándose para la muerte y esto se da independientemente de la patología que afecta al feto. El Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires, a partir del caso Tanus, reconoció que el concepto de ‘salud’ incluye ‘salud psíquica’. Y si tanto el Tribunal Superior de la Ciudad como la Corte Suprema dicen que en tanto el embarazo viole el derecho a la salud, la mujer tiene este recurso, ¿alguien puede pensar que la salud psíquica de una mujer no está en peligro cuando porta el testimonio de la violación? Este nuevo proyecto es para que las excepciones planteadas en el Código no sean letra muerta. Porque la realidad es que hace 17 años que no se realiza un aborto terapéutico en la Maternidad Sardá de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Las mujeres son tan saludables? No lo creo. O la historia clínica no refleja la realidad de la intervención que se practica, o directamente se deja a la mujer en manos de Dios".
El proyecto de aborto no punible fue presentado el viernes pasado bajo la autoría de Patricio Echegaray y la coautoría de Eduardo Peduto, Vilma Ripoll, Beatriz Baltroc y Juliana Marino, y acompañado por Roy Cortina, Abel Alexis Latendorf y Lía Méndez. Pero el impulso fue de Dora Codelesky, Perla Prigoshin –asesora de Eduardo Peduto– y Flavio Rapisardi –asesor de Patricio Echegaray–. En sus fundamentaciones, se realiza una interpretación de los términos “vida” y “salud” acorde con una letra viva y con la dinámica que la práctica política y la jurisprudencia imprimen sobre el lenguaje. Según el proyecto, los únicos requisitos que se deben satisfacer para acceder a la realización de un aborto no punible, en el caso del aborto terapéutico, es la certificación de la existencia de peligro para la vida o la salud (física o psíquica) de la embarazada y que ella presente su consentimiento. Y en el caso de que el embarazo sea producto de una violación, la presentación de la constancia o denuncia o trámite judicial y la de la revisión efectuada por el médico forense.
Flavio Rapisardi señala que por primera vez se pronunciaron sobre el aborto las mujeres del Movimiento Piquetero y de la Interbarrial de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, quienes apoyan el proyecto. También describe ciertos cálculos tácticos:
"En todo lo que es derechos sexuales es mejor dar el debate en los grandes centros urbanos. En ese sentido, relaciono el proyecto de aborto no punible con el de unión civil. Es difícil que avancen a nivel nacional debido a la composición de esta Cámara, pero éste se presentó en Mendoza, provincia de Buenos Aires, Córdoba y Capital Federal, y tiene posibilidades de salir".

Controversias
¿Sabrá Lilita Carrió que la prohibición del aborto no forma parte del magisterio de la Iglesia sino de su fuero legislativo? ¿Qué ni Santo Tomás ni San Agustín vetaban la interrupción del embarazo si se producía antes de los dos meses de gestación? ¿Y que la unanimidad de la prohibición del aborto sólo se consolidó con la centralización de poder en la figura del Papa, propia del siglo XVIII? ¿Ella que dice estar en contra del aborto no por católica sino desde que enseñaba filosofía en la Facultad de Derecho? La doctora Perla Prigoshin prefiere distanciarse tanto de Carrió como del diputado socialista Rubén Giustiniani, quien presentó al Congreso un proyecto de despenalización del aborto:
"Creo que un tema tan complejo y doloroso como es el de la salud sexual y reproductiva de las mujeres quedó entrampado en un discurso que apuntaba más a diferencias electoralistas y a obtener centimetrajes en los medios que a proteger a las mujeres. Por un lado, creo que Carrió se equivocó, porque yo podría entender que un dilema moral o personal hiciera que ella no apoyara el proyecto, pero que declare que va a militar en contra me parece terrible: el dilema moral de una persona no puede convertirse en legislación positiva. Tampoco estoy de acuerdo con la posición de Rubén Giustiniani y de quienes lo acompañaron, porque lo que parece un avance es un retroceso. Nosotros habíamos logrado que el Código Penal dijera que el aborto terapéutico existía cuando la vida y la salud de la mujer corrían peligro, y no “grave peligro”. Ahora se resucita el “grave” y se cambia “peligro” por “riesgo”, cuando, en realidad la jurisprudencia se ha pronunciado asimilando las dos palabras. Con lo cual este proyecto logró incorporar un requisito más que el Código no pedía. Y cuando aborda el tema de los embarazos inviables también es erróneo, porque un embarazo inviable o incompatible con la vida que se interrumpe después de la semana 23ª no es un aborto, y sobre eso también hay jurisprudencia asentada de sobra y no requiere de proyecto. Y si se interrumpe antes de la semana 23ª, es aborto terapéutico porque está en juego la salud psíquica, por lo cual el segundo inciso es sobreabundante. No voy a negar los buenos propósitos, pero sé que de buenos propósitos está empedrado el camino del infierno".
La doctora Dora Codelesky -abogada de la Coordinadora por el Derecho al Aborto-, cuya propuesta en el Foro por la Instrumentación del aborto no punible sirvió de base a este proyecto, tampoco está de acuerdo con el proyecto de Giustiniani, y no le interesa juzgar si fue producto del oportunismo político, sino precisar su ineficacia. Amén de los puntos cuestionados por Prigoshin, agrega:
"Es absurdo hacer un proyecto para que se reconozcan derechos que ya tenemos, independientemente de que nunca hayan sido aplicados. Las mujeres no debemos ceder en lo que son nuestros derechos, y exigir su aplicación, sobre todo en los casos en que la ley los otorga (art. 86, violación y riesgo para la vida y la salud de la mujer). Es suficiente que se reglamente para que vayan directamente a los hospitales. Presentarlo como ley es pedir que se legisle sobre lo que ya se legisló y entonces es redundante. Es como si ahora volviéramos a discutir el divorcio. Agregarle el aspecto “psíquico” a la salud es también redundante cuando ya está incluido en el concepto de Salud establecido por la OMS, que la define como estado completo de bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de dolencias o enfermedades. Además, plantea el consentimiento de los padres para el aborto de los menores. El Código anterior, aunque era general y hablaba de violación, no habló nunca de “menores” ni de la necesidad de consentimiento de los padres. Es una táctica equivocada, como demostró un juez norteamericano cuando comentó, sobre la necesidad de autorización de los padres en caso de que la embarazada sea menor: 'No tuvieron que pedir el consentimiento para hacer el amor. ¿Cómo van a pedir consentimiento para hacerse un aborto que es resultado de eso?'. Además, despenalizar solamente a la mujer no resuelve el problema del circuito clandestino. Los médicos no van a resolver su temor con este tipo de despenalización parcial y el circuito clandestino va a continuar, el comercio también y por lo tanto la muerte de las mujeres por aborto séptico. La experiencia nos muestra que cuando el proyecto es débil, el debate sale aún más limitado. Hay que apoyar o presentar un proyecto completo donde sean eliminados totalmente los artículos del Código Penal sobre el delito de aborto, dejando solamente aquel que se practique contra la voluntad de la mujer, y dictar una ley que autorice a la mujer a practicárselo en un hospital público".

Consensos
A tono con las imágenes de niños desnutridos y de madres que difícilmente puedan ser consideradas saludables por la OMS, parecería que existe una mayor tolerancia social a la posibilidad de despenalizar el aborto. Del mismo modo se necesitaron las imágenes del cuerpo de Alicia Muñiz para que se considerara la necesidad de establecer leyes sobre violencia doméstica. Si el tema del aborto sirvió como chicana electoral, la propuesta de su despenalización también podría servir para que determinados candidatos tengan un look progresista. Una encuesta del Instituto Social y Político de la Mujer realizada en 2001 determinó que, en la amplia mayoría de las ciudades argentinas, más del 50 por ciento de los entrevistados no dejaría de votar a un candidato si propusiera que se hicieran abortos gratuitos en los hospitales. En Buenos Aires, Salta y Córdoba la cifra del “no” superó el 60 por ciento. ¿Influiría, en cambio, para que se lo votara?
"¿De qué sirvió todo esto? –duda Perla Prigoshin–. Solamente para dividir la izquierda. No podemos ser ingenuos. El movimiento feminista tiene mucho tiempo en la Argentina trabajando sobre la sanción de la Ley de Salud Reproductiva en la Nación, y todavía no se ha reglamentado. Introducir un proyecto que modifica aspectos del aborto no punible, a mí por lo menos me asusta. La Iglesia debe estar diciendo: 'Ven, sale la Ley de Salud Reproductiva y ahí van por más. Les dan el aborto no punible y después van a ir por el voluntario'. ¿Qué cambiaba esperar hasta después de la reglamentación?"
Contrariamente a lo esperado pocas ONG se abocaron a trabajar por el proyecto de aborto no punible.
"Hay una lógica feminista –se queja Flavio Rapisardi–, que dice 'si yo lucho por la instrumentación del aborto no punible estoy luchando por que la penalización del aborto siga vigente'. En muchas ONG está el gesto histérico de 'quiero la despenalización del aborto y luego no hago nada'. En realidad, lo que hay que hacer es luchar por las excepciones legales y después avanzar sobre la despenalización. Cuando se presentó el proyecto, consultamos a todas las ONG y les dijimos 'ustedes que han traducido libros sobre estrategias, que han laburado sobre aborto, éste es el momento de la práctica. ¿Si no cuándo?'. Y han sido contadas con los dedos las ONG que han laburado".
En el movimiento de mujeres existen, con diversos grados de compromiso político, profesionales financiados que investigan sobre derechos reproductivos, circulan enmarcados en el ritual de los congresos especializados, alimentan el gueto de los papers académicos y, por lo general, responden a las retóricas demandadas por los planes de financiación internacionales. Allí, los logros parecen siempre impuros.
"A esos o ésas -dice Prigoshin- yo les diría que creo que hay que pelear por la desincriminación del aborto y convertirlo en práctica concreta. Yo no digo 'vamos por más' sino 'vamos por lo que tenemos'. Y esto no es más que poner al alcance de las mujeres en los hospitales públicos la realización de aborto no punible. Es poner en las condiciones concretas de existencia de las mujeres lo que la norma ya les dio. La idea es que la salud sea un derecho social y no individual. El movimiento feminista, en el que me incluyo, está en deuda con estas mujeres. El Estado también está en deuda, porque saca una Ley de Salud Reproductiva hoy, cuando ya ha habido numerosísimas muertes por abortos sépticos que se podrían haber evitado. Y también está en deuda el Estado de la Ciudad de Buenos Aires, porque la Ley de Salud Reproductiva existe y no está en funcionamiento. Entonces, ¡no lloremos por los niños que mueren por hambre que hace mucho que mueren y siempre tendrían que haber dolido, lloremos por todo lo que dejamos de hacer!".

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