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Viernes, 18 de abril de 2003

Prevenir el abuso

Por Elisa Carca *

Hasta hace apenas un siglo, niños y niñas podían ser maltratados en sus casas y en las escuelas, así como explotados laboralmente. Ser menor de edad era casi sinónimo de invisibilidad. Los adultos podían cometer con ellos cualquier clase de atropello sin rendición de cuentas. Algo parecido sucedía con las mujeres, equiparadas a los “incapaces”.
El tiempo ha transcurrido. Fueron justamente las mujeres trabajadoras quienes a principios del siglo XX comenzaron a reclamar por sus derechos. Y no sólo por los propios sino también por los de sus hijos e hijas, que eran explotados a la par de ellas mismas.
Desde ese entonces, la lucha en contra del abuso y la explotación de menores ha avanzado, incluyendo el abuso sexual, prostitución y pornografía infantil, y se traduce en nuevas normas regulatorias tanto en lo nacional como en el derecho internacional.
Pero, ¿qué sucede en la Argentina? ¿Se está haciendo algo en concreto para prevenir a los menores de los peligros a los que están expuestos? Peligros que, lamentablemente, no sólo existen desde el “exterior desconocido” sino que vienen desde ámbitos conocidos en donde los chicos y/o sus padres han depositado su confianza...
Está comprobado que el abuso sexual infantil es cometido mayoritariamente por personas del propio entorno familiar o social. También, que una de las características del abuso sexual es justamente el silencio, como consecuencia de amenazas y/o culpa y vergüenza al que está sometida la víctima.
En los últimos años hemos sido testigos de lamentables hechos protagonizados por individuos a los cuales los padres y/o la comunidad en general les ha otorgado justamente el cuidado de menores que los han padecido y que son nuevamente victimizados.
Preocupada por todo esto, recientemente presenté un Proyecto de Ley creando el Programa de Prevención de Abuso Sexual, para ser ejecutado dentro de la Dirección de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires.
Sé que esto no es suficiente, porque no todos los niños/as de la provincia concurren a la escuela y que existen innumerables peligros en la calle. También sé que el marco de acción en la prevención debería ser más amplio, pero es el Poder Ejecutivo el que debe asumir la responsabilidad de la creación de una campaña provincial para proteger a los menores del abuso, la prostitución y la pornografía infantil, etc. (así lo exige la Constitución Nacional a través de la Convención Internacional de los Derechos del Niño).
Es entonces el Estado, a través de los canales más directos que disponga, el que debe educar para la prevención a los menores que tiene a cargo, tanto para que éstos puedan cuidarse de los posibles abusadores en su entorno familiar y social, incluyendo el propio ámbito educativo.
Los docentes y no docentes deben capacitarse en las características y síntomas del abuso y maltrato, para poder identificarlo y socorrer al menor. También deben estar actualizados sobre las obligaciones que les marcan las leyes nacionales, por ser los adultos responsables cuando los menores están bajo su custodia.
No es mi intención disponer sobre el sistema educativo mayores cargas de las que ya tienen y asumen con magros sueldos, pero la realidad que nos muestran los medios de comunicación todos los días hace indispensable comenzar a actuar.
El Estado tiene responsabilidades. Si la Justicia de la Provincia de Buenos Aires y el Ejecutivo aplicaran la Ley de Violencia Doméstica comoes debido, sin resistencias por parte de muchos Tribunales de Familia que se niegan a excluir a golpeadores y/o abusadores sexuales de sus casas, tal vez no se hubiera expuesto a una niña de 11 años de edad a matar de un tiro a su padrastro para defenderse de los golpes cotidianos tanto para ella como para su madre, y de la terrible amenaza de ser violada.
El abuso sexual es, lamentablemente, más común de lo que quisiéramos creer. Los violadores y abusadores pueden ser de cualquier condición socio-económica, religión, profesión, edad... No avisan de sus intenciones, no suelen “parecer” abusadores, violadores. Pueden ser seductores y cariñosos: pueden ser el cura, el profesor, el tío, un vecino, su padrastro... o su propio padre.
Puede que estén enfermos, pero no son inimputables. Por eso amenazan a sus víctimas para silenciarlas. Por eso ocultan sus actos. Por eso, también, eligen niños y niñas indefensos.
Es nuestra obligación cuidar a estos chicos.
* Senadora. Provincia de Bs. As. UCR

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