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Viernes, 12 de noviembre de 2004

Encuentro en Buenos Aires

Por Silvia Marchant

Más de 60 mujeres de 17 países latinoamericanos se reunieron en Buenos Aires, en un encuentro organizado por la Comunidad Internacional de Mujeres Viviendo con VIH/Sida (ICW), en el que las mujeres fueron capacitadas sobre derechos humanos y legislación. Se trata de amas de casa y profesionales que debatieron sobre las políticas que los gobiernos llevan adelante en sus respectivos países para las mujeres portadoras de VIH/Sida. A todas, el diagnóstico positivo las sorprendió, les cambió el estilo de vida y hasta modificó sus prioridades. Todas se acercaron con innumerables interrogantes a organizaciones que trabajan sobre la temática y se convirtieron en militantes que luchan por sus derechos y presionan a los estados para que elaboren políticas adecuadas para la atención integral de las mujeres infectadas.
Al encuentro, que se llevó a cabo desde el domingo pasado hasta ayer, llegaron mujeres de México, Perú, Chile, Bolivia, Uruguay, Costa Rica, Nicaragua, Venezuela, Colombia, Ecuador, Guatemala, Honduras, Panamá, Brasil, República Dominicana y El Salvador. Todas son integrantes de la ICW, que agrupa en el mundo a más de 4600 mujeres, y realizan tareas de voluntariado en la difusión y prevención de la problemática del VIH/Sida a través de charlas en colegios e instituciones que lo requieran, asesoramiento legal, apoyo psicológico, recorrido de hospitales, capacitación de líderes y reuniones de contención.
Derechos humanos, atención adecuada y humanizada pide Areli Cano, representante de ICW de Nicaragua. Si bien, para Areli las políticas en muchos países mejoraron, todavía queda mucho por hacer. Como Areli, son cada vez más las mujeres que comparten historias similares. Historias como la que tuvo que atravesar Gladys Orellana en Chile, a quien el azar a través de un sistema de sorteo de papelitos con los nombres de las portadoras de VIH/Sida le permitía acceder a los medicamentos.
Isabel Reyes es mexicana. Ella supo a fines de 1994 que tenía VIH, al igual que su esposo. “El médico nos dijo que nos íbamos a morir”, relató Isabel. Sin embargo, junto con su marido y en forma diaria recorría establecimientos para obtener sus medicamentos. “En ese momento, la medicina era escasa –cuenta Isabel– hasta que a través de un médico que nos atendía nos enteramos de que había un remedio nuevo que el Estado podía comprar. Entonces empezamos a presionar al gobierno.”
A Isabel se le ilumina el rostro cuando cuenta que en 1997 junto con 120 personas hicieron “un plantón” frente al edificio de Seguridad Social de México para que el Estado comprara la nueva medicina. “Nos pusimos pasamontañas para que no nos identificaran, cortamos el tráfico, la policía nos golpeó, muchos de nosotros terminamos en el hospital, pero lo logramos, pues al mes siguiente teníamos nuestros remedios”, dijo Isabel.
Para Hilda Esquivel, también de México, el problema es el mismo en toda Latinoamérica, donde, explicó, sigue muriendo gente por falta de medicamentos. “Es que no hay políticas integrales de los estados para que tengamos una mejor calidad de vida. La discriminación, el machismo, a tus hijos les dicen que son ‘hijos de sidosos’, eso es en todos lados. La gente se muere y no tiene acceso a la información. Faltan campañas, es algo que debe tenerse en cuenta como primario.” A Hilda ser portadora le costó su puesto de trabajo, ella era enfermera en un hospital de México. “Lo único que piensas es en tus hijos, si los tienes, o pues, quesimplemente te vas a morir. Yo fui víctima de mucho rechazo y discriminación. Me quedé callada durante un buen tiempo. Ahora estoy fuerte y presiono desde donde puedo para que haya más información, para que se respeten los derechos de los portadores. Por lo menos en México las cosas se obtienen presionando”, describió Hilda. La lucha de Hilda continúa pese a que perdió a su compañero, enfermo de sida, hace 2 años.
El diagnóstico llegó a las manos de Silvia Barbarán cuando tenía 43 años, dos hijos y 4 nietos. Ahora, a los 46 años, recuerda que a partir de ese momento todo fue vertiginoso. Se hizo los estudios y la gestión de los medicamentos en Lima, Perú. Al mes regresó a su ciudad natal de Iquitos. Allí, como ella trabajaba en el municipio hizo una reunión de prensa, comunicó su condición de portadora y anunció que iba a luchar para que la gente que vive con VIH/Sida tenga una mejor atención. Así, fundó la organización Lazos de Vida que integraron 50 personas viviendo con el virus. “Quedamos pocos de aquellos fundadores porque muchos fueron muriendo en el camino. Es que lejos de las grandes ciudades es más difícil conseguir recursos, continuar un tratamiento y que se lleven a cabo políticas adecuadas. En mi ciudad, pese al esfuerzo que hacemos desde la organización se mueren dos personas por semana”, graficó Silvia. En Perú son varias las organizaciones que hacen difusión y previenen el contagio de virus del sida, pero recién desde mayo pasado un portador de VIH/Sida pudo acceder a la medicación gratuita por parte del gobierno.

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