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Viernes, 24 de septiembre de 2004

TALK SHOW

La carga de la brigada antiage

 Por Moira Soto

Es verdad que la guerra –en cuanto lucha armada entre grupos sociales o estados– ya no es únicamente cosa de hombres, pero ellos sigan siendo los señores de la guerra. Pero hay otra actividad bélica paralela que se considera más específicamente femenina, aunque haya varones infiltrados efectuando alguna maniobra como teñirse (mal) el pelo, que es la batalla por la belleza. Es decir, el combate contra las arrugas; el ataque a los enemigos de la piel lozana y sin tacha; la lucha incesante por mejorar el aspecto, ser flaca, responder a los modelos impuestos.
No bajar nunca la guardia es la consigna, y de ser posible, mantenerse a la vanguardia porque todos los días surgen novedades en el campo de la cosmética, tácticas y estrategias para avanzar sin desmayos en esta cruzada que intenta comprometer a todas las mujeres: las más jóvenes deben ir a la guerra preventiva, en tanto que las maduras, en vez de batirse en retirada, tendrían que pertrecharse y usar algunas de las innumerables armas que les ofrece la industria, manteniendo de este modo una resistencia heroica al paso de los años. A cualquier edad, pues, hay que dar una lucha sin cuartel, ir directamente a la ofensiva y tratar por todos los medios de salir victoriosas.
Así suele ser el lenguaje de la publicidad de cosméticos en un mundo en que la paz de las mujeres que querrían envejecer con naturalidad y cierta dignidad, saliéndose del mercado de la belleza convencional, es muy difícil de alcanzar porque el asedio es permanente. No casualmente, la película del mes de Hallmark Channel se llama La batalla de Mary Kay, y es la historia más o menos real de la mujer que construyó un imperio de cremas de todo tipo, partiendo de una sencilla fórmula que obtuvo de un curtidor de cueros. En verdad, Mary Kay libra varias batallas: para reclutar tropas de vendedoras persuasivas; contra su propia edad, y, en la etapa que abarca esta producción, con la joven competidora Jinger Heath que realiza ataques frontales contra la veterana empresaria en su propio territorio. Es así que Jinger le roba clientela en vecindarios adoctrinados por las huestes de MK, se mete a hacer beneficencia en el estilo MK, va a la misma iglesia que MK, que es sobreinterpretada con fruición por Shirley MacLaine con su cara alisada, opulentas pelucas y trajecitos rosa bombón, a tono con su coche. La acometedora Jinger Heath, que inventa toda una artillería para cantar victoria sobre el cadáver de Mary Kay, es la muy personal Parker Posey (recientemente vista en Intimidades). Jinger arranca bien haciendo el show del patito disléxico, regordete, con dientes salidos que se volvió una divinura gracias a los cosméticos que ahora les está ofreciendo a mujeres tan necesitadas de autoestima como lo estuvo alguna vez ella.
Mary Kay tiene una filosofía (“cuando la vida te dé limones, haz limonada”) digna de la madre de Forrest Gump que su ejército de vendedorasadopta como la religión verdadera; y su estética en la vida se asemeja mucho a la del mundo de las Barbies. Aunque no parece llevarlas a la práctica en ese orden, repite a quien quiera oírla que sus prioridades son: Dios, la familia, la carrera. Pero cuando su hijo, que trabaja en la empresa, intenta que se tome unas vacaciones reparadoras, Mary se agarra con uñas y dientes de su escritorio. La única clave de su negocio de venta directa es su manera de evangelizar a las vendedoras, para que a su vez, convenzan a potenciales clientas mediante simplistas conceptos de autoayuda. Si bien Kay pronuncia con un guiño la enigmática frase “nunca se trató de maquillaje, realmente”, lo cierto es que tanto ella como Jinger (a quien le gana la batalla del título) venden la idea de que una cara de mujer sin pintura está incompleta, desprovista de femineidad, condenada a la derrota amorosa, profesional, social”. Mientras que una buena máscara confiere seguridad, felicidad, éxitos, siempre y cuando las malditas arrugas no hayan invadido el rostro ni las canas el cuero cabelludo. La guerra de los Cien Años no se puede comparar con esta batalla día a día, minuto a minuto, segundo a segundo.
“La batalla de Mary Kay”, por la señal de cable Hallmark, mañana sábado a las 20,
el domingo 26 a las 12, el miércoles 29 a las 20.

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