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Viernes, 14 de septiembre de 2007

INUTILíSIMO

A coser las niñas

Para saber lo que es la feminidad y sus labores específicas, no vale esperar la edad adulta, ni siquiera la adolescencia: una mujer se hace desde chiquita y para contribuir a alcanzar tan elevado fin contamos con el simpático libro Marujita y sus vestiditos, con ideas, modelos e ilustraciones de Ramón Sabatés, texto de Irene Marés (Editorial del Molino, Barcelona, España). Se trata por cierto de un instructivo manual que bajo la forma de cuento infantil y, con mucha sencillez, explica de qué manera a una niña de nueve años ya se le pueden confiar unas tijeras para que primero recorte trajes de papel destinados a sus muñecas, y luego “para hacerse ella misma verdaderos vestidos con los retales de su mamá, e ir así muy elegante y a la moda”.

Es que, según este relato, “Marujita tiene mucho gusto para componerse. Esto le resulta facilísimo gracias a los patrones que están en el libro”. Allí, la nena coloca sobre los retales de distintos colores y estampados, el molde que a ella le parece más bonito y empieza a recortar. Para una muñequita pequeña prefiere los géneros finos “que se adaptan mejor a su cuerpecito menudo, y no se olvida dejar algo para las costuras alrededor del dibujo del patrón, porque de este modo los trajecitos durarán el doble y podrán lavarse sin peligro de que se deshilen”. Marujita es una niña tan dispuesta y diligente que aprovecha el día de costura de su mamá para recoger del suelo los trozos sobrantes de géneros y guardarlos en su bolsa de labores: con el azul de lanilla le hará un abriguito a su muñeca, con la cretona amarilla con florecillas rojas, un bonito delantal...

“Con los patrones es igual que si ustedes hicieran un rompecabezas”, les explica la niña a sus amiguitas. “Cada pieza encaja con su compañera y cuando han reunido todas, se encuentran con que el vestidito está listo.” Marujita, como verán, hace escuela, porque a Sarita se han sumado Pili, Anamari y Teresín, todas ellas con muchos deseos de cortar y coser. Por supuesto, “una vez terminados los trajes, hay mil detalles que requiere una muñeca elegante: cuellos, bufandas, bolsitos, cinturones... ¡Hasta zapatos se animan a hacer Marujita y sus hacendosas amigas!”.

Por suerte, Marujita sabe mucho de colores: como su muñeca es rubia, le conviene el rojo, el azul, el marrón y el crema, mientras que para las de sus compañeras de labores, que son castañas, escoge el amarillo y el verde. No contenta con vestir a su hija de juguete, todavía le queda tiempo a la niña para hacerle un babero a su hermanito, en el cual dibuja un conejo y borda la frase “Come y calla”. ¡Como si el bebé supiera leer! Feliz de la vida, Marujita ha transformado su cuarto en un taller de modista, y con los últimos retales que le quedan –hasta que llegue el nuevo día de costura de su mamá– se fabrica una practiquísima bolsa-delantal y un bolsito haciendo juego. Después se pone a estudiar con Sarita nuevos patrones para cortar y confeccionar otros modelitos que verdaderamente parecen de alta costura, es decir, que cumplen el sueño de toda niña. Pero sin entregarse a la frivolidad, vive Dios. Sólo se trata de pulir desde una edad temprana la feminidad.

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